La
conciencia como necesidad ante una
política neoliberal deshumanizada.
El
reto en la formación política en las Escuelas Normales en México
Adán
Hernández Morgan
Escuela Normal Primaria
Intercultural
“Lic. Manuel
Larraínzar”- Chiapas, México
Ingrid Adriana Álvarez Osses
Universidad
Alberto Hurtado - Chile
Línea
temática IV. El normalismo Rural en México.
D)
Retos
Lo
cotidiano como punto de partida
El 08 febrero de 2016 se realizó la
esperada megamarcha convocada por la dirigencia
de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), más de 140
mil profesores, padres de familia, estudiantes y organizaciones sociales acudieron
al llamado, las calles se abarrotaron y cientos de personas desde los negocios
y hogares aplaudían y lanzaban consignas en contra del gobierno de Velasco y
Peña. La caminata terminó en el parque central frente a Palacio de Gobierno,
donde los profesores escuchamos los resultados de las negociaciones con las
autoridades, así como el plan de acción ante la reforma educativa y la
evaluación punitiva que el INEE pospuso como parte de las estrategias del
gobierno para garantizar la paz en el Estado ante la llegada del máximo jerarca
de la iglesia católica.
Antes de caer la tarde, los profesores retornamos a
nuestros hogares, algunos aprovecharon la estancia en la ciudad para ir a comer
y compartir las experiencias, en muchos de los negociaciones los curiosos
preguntaban que cómo nos había ido en la megamarcha; más de una persona nos
felicitó mientras hacia comentarios generales sobre la situación de nuestros
país. Después de comer me despedí y me dispuse a retornar a la gélida y
combativa San Cristóbal de Las Casas, pedí un taxi para ir a la terminal de
autobuses y desde que subí el taxista venía furioso, sin saludar y con el seño
fruncido me dijo:
-
¿A dónde vas? ¡Si
es para el centro no puedo llevarte!.
-
¡No!, ¡No! Voy al
Sur Poniente. Le dije.
-
¡Estos pinches
maestros! Dijo el señor muy molesto. Era un tipo como de unos 58 años, moreno,
con una faz desvanecida, o carcomida por los años, o por tanta preocupación, sus
cejas hundidas y los ojos profundos hacían juego con la barba larga que de vez
en vez se tocaba. Traía puesto una camisa blanca muy desgastada, su cuerpo delgado
se podía ver con la trasparencia de la tela.
-
¿No creo que tú seas profesor verdad? Es fácil
reconocer a un profesor, tu pareces estudiante…
-
¡S!, le interrumpí,
soy estudiante. Traía una mochila sobre mis hombros, una mochila negra con
franjas rojas, traía puesto una playera negra y una camisa de mezclilla desabotonada
por fuera, y en las muñecas de mis manos traía unas pulseras de cuero. Por
fortuna había guardado el pañuelo rojo que había utilizado en el cuello durante
la marcha.
-
¡Pinches
profesores!. Volvió a decir, esta vez con más fuerza. – ¡Les vale madre si uno
trabaja o no!. Acabo de dejar a una señora ahí cerca y me quedé atorado mucho
tiempo, que se creen. ¡Son unos huevones! ¡Ahora quieren ganar más que el
presidente, deberían de ponerse a chambear!. Siguió expresando el señor.
Me quedé
pensando, esta vez sin expresar nada, volví la mirada hacia el paisaje mientras
el coche avanzaba rápidamente. Las imágenes pasaban por mi cabeza a gran
velocidad, imaginaba el retorno de los compañeros, el movimiento de la ciudad reacomodándose
del conglomerado humano y me preguntaba; ¿cuántas personas piensan lo mismo? ¿cuál
es el estigma que la sociedad se ha construido sobre nosotros? ¿por qué piensan
que los profesores ganamos mucho dinero? ¿por qué creen que vivimos con muchas
comodidades? ¿por qué piensan que no trabajamos? Preguntas y más preguntas.
Luego, como para amortiguar el duro golpe, intente pensar que el señor únicamente
estaba furioso por quedarse atorado y que era únicamente un caso aislado. Habrá
que superarlo, dije.
