Revista Contralinea
El fin del
sexenio aceleró la aplicación de la reforma curricular a la educación normal,
disposición de carácter federal contemplada en el punto nueve de la Alianza por
la Calidad de la Educación. El resultado: una reforma “improvisada” e
“incongruente”. A decir de profesores normalistas, ésta se engloba en un
proyecto más amplio: el de la desaparición de las normales del país. Cifras
oficiales revelan que en 12 años de gestiones panistas el número de normales
disminuyó en 29 por ciento; la matrícula estudiantil, en 36 por ciento; y la
planta docente, en 12 por ciento.
Flor
Goche/Primera parte
Miércoles 23 de
enero de 2013
Los hechos
ocurridos en Michoacán a mediados de octubre pasado –el desalojo policial de
tres escuelas normales seguido de la detención y violaciones a los derechos
humanos de decenas de estudiantes– reavivaron el debate en torno a la reforma
curricular a la educación normal, publicada en el Diario Oficial de la
Federación el 20 de agosto de 2012, que aplica a las licenciaturas en
educación primaria y preescolar.
Entonces la
cobertura mediática destacó la negativa de los estudiantes normalistas de
incorporar en sus planes de estudio materias como inglés, así como el hecho de
recurrir al uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
Sin
embargo, el fondo del conflicto es la colisión de dos proyectos. En el marco
del Tercer Encuentro Nacional de Padres de Familia y Maestros, en junio de
2011, Elba Esther Gordillo Morales, presidenta vitalicia del Sindicato Nacional
de Trabajadores de la Educación (SNTE), se preguntó: “¿Qué haremos con tantas
normales, ya no patitos, con tantos monstruos de normales?”.
En el mismo
encuentro, el empresario Claudio X González se pronunció por el cierre de estas
escuelas. Y es que, como justificó el también presidente de la Fundación Televisa,
“hay muchas mediocres y unas que son un hervidero de política y de grilla”.
Ya antes,
en agosto de 2008, Gordillo Morales había pedido al entonces presidente de la
República Felipe Calderón desaparecer el normalismo público. “Queremos que las normales
sean instituciones para técnicos en turismo, técnicos en actividades
productivas”, manifestó en el contexto de la ceremonia de inicio del ciclo
escolar 2008-2009. La razón, a decir de Josefina Vázquez Mota, entonces
secretaria de Educación Pública: evitar que haya “tantos docentes como
manejadores de carro y servidores de mesa”.
El golpe al normalismo en México ha
trascendido el tono de las declaraciones. De acuerdo con datos del Quinto
informe de labores de la Secretaría de Educación Pública (SEP), durante los
12 años de gestiones panistas (de 2001 a 2012) el número de escuelas normales
disminuyó gradualmente, al igual que su matrícula estudiantil y la plantilla
docente.
Mientras en 2000 operaban 655 escuelas
normales, para 2013 sólo sobreviven 465, lo que representa 29 por ciento menos.
En este periodo la matrícula estudiantil también se vio afectada, al decrecer
en 36 por ciento: eran 200 mil 900 alumnos y ahora se cuentan 128 mil 200. En
tanto, el número de docentes cayó en 12 por ciento, al pasar de 17 mil 366 a 15
mil 364.
A decir de Artemio Ortiz Hurtado, la
reforma curricular a la educación normal se engloba en un proyecto más amplio:
el de la desaparición de las normales del país. En esta etapa, la de reforma
curricular, se busca desprofesionalizar la labor docente: despojar al profesor
normalista de su perfil histórico como sujeto de transformación social para
convertirlo en mero facilitador del proceso educativo, asegura el secretario
general del Comité Ejecutivo Nacional Democrático, corriente magisterial
contraria al SNTE.
En cambio, para Rodolfo Tuirán Gutiérrez,
exsubsecretario de Educación Superior, el propósito es “actualizar los planes y
programas, contribuir a elevar la calidad de la formación inicial de los
docentes y, por supuesto, adecuar los planes y programas de estudio de las
escuelas normales con la reciente reforma curricular de la educación básica”.
