Hoy puedo compartir; al tener la oportunidad de
convivir con los maestros jubilados, por formar parte de su grupo, he
reconocido que su vida ha transitado y se ha constituido por la vida pasada,
presente y futura.
Escribir para ir al rescate de la memoria pedagógica y
trayecto profesional, encontrar un sentido a los significados que les atribuyen
al relatar sus experiencias y vivencias, porque a pesar de estar jubilados, continúan
preocupados por el camino de la educación, y pretenden a través de sus relatos rescatar
su sabiduría profesional.
Esas buenas prácticas, teñidas de recuerdos,
entrecruzadas con las voces de otros, esperanzadoras, son las que se intentan
explorar en los que mezclaron espacios escolares, su identidad profesional, para compartirla, y difundirla.
Compartir que al ser responsable de
educar es construir colegiadamente respuestas más precisas y pertinentes al
gran desafío ¡Ser maestro!
Tomar la decisión de escribir permitirá salir de las normas
absolutas y de la rigidez de que un maestro(a) jubilado no tiene nada que
aportar, cuando ahora tiene el tiempo de compartir con humildad, lo que en su
trayecto como maestro adquirió, bajo la idea de que aún mantiene su
inteligencia, su razón, su emoción, encontrar el equilibrio de haber subsistido
y de estar coexistiendo.
Transitar a la historia desde la escuela en
un intento por reconstruir la memoria, y conciliar el pasado y el presente,
sentirse sujetos de pleno derecho, que pueden susurrar sus propias palabras, desde
la afectividad; una afectividad llena de sentimientos diferentes, en donde más
de uno traspasaron la frontera que creaba el desarraigo, la desesperanza, con
la idea y el sueño de un nuevo sistema educativo, más equitativo, mas justo más
democrático.
Hoy los maestros jubilados deseamos compartir que la
profesión más noble y valiosa es ¡Ser maestro!
Recordar ser maestro de a pie; llegar a
lugares lejanos, tan vivos y cambiantes, en donde les gustaba escudriñar
saberes, acompañar cariños y reestrenar palabras, el maestro(a) nuevo(a) de la Escuela Rural, aquella que aún se ve a lo lejos, y no ha mejorado mucho, los
salones cayéndose de viejos y los pupitres tambaleantes, porque no han sido
cambiados, pero esas nunca han sido razones suficientes para decaer.
En la espera de que nuestros relatos
motiven a nuestros compañeros maestros(as) en servicio, porque ellos saben que
en la escuela como en la vida, hay días aviesos, en los que se te estruja el
corazón a golpe de desastres, de inseguridades, cuando culpan al maestro de ser
el responsable del problema educativo,
que no quiere capacitarse, que no quiere ser evaluado. ¡No es cierto maestros(as)!
Acaso ya olvidaron que el maestro, prepara sus materiales y planea sus clases al llegar a
casa, que dialoga con sus compañeros, para descubrir cómo logran aprender
aquellos que son diferentes, que hace informes; que entrevista a papá o a mamá para entender porque no aprenden los niños, que
están preocupados porque María está
triste, que Juanito llora por todo, que Pedro molesta a sus compañeros, que
en el salón se mancharon de pintura al hacer el mural para el programa cultural,
que lee poesías, y enseña danza, que hace teatro y alienta a cantar, leer,
escribir; a ser buenos en matemáticas; y a todo esto, va a los cursos de
actualización, en los que más de una vez no le dan sus materiales, y debe
fotocopiarlos; que deben estudiar y hacer sus reportes, que deben preparar su
examen de Carrera Magisterial.
Con tanto trabajo se ven testarudos; pero su equipaje
sigue lleno de ilusiones y sigue dispuesto(a), a dar su mejor esfuerzo.
Hoy se puede decir, que recorrer el camino transitado a
través de ideas, pensamientos, recuerdos: ¡Escribir experiencias, es
maravilloso!
Es dar continuidad a la vida profesional de desafíos, creatividad
y búsqueda, que nunca concluyó, porque al jubilarse, no se deja de ser maestro,
sin duda el maestro(a) ha dado prueba a
través de la historia de la Educación Pública, de estar admirablemente dotado para
vencer los obstáculos más serios y queremos decirles que juntos encontremos el camino de
luz, de esperanza en el futuro educativo, que sea el testimonio de que estamos
vivos y que seguimos siendo ¡maestros(as)!.
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