Sin embargo, al subir al autobús los comentarios
comenzaron a caer nuevamente como misiles, la mayoría de las personas
quejándose por haber perdido tiempo; por no poder llegar a su destino, por no
lograr hacer sus compras, etc., un sin número de quejas que me hicieron ver que
una gran parte de la sociedad tiene la misma idea del señor del taxi, parecía
que los comentarios se repetían de igual forma. ¿Cómo podía ser eso? Moví un
poco la cortina de la ventanilla como para poder distraerme con las cosas
externas, como haciendo que no escuchaba los comentarios mientras el autobús
avanzaba. Intente olvidar por unas horas, pero una platica entre dos personas me
despertó del letargo, en la parte de atrás venían dos profesores, lo supe
porque el comentario que hacían:
-
Casi venimos
obligados, estas acciones ya no encajan, son acciones que se quedaron
anquilosadas; venimos como borregos todos siguiendo lo que nos dicen; lo que
debemos hacer es ponernos a trabajar y dejar de estar exigiendo algo que ya no
tiene marcha atrás. Dijo uno de ellos.
-
Ya los estudiantes
se nos están subiendo, hoy todos vinieron a la marcha y no van a regresar a
clases, lo toman como un pretexto. Además en la Normal los profesores ya no
tenemos autoridad, ahí los alumnos mandan y nosotros tenemos que obedecer,
paran clases cuando quieren, si alguien los reprueba se oponen, quieren que se
les de todo. Dijo el otro.
-
Lo que debemos
hacer es que todos los profesores ponernos en una postura, alumno que no llegue
a clases o se venga a la marcha se debe reprobar, sino como van a salir
competentes, como piensan que van
responder el examen, nadie va hacerlo por ellos. Alumno que quiera estar
que esté, el que no, que busque otra opción… ahora estamos peor que antes, si
dejamos que los estudiantes hagan lo que quieran entonces vamos a perder el
rumbo de las normales.
Me quedé sorprendido
ante tales afirmaciones, y mi preocupación no fue menor a los anteriores
comentarios, no porque lo dicho por las personas anteriores no fueran relevantes,
sino porque estos comentarios específicamente venían de profesores normalistas,
de profesores que forman profesores, de compañeros de la misma causa.
La
conciencia como necesidad
Intenté reponerme ante tales
afirmaciones, el sol se coló por la ventana como si fuera un relámpago de
ideas, de inmediato recordé la frese que José Saramago hiciera el 23 de febrero de 1999 en Izquierda Unida de Extremadura España, “la alternativa que
nos queda ante el neoliberalismo se llama conciencia” (Saramago, 1999) y, por
otro lado, pensé en uno de los debates latinoamericanistas más importantes en
este siglo con lo que el gran filósofo mendocino Arturo Andrés Roig llamó a-priori
antropológico. Reconocer nuestra dignidad y la de todo otro desde la
afirmación de nuestra historia, ese “hacerse y gestarse” que contextualiza al
sujeto en su visión de mundo donde su sujetividad es posibilidad creadora en
modos inciertos. En este sentido, la conciencia moral y la dignidad son
elementos que se conjugan en relación con otros, Roig señala “ejercer una forma de reconocimiento de lo que nos
negamos a reconocer” (1998, p. 53).
Lo que
apunta a la disyuntiva en América de conocerse bajo el manto del orden racial. Manto que cubre la educación y la
autoeducación bajo preceptos estáticos. Arturo Roig dice: “¿Quién, si no se tiene como valioso para sí mismo, ni considera
valioso conocerse a sí mismo, puede llevar adelante un reordenamiento propio de
los saberes y las prácticas? Aquel a-priori
es una misma cosa con la afirmación de nuestra dignidad, la que
únicamente es posible sobre el presupuesto de la dignidad de todo ser humano”
(Roig, 2002, p. 97).
Este
pensador señala que el a-priori antropológico es “el punto de partida para la
autenticidad”. Este reconocimiento es fundamental para reconstruir un humanismo
donde los sujetos históricos, desarraigados de su realidad consideran valioso
pensar desde sí mismo, sobre todo, considerando el sentido de dependencia y
desesperanza que inunda en contextos de pobreza y marginación, experiencias que
obstruyen desbordar desde la capacidad crítica. El miedo y la frustración van consumiendo la esperanza de muchas
comunidades. Nos lleva a rechazarnos entre nosotros mismos, a ser inauténticos,
irrealizados, sin otros. Y con esto no queremos profundizar en el dilema de los
60’ sobre la autenticidad del americano, sino comprendernos en la complejidad
del desencuentro humano y político, en por qué y cómo es que nos falta tanto
afirmarnos en nuestro estar cotidiano y arraigado para desde allí reordenar los
saberes y prácticas que no pueden responder a los profundos dilemas de la
educación y la estructura en América Latina.