Así lo aseguró en la entrevista que el funcionario concedió a Noticias MVS a
mediados de octubre de 2012.
El ahora subsecretario de Educación Media
Superior subrayó que desde 1998 no se realiza una reforma a los planes y
programas de estudio de las licenciaturas que se ofrecen en las escuelas
normales, no obstante que en este periodo ha habido una gran variedad de
transformaciones relevantes para la formación docente.
Infografía
Reforma curricular:
“improvisada” e “incongruente”
La reforma curricular a la educación normal
busca concretar los compromisos que el gobierno de Felipe Calderón adquirió con
Elba Esther Gordillo a través de la Alianza por la Calidad de la Educación (pacto signado entre el
SNTE y el gobierno federal), aseguran profesores normalistas en entrevista con
Contralínea.
Y es que el
punto nueve del documento fechado el 15 de mayo de 2008 establece la obligación
de impulsar una reforma curricular orientada al desarrollo de competencias y
habilidades a partir del ciclo escolar 2008-2009, y de manera generalizada de
2010-2012.
En la
Declaración de la Junta Académica de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana
Enrique C Rébsamen, en Relación con la Reforma Curricular en la Educación
Normal [sic], con fecha del 31 de mayo de 2012, se lee: “esta reforma parece
responder más a criterios políticos emanados de la cuestionada Alianza por la
Calidad de la Educación que a la necesidad natural de actualizar el currículo”.
El
resultado, a decir de los profesores normalistas: una reforma “improvisada”. Señalan que debido a la premura de su
aprobación y aplicación, motivada por la llegada del fin del sexenio, ésta resulta
incongruente.
Juan Manuel
Rendón Esparza, catedrático de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros
(BENM), quien ha sido testigo y partícipe de otras reformas a la educación
normal durante sus más de 30 años de docencia, refiere que cualquier cambio
curricular pasa por cuatro niveles: definición de los fundamentos pedagógicos y
sicológicos, diseño de la malla curricular, elaboración de los programas de
cada asignatura y actualización de los profesores.
Respecto de
la reforma curricular a la educación normal, manifiesta que “entre estos cuatro
niveles, por lo menos a partir del segundo y tercero, empiezan a evidenciarse
incongruencias serias”.
Por
ejemplo, en un principio y hasta junio de 2012 el plan de estudios se
estructuraba en 5 años, es decir, en 10 semestres. Esto cambió apenas 2 meses antes de que la reforma se
convirtiera en decreto oficial, en lo que los profesores normalistas perciben
como el “resultado de una negociación entre el SNTE y la Dirección General de
Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE)”. El plan
escolar se redujo a 4 años, con la consecuente eliminación de los semestres 9 y
10, destinados a la práctica docente.
Rendón
Esparza recurre a la metáfora de la maleta de viaje para referir esta acción. “Voy a salir de viaje por 10 días y tengo
una maleta. De repente me dicen que sólo van a ser 8 días. En ese momento, en
el que ya está a punto de salir el autobús, tengo que sacar de la maleta
–prácticamente sin ninguna planeación– todo lo que se pueda. Entonces saco
cosas así, sin fijarme en la congruencia”.
Para Lilia
Abarca Laredo, del Centro de Actualización del Magisterio en el Distrito
Federal (CAMDF), pensar que para transformar la educación normal sólo se tiene
que modificar la malla curricular es “una visión muy parcelada de todo lo que
es el sistema educativo de formación de maestros, que busca desalentar y
denostar este nivel educativo.
“Se está
pensando en una reforma a la educación normal sin darnos insumos ni el
acompañamiento pedagógico pertinente. Y lo único que se ve en todo este bosque es el arbolito, que son los
muchachos de Michoacán, que dicen que no quieren inglés ni computación. Esta
visión tan parcelada es la que se está difundiendo en los medios, cuando la
demanda es más profunda, y las exigencias no sólo curriculares sino de gestión.
