Revista
Contralinea
Flor
Goche/Tercera parte
Miércoles 30 de
enero de 2013
Derivado de la falta de consulta entre la
población docente, la Reforma Curricular de la Educación Normal opera entre un
velo de dudas. Sin el acompañamiento de la Secretaría de Educación Pública, sus
aplicadores sortean los efectos de una reforma inconclusa e incierta.
La reforma curricular a la educación
normal de 2012 ha refrescado la memoria a los profesores normalistas.
Recuerdan la última modificación a los planes de estudio de las escuelas
normales, la de 1997. Aquella vez, los cambios curriculares se acompañaron de
recursos, infraestructura, equipamiento, capacitación docente y material
bibliográfico.
Ahora, en cambio, ni siquiera han llegado
a las escuelas los dineros prometidos para su operación. Esto, a pesar de que
instituciones como la Benemérita Escuela Nacional de Maestros (BENM)
condicionaran la aceptación de los nuevos planes de estudio a que la Secretaría
de Educación Pública (SEP) brindara los apoyos necesarios. Un recorrido por las
instalaciones de la BENM, fundada hace 125 años, lo confirma.
En un espacio de 120 metros cuadrados
aproximadamente (mínimo, en comparación con las 12 hectáreas propiedad de la
normal) se encuentra el acervo bibliográfico de esta institución educativa:
unos 40 mil ejemplares, a decir de Georgina Rodríguez Bermúdez, quien de 2003 a
2010 fungió como encargada de la biblioteca.
El 40 por ciento de los libros, explica la
maestra, forma parte de los materiales que acompañaron el currículo de 1997.
Respecto de la reforma que opera desde hace 6 meses, asevera que “no ha llegado
un sólo texto para ninguna de las materias”. Y es que, como confirman sus
colegas, la mayoría de la bibliografía del nuevo plan sólo está disponible en
línea.
“Te dan unos fragmentos escaneados de los
libros, por lo que en realidad nosotros tenemos que comprarlos; siempre lo
hemos hecho. El problema es que los muchachos no tienen acceso a esos
materiales. En el caso de los normalistas de primer ingreso, te das cuenta de
que muchos de ellos no tienen computadora ni internet en casa. Es decir, se da
por hecho que los muchachos de ahora cuentan con esas herramientas cuando no es
así”, acota Martha Piña.
Para el
nuevo currículo es muy importante la enseñanza del inglés y las tecnologías de
la información y la comunicación. No obstante, la Benemérita Escuela Nacional
de Maestros carece de material suficiente y espacios óptimos para impartir
estas materias.
Esta
escuela no cuenta, por ejemplo, con una red que brinde servicio de internet al
grueso de su comunidad. Sólo tiene una sala de usuarios con 10 computadoras
conectadas a una red inalámbrica para atender a una población de cerca de 1 mil
400 alumnos.
Posee
además cinco salas de cursos en las que ahora se imparten las tecnologías de la
información y la comunicación. Cuatro de éstas cuentan con equipo Enciclomedia:
un pizarrón inteligente, un cañón proyector y una computadora para uso
del profesor; la otra, que en 2005 fue donada por la Liga Nacional de Futbol
Americano estadunidense, tiene 15 computadoras con red.
En la nueva
malla curricular, la enseñanza del inglés está programada a partir del segundo
año de la carrera; por eso aún no entra en operación. Sin embargo, los cursos
cocurriculares de inglés para los alumnos del plan de estudios de 1997 se imparten en aulas convencionales sin
recursos audiovisuales, lo que impide que los estudiantes desarrollen las
cuatro habilidades que demanda cada lengua.
Yolanda
Ortiz enumera las condiciones mínimas que requiere la operación de los nuevos
planes de estudio: fortalecer los órganos colegiados, capacitar a los
profesores en su totalidad, establecer un diplomado que aborde las necesidades
específicas de los formadores y dotar a las escuelas de bibliografía,
tecnología e infraestructura.
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