Existe un tipo de humanismo con la Modernidad
que no sólo está asentado sobre la idea de supremacía, sino sobre la visión que
el ser humano se humaniza mientras más ‘evoluciona’, alejándose de la
naturaleza; esto ha tratado de soslayar uno de los elementos más fundantes para
los pueblos indígenas y su dignidad. Dignidad plena que es inalienable de la
vida misma, por eso la crítica al etnocentrismo, al estar ligado sólo a un
centro cultural como es el hegemónico, como es el centro de poder global y
capitalista que se empeña en como dice Roig “quitarle a la vida humana el principio
ordenador de toda existencia” (Roig, 2002, p. 85). Expropiarle la dignidad del vivir en
el sentido cultural, situado, que proviene de cada comunidad de vida.
En este
sentido, la ilusa universalidad que persiste en la educación impone la
convergencia desde la dominación, excluyendo los valores que pueden potenciar
al ser humano como proyecto humanizador. Este prisma ha sido destacado por el
pensador mexicano Leopoldo Zea desde los 80’. Todo lo que está fuera de ese
centro universalista es marginado. Y ello es palpable en la educación de
nuestros pueblos. Zea
argumenta: “La marginación y la barbarie se dan, por supuesto,
desde un centro de poder que califica a partir de su propia situación y
lenguaje” (1998, p. 35). El conocimiento es un tema geopolítico, según el mismo
Zea la emancipación mental no se puede soslayar de la emancipación política.
Por ello, la educación tanto en México como en América Latina debería detentar
estas cualidades.
¿Eso es posible? ¿Hasta donde las
Escuelas Normales estamos haciendo lo que nos corresponde con eso de formar
profesores que se reconozcan valiosos?, es más ¿Estamos formando para la
conciencia? ¿Estamos formando sujetos políticos o estamos repitiendo modelos
educativos para tener sujetos “competentes” para un contexto deshumanizado?
Los comentarios de
los compañeros no son menores, y eso me permite reflexionar ¿que estoy haciendo
como profesor en las Escuelas Normales? ¿cómo estamos formando a las
generaciones de profesores? ¿estamos formando con una responsabilidad política, reconociéndonos a sí mismos y otros, qué
sucede con la reflexión, el debate y el cuestionamiento cotidiano de un
política neoliberal que nos deshumaniza y nos impone sus esquemas de vida? El
reto que hoy nos impone la política voraz del neoliberalismo es re-pensar el
quehacer como profesores, re-pensar nuestra manera de ver un mundo que se
desquebraja con una política de libre mercado donde lo fundamental no son las
personas, sino las ganancias que se producen para unos cuantos. La situación
actual del país exige una educación acorde a los retos que le impone. Esta
nueva relación dinamiza, no sólo las formas de organización de la empresa, sino
además promueve un sistema de relaciones de competitividad donde la distancia
entre ganadores y perdedores es infinita. Cada día los países más pobres que no
logran competir con las economías mundiales se someten a estas políticas de
privatización, generando con ello, problemas de orden social donde la pobreza,
es todavía más visible (Delors, 1996).
Por otro
lado, podemos ver que tanto en el contexto de Chiapas, y de muchos estado
mexicanos, la violencia está a la orden del día. Bajo este complejo contexto,
quienes formamos a profesores debemos cuestionar de manera contundente: ¿Cuál
es el fin último de la educación en un contexto de políticas neoliberales?,
¿Hasta dónde la “calidad educativa de los gobiernos neoliberales responde a las
necesidades y características de contextos complejos como Latinoamerica? Bajo la
lógica de una política neoliberal la educación, la formación, la enseñanza, las
relaciones con los “otros” se circunscriben a la lógica de la productividad, a
la lógica de la empresa, a la lógica de la competitividad donde lo más
importantes es la individualidad y no la solidaridad.