La gestión
educativa es mucho más amplia y solamente se está apostando al currículo como
si todo lo demás no importara”, dice la también integrante de la Coordinadora
Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
Braulio
Mena Lagunas identifica otra de las incongruencias de la reforma curricular a
la educación normal. Consiste
en que primero se reformaron los planes y programas de estudio de la educación
primaria y luego los del sistema de formación de los docentes encargados de
aplicar la reforma.
Se trata,
apunta el docente adscrito al CAMDF, de “incongruencias que se van resolviendo
sobre la marcha y que, de algún modo, demuestran que no les interesa la
educación”.
A pesar de
que, a la fecha, ni siquiera están diseñados los programas de todas las
asignaturas que contempla el nuevo currículo, Rodolfo Tuirán insistió en que la
reforma curricular a la educación normal no es improvisada: “empezó hace 3 años
y medio, aproximadamente, y se ha dado de una manera incluyente y
participativa. Ha sido un proceso largo, complejo, difícil”.
Sin condiciones
mínimas para la aplicación de la reforma
En octubre
de 2012, profesores de la BENM hicieron de conocimiento público una carta
dirigida a las autoridades de la SEP, en concreto a María Luisa Gordillo Díaz,
directora general de Educación Normal y Actualización del Magisterio, y a
Marcela Santillán Nieto, directora general de Educación Superior para
Profesionales de la Educación.
En ésta
expresan su preocupación, pues casi 2 meses después de la entrada en vigor de
la reforma curricular a la educación normal, no se han “otorgado las mínimas
condiciones para su desarrollo”.
Los
docentes se refieren en específico a los 60 millones de pesos que la DGESPE se
había comprometido a destinar a la BENM “como parte del apoyo para crear las
condiciones mínimas de infraestructura y equipamiento inherentes a los
imperativos del nuevo currículo”. Y es que nueve colegios de esta institución
educativa condicionaron la aceptación de la reforma curricular a que la SEP
brindara los apoyos necesarios, entre estos, presupuesto, equipamiento e
infraestructura, cobertura de la planta docente, respeto de los derechos
laborales y aplicación de un programa serio, continuo y permanente de
actualización para la operación de los nuevos programas.
Las
autoridades educativas faltaron a su palabra. Por ejemplo, a pesar de que la
reforma otorga especial importancia a la incorporación de las nuevas tecnologías
de la información y la comunicación al currículo, hoy día en la BENM no existen
las condiciones para su aplicación: los estudiantes no cuentan con apoyos de
internet, las salas de cómputo están “empobrecidas”, no existe ni siquiera la
posibilidad de que todos los grupos escolares, en un mismo momento, estén
conectados en línea a través de un pizarrón inteligente, asegura Juan Manuel
Rendón.
El docente
explica que lo mismo ocurre con la enseñanza del inglés, que de acuerdo con la
reforma curricular de 2012 está trazada en 5 semestres. “No hay laboratorios de
idiomas, no hay recursos audiovisuales para desarrollar las cuatro habilidades
que reclama cualquier lengua, no hay bibliografía”.
Si la BENM,
“ubicada en el área urbana, en el corazón político del país y con una
población estudiantil importante”, carece de estas mínimas condiciones, ¿qué
sucederá en las escuelas normales de provincia y en las rurales?, se pregunta
Lilia Abarca.
A partir de
la tendencia de reducción de la planta docente observada durante los últimos 12
años, la profesora normalista trata de explicarse, asimismo, quiénes serán los
encargados de impartir estos cursos: ¿Se contratará a especialistas en
computación e inglés o se capacitará “con un cursito” a los docentes ya
adscritos?
Respecto de
la promesa de actualización docente, Juan Manuel Rendón refiere que para el
caso de la BENM se limitó a dos actividades impulsadas por la DGESPE: un curso
en línea de inducción al plan de estudios (al cual fueron convocados sólo 11
personas, de un total de 180 que integran la plantilla académica) y una jornada
de 3 horas en la que un grupo de especialistas habló de los contenidos y
enfoques de algunas de las materias del nuevo plan.
A decir del
profesor, “pensar en la actualización docente para la operación de un nuevo
plan requiere no sólo de cursos, sino de talleres previos y de acompañamiento
durante todo el proceso y a todos los profesores”.