Por eso, observamos
que desde la universidad, hasta el nivel básico de la educación la
credencialización, la categorización, el ranking
se convierten en el común denominador de nuestro hacer. En este sentido, se
hace fundamental gestar propuestas educativas que formen tanto sujetos más
solidarios como atentos a la realidad social y política que nos aqueja. La
escuela, ya no nuclea nuestras relaciones con los “otros”, más bien nuclea las
condiciones en nosotros, lo importante no son las personas, no son los niños,
nos son los profesores, no son los padres de familia, no es, ni siquiera la
escuela como un espacio más de la población, sino que el núcleo de todo, son
los estándares, la medición, la evaluación, la administración de los centros
educativos. Resultados y productividad se convierten en el común denominador
del hacer cotidiano de las escuelas.
Y si cavamos en esta
arista avizoramos que no es sólo algo liado a la economía ni al mercado, sino
que aquí existe un problema epistemológico. Es allí uno de los significativos
dilemas en la educación latinoamericana y, en general, en la teoría del
conocimiento. Un dilema porque nuestro escenario sociocultural es diverso, es
ancestral, es popular, no puede ser comprendido desde un prisma sesgado como es
el positivismo. Este sistema educacional al definirse por mediciones genera relaciones
causa-efecto que es característica del positivismo. Realiza una lectura
dicotómica de la realidad, la reduce a lo demostrable, pero no todo lo es y
menos aún una diversidad cultural propia de nuestro México. Para el
positivismo, la razón y el progreso son los estandartes de la civilización,
pero, ciertamente, está pensando desde Europa, otro contexto que no puede
responder a una educación y conocimiento plural.
La forma en que pensamos y no pensamos
es fundamental. En este sentido, una forma más comprensiva con sentidos y
experiencias aporta a desentrañar esa singularidad de cada ser humano. Pero,
para ello debe existir diálogo y disponibilidad con otros. El pensador chileno
Jorge Millas señalaba que “Diálogo auténtico sólo puede haber entre personas
cuando en el intercambio de sus situaciones singulares respectivas crean, la
una para la otra, una nueva situación”. (p. 116) Esta arista es esclarecedora,
pues como mencionábamos frente a un conocimiento dominante que es todavía
restringido para comprender nuestros contextos, esa singularidad aminorada en
las aulas y en los relatos de profesores y alumnos es modificadora de lo
existente, es decir, la singularidad de cada sujeto histórico y cultural es creación
para re-pensar y cambiar lo existente. Millas diría una singularidad abierta.
Esta afirmación como reconocimiento de cada ser humano situado permite una
dialogía con los otros. Paul Ricoeur (1996) alude que “los seres sobre los que hemos meditado son, sin duda,
particulares: son hablantes y agentes; es propio de la idea de acción” (p.174)
Si bien, la globalización, fenómeno
social, producto de la era de la información y la comunicación (Castells,
1999), así como de la ciencia y el conocimiento (Gregory and Miller, 1998) ha
generado desigual competitividad entre los países y las personas que tienen o
no tienen acceso a estos modo de existencia. Como lo afirma Gregory and Miller,
1998), la exportación de ciencia y tecnología a naciones menos desarrolladas,
impulsada por la globalización cuyos componentes intelectuales e ideológicos de
las exportaciones de ciencia y tecnología han tenido un impacto devastador
sobre el conocimiento local y las formas de entendimiento, a menudo hasta el
detrimento de las naciones. La repercusión inmediata de este nuevo orden mundial se
manifiesta fundamentalmente mediante los movimientos migratorios de buena parte
de la población de estos países más desfavorecidos bajo el propósito de cambiar
favorablemente sus perspectivas de futuro.
Pero además,
del impulso interno de políticas de privatización, explotación y expulsión de
las personas de las comunidades por parte de las empresas nacionales y
transnacionales que buscan reposicionamiento de sus monopolios. El Ejercito
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en el seminario “El pensamiento crítico frente a la hidra
capitalista”, convocado por el EZLN entre el 2 y 9 de mayo de 2015, en
San Cristóbal Las Casas, Chiapas, que compila las intervenciones de la Comisión
Sexta, exponen que “las viejas estructuras del poder político y económico no
son sino los escombros de lo que fueron. La mayoría de las grandes empresas
antes nacionales, ahora no son sino prestanombres de los grandes capitalistas
mundiales y todos, absolutamente todos, están atados y sometidos por la banca
internacional” (2015, p. 21).
Ante
este escenario de contradicciones en el que el Estado se preocupa más por la
desregularización de las empresas y la regulación del trabajador, en donde el
estado de derecho se aplica para proteger a los dueños de las empresas y no a
los trabajadores, donde la privatización busca extender sus tentáculos para
privatizar no sólo el trabajo, sino los recursos naturales, la educación, el
bienestar social vale la pena discutir hasta donde estas condiciones están
desbordando nuestras posibilidades humanas de convivencia.
Una educación que responde más a un modelo tecnocrático y
utilitarista lo
que podemos observar es la estimulación de un conocimiento neutral, objetivo,
extraño, autosuficiente y lejano de la vida cotidiana, de los contextos
rurales, indígenas, es decir, de las prácticas sociales, de las prácticas
culturales a las que pertenecen. Se aboga por un sujeto estandarizado, un
sujeto urbano, que pueda servir a la conservación de un orden social
establecido, que naturalice un mundo dado, que sirva de mano de obra barata y
sumisa.
Por
lo tanto, las relaciones de poder estructurales y las que se ejercen en las
aulas de clase permean cada una de las prácticas educativas, reproduciéndose de
manera explícita o de manera oculta, cuya efectividad es indudable. Bajo estas
relaciones de poder que se ejercen en la escuela, lo primero y principal que
desaparece es la singularidad, la complejidad, el contexto, la historia, de los
sujetos participantes del proceso enseñanza aprendizaje. Es más, esa desaparición o reducción es base para la formulación y
desarrollo de las tecnologías educativas que tanto se promueven, denominados
“Calidad de la Educación”, tan en boga actualmente.
Las
condiciones del contexto mexicano, del contexto de Chiapas, requieren de
sujetos creativos, críticos, comprometidos con su realidad, con su contexto,
con sus historias, solidarios, cerca del otro, con el prójimo, con el
extranjero, con el que sufre la violencia. Desde nuestra perspectiva, hoy los
problemas de la educación no son del orden de la didáctica, no se trata de
estrategias, de contenidos, de estándares y de modelos. Hoy el problema de la
educación tiene que ver con la posibilidad de acoger al ser humano desde una
propuesta pedagógica de hospitalidad, acoger al hombre a la mujer que viven,
sienten y significan la vida todos los días.
Reconocer
y dar acogimiento a lo que no se nombra, mucho antes de cualquier modelo
curricular, mucho antes de cualquier formalidad pedagógica, eso que dejamos de
ser cuando se nos ha modelado, no sólo sobre lugar, sino las formas y los
procesos que debemos organizar en las aulas. Lo que no se nombra es cotidiano,
y lo que es cotidiano no se reconoce como científico y lo que no es científico
no se enseña, ni se reconoce en la escuela, porque todo conocimiento debe ser
probado, experimental (Skliar; 2011). Ante este escenario, se hace necesario
preguntar: ¿Qué importancia tiene la educación en un contexto de privatización
de la vida?, ¿Cómo hacer de la educación una herramienta humana, de calidad,
comprometida y acorde a la realidad que se impone?
Consideramos que esa
es la enorme tarea que nos queda a quienes estamos en las Escuelas Normales,
reflexionar la manera en que hemos estado formando las generaciones de niños y
jóvenes en nuestro país, reflexionar si la tarea se ha concentrado en repetir
modelos educativos donde lo importante es que los niños sepan repetir las
lecciones, y nos hemos olvidado de que nuestra labor es despertar la conciencia
crítica. Las Escuelas Normales tenemos el enorme reto de formar
nuevas generaciones de profesores que en sus aulas y en las comunidades
empoderen con conciencia a las personas y a los niños. De ahí la enorme
importancia de romper con las viejas prácticas de un Sistema Educativo que
impone modelos homogeneizadores y estandarizados. Por eso, en conjunto con una
acción política debemos proponer alternativas educativas que apuesten por la humanización.
Tal y como lo dijo en su momento Saramago (1999) Si hay algo que debe preocuparnos
de la política neoliberal es que su prioridad no son las personas, sino sencillamente un
mundo para los ricos y los poderosos.