A partir de
lo anterior, los profesores de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros
concluyen: “En nuestra institución el nuevo plan de estudios fue implantado por
la SEP y la DGESPE con una total falta de seriedad y compromiso reales, y sin
las condiciones mínimas para su idóneo desarrollo, en la totalidad precariedad
presupuestaria y, por ende, propician la improvisación en todos los planos de
la gestión institucional, académica y administrativa”.
Pedro
Hernández Morales, quien se desempeña como director de la Escuela Primaria
Centauro del Norte, apunta que esta situación no es propia de la reforma
curricular a la educación normal. Refiere que a pesar de que la reforma
curricular de la educación básica opera desde 2009, fue hasta principios del
ciclo escolar 2011-2012 que los directivos recibieron por correo electrónico el
nuevo plan de estudios.
La reforma, una
“imposición”
“Amplio, incluyente y
participativo”, así definen las autoridades educativas al proceso que antecedió
a la publicación de la reforma curricular de la educación media superior en el Diario
Oficial de la Federación.
Rodolfo
Tuirán explicó que dicho proceso inició en 2008 a través de consultas y foros,
tanto estatales como nacionales, “para incorporar al mayor número de docentes y
estudiantes en el proceso de discusión y debate de la reforma curricular”. De
hecho, asegura el funcionario, en la última consulta participaron alrededor de
4 mil 500 docentes de todas las entidades federativas, lo que representa el 75
por ciento de las personas involucradas inicialmente en el proceso de reforma.
La versión
de los profesores normalistas es otra. Ya desde la Declaración de Veracruz por
la Educación Normal –producto de los resolutivos del congreso Retos y
Perspectivas de la Educación Normal en el Siglo XXI, celebrado del 22 al 24 de
abril de 2010 en la ciudad de Xalapa– advertían: “toda transformación profunda
en la educación parte de la premisa: nadie aprende y asume como propio aquel
cambio que desde fuera se le quiere imponer. Las reformas educativas exitosas
deben ser resultado de procesos amplios y abiertos de consulta y deliberación;
ninguna puede, por sí misma, mejorar la práctica pedagógica e impactar el
trabajo en el aula, si no se acompaña de la disposición y acción decidida de
todos los actores”.
Un día antes del inicio de los
trabajos de este congreso, la BENM también se pronunció. En una carta dirigida
a la titular de la DGESPE manifiesta que “el proceso curricular desarrollado
hasta ahora se ha caracterizado por la falta de transparencia, la
desorganización, el ocultamiento de información y, por ende, la elitización
de los participantes en el análisis, discusión y definición de los temas
curriculares”.
Juan Manuel
Rendón reconoce que entre los profesores se difundieron, vía internet,
cuestionarios de consulta sobre la reforma curricular. No obstante, sostiene
que la demanda de los docentes tiene que ver con un proceso de inclusión muy
diferente si se habla cualitativamente: “Nosotros demandamos un proceso ampliamente
participativo, dialógico, es decir, a través del diálogo, que integrara a todos
los maestros y alumnos de las normales. Pero ese proceso jamás se dio”.
Los
profesores consultados por este semanario subrayan que no están en contra de
que se reforme la formación docente inicial; pero sí de las formas en que se ha
desarrollado este proceso.
A través de
la Declaración de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros en Relación con la
Reforma Curricular de la Educación Normal, señalan que el punto de partida debe
ser una evaluación curricular que permita valorar los aspectos positivos del
actual plan de estudios, que data de 1997, y reconocer aquellos que hay que
cambiar. Lo anterior, subrayan, “como resultado de un proceso investigativo,
ampliamente participativo, que analice los fundamentos éticos, filosóficos,
políticos, epistemológicos y culturales de la formación docente”.
En el
legajo de ocho cuartillas, los docentes precisan que “si bien se requiere de
una reforma a la educación normal, ésta debe tomar en cuenta la realidad, las
características de los alumnos, y lo que necesita y requiere el país”.