Re-pensar a manera de cierre
Quiero acompañar mis conclusiones
reflexionando las potentes palabras que Saramago hiciera ese 23 de febrero de
1999 y desde acá hacer un llamado a todos los que somos formadores de formadores
a re-pensar nuestro deber:
- La pobreza se
agudiza en todo el mundo y en el caso de nuestro país, aproximadamente más
de tres cuartas partes de la población viven en pobreza extrema. Ante la
política voraz los pobres sobran, son rechazados, incluso en breve podemos
esperar que sean desechados porque desde la lógica del poder los pobres
son un lastre y una carga para las políticas públicas.
- La clase
política no sirve al pueblo, la clase política se sirve a sí misma, le
sirve a los grandes capitales. Esta práctica política perjudica y quita la
humanidad en beneficio de los que se aprovecha de los actuales engranajes
socio-institucionales, por lo que es urgente responder asumiendo una
postura de rechazo ante las reformas estructurales que hoy nos quitan no
sólo la riqueza natural, sino que también nos roba la tranquilidad, la
salud y la educación.
- Es cierto que
los pobres somos muchos y no tenemos el control ni político, ni económico,
pero tenemos algo que aún no pueden y no debemos permitir que nos
arrebaten, nuestra conciencia como un derecho humano. Conciencia respecto
de que todos somos seres humanos responsables con nuestro prójimo y nos
debemos uno a uno.
- Necesitamos
comprender y entender el mundo en el que estamos viviendo, re-pensar las
formas de relacionarnos, de intervenir, de actuar y de relacionarnos en el
mundo y cómo podemos reconocer en el otro a la persona, amiga, al
compañero, al socio necesario.
Nuestro
reconocimiento y el de otros no es un producto, es una construcción cotidiana
en, para y con nuestros actos, no se promueve dando lecciones repetitivas en las
aulas, no se logra imponiendo, castigando o dominando. Por lo mismo, la
conciencia responsable es un bien común que se logra sólo si somos capaces de
leer, interpretar y vivir situados en cada contexto, afirmándonos en nuestra
historicidad y dignidad como a priori antropológico.
En todo lo
mencionado, destacamos la capacidad de gestarse desde una epistemología en
relación a nuestros saberes en diálogo y, en ello, la reflexividad que
contribuye a fisurar una educación restringida para la riqueza cultural de
México y Latinoamérica. Ahora bien, tan relevante como el pensar es lo humano,
por ejemplo, comprender y escuchar a los compañeros desesperanzados, disidentes
con nuestra acción política. No podemos creer en otra educación sin preocuparnos por
lo más próximo, por los que se sienten en un abismo y creen saber cómo obrar o
critican, pero en el fondo están al borde del precipicio. Allí, es menester que
los acojamos y escuchemos.
Tenemos entonces la
enorme tarea discutir, de cuestionar y replantear lo establecido, lo
normalizado.
Bibliografía
Castells,
M. (1999) La Era de la Información:
Economía, Sociedad y Cultura: La sociedad Red, México: Siglo XXI.
Delors, J. (Coord.) (1996). La educación encierra un
tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación
para el siglo XXI. España: UNESCO/Santillana.
Gregory, J. and Miller, S. (1998), Science in
public. Communication, Culture, and Credibility”. Cambridge:
Basic Books.
Millas, Jorge (1962) El desafío espiritual de la sociedad de masas.
Editorial Universidad de Chile.
(2002). Ética del poder y moralidad de la protesta: la moral latinoamericana de
la emergencia. Quito: Corporación Editora Nacional.
Saramago,
J. (1999) “La alternativa ante el neoliberalismo se llama conciencia”. En Izquierda Unida de Extremadura. España.
http://www.funlam.edu.co/modules/facultadpsicologia/item.php?itemid=870
Seminario: “El
pensamiento crítico frente a la hidra capitalista”, CIDECI Unitierra -
Comisión Sexta EZLN 3-9 de mayo 2015, San Cristóbal de las Casas- Mx.
Skliar,
C. (2011). “Diez escenas educativas para narrar lo pedagógico
entre lo filosófico y lo literario”. En Plumilla
Educativa. No 8.
Zea
L. (1965) El Pensamiento Latinoamericano.
Tomo I. México: Colección Pormarca.
(1987) Convergencia y especificidad de los valores culturales en
América Latina y El Caribe. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
(1998) Discurso desde la marginación y la barbarie. Barcelona: Anthropos.