Por el SNTE,
maestra Elba, evite sorna y pena. Así ofrezca su amistad personal y la de todo
el magisterio al Presidente de la República, no es lo mismo 1989 que 23 años
después. Es falso que en “la reforma educativa” que supedita la permanencia de
maestros y directivos al resultado de las evaluaciones, nada tenga que ver
Enrique Peña Nieto. La iniciativa provino del Poder Ejecutivo, los legisladores
de las dos cámaras del Congreso la analizaron, debatieron y aprobaron; y por
mayoría, en 23 congresos locales
simplemente validaron la minuta con las modificaciones.
Recuerde: en tiempos de Salinas de Gortari, la transferencia administrativa
de la Educación Básica a los estados tuvo de condición preservar la estructura
nacional del SNTE y contener las pretensiones de contraloría social en la Ley General de Educación.
Ernesto Zedillo, quien llegó a la Presidencia con la fortaleza de conocer la
SEP y haber tratado a la dirigencia del Sindicato, nunca dudó en tener buen
entendimiento para consolidar el proyecto de descentralización de la educación.
En el 2000, las expectativas que despertó el primer gobierno panista, favorecieron
al SNTE y prodigaron a usted deferencias. Vicente Fox la vio como factor indispensable para la gobernabilidad del
sector educativo. Con Calderón, a pesar de concesiones y acuerdos como la ACE, desencuentros
entre dirigencia sindical y SEP, determinaron un escenario adverso. Al final
del sexenio probablemente debido a cálculos políticos, apostó a la alianza
electoral con el PRI que inesperadamente fracasó. De cualquier manera, en todo
estos años la atención y buen trato presidencial a la interlocutora del SNTE,
no fue despreciable.
Con el gobierno entrante el esquema se rompió. La costumbre –dice una
canción- es más fuerte que el amor; consistía en que fuese recibida previamente
por el presidente electo y luego presentarle la propuesta educativa emanada del
Congreso Nacional de Educación para establecer acuerdos y compromisos. No fue
así y es imperativo entender la nueva realidad. Esta vez, en lugar de atención
previa y diálogo con el resto de representantes sindicales llevó al Congreso la
iniciativa de reforma al Art. 3º para
–fue el argumento- recuperar la rectoría del Estado en educación. El hecho no
admite confusión. Es señal que al SNTE le llegó la hora de vivir circunstancias
distintas. El apoyo presidencial y respaldo de un partido político con mayoría
parlamentaria en el congreso federal y los
estados, parecen ser de un pasado
que acabó
Y éste, es un reto que requiere de
la reflexión colectiva y una profunda revisión autocrítica de la política
sindical. Las nuevas circunstancias no podrán enfrentarse con retórica,
desfiguros, políticas excluyentes y mucho menos con antidemocracia y las
consabidas prácticas de corrupción. Tampoco deben depender de un o una líder
por astuto, visionario y todopoderoso que sea. El liderazgo del SNTE tendrá que
darlo la propia fuerza que genere la sinergia de todos los trabajadores de la
educación en función de sus intereses y derechos genuinos, la identidad que
tienen con la escuela pública y el compromiso educativo con el pueblo de
México. Vale decirlo, tales intereses no son precisamente de política
partidaria.
Maestra Elba, sintiéndose dueña de la situación, presume disposición de
retirase sólo si el magisterio lo pide. No espere eso; no va ocurrir. Más allá
de la CNTE, buena parte lo desea pero guarda silencio. Sin embargo, no se
engañe. Sabe muy bien cómo suceden los congresos y los consejos nacionales de
la organización sindical. Por decir lo menos el reciente Congreso, en Quintana
Roo, todo mundo sabe que fue un paseo con todo pagado, incluyendo una laptop; y
lo central del evento consistió en
ungirla presidenta del Consejo General para continuar al frente. Por tanto,
atrévase a tomar la decisión de retirarse. Lo ha dicho muy bien: hay suficiente
visión y convicciones para que el SNTE
persista. Escuche a sus asesores ( debe tenerlos) y ponga menos atención a los aduladores de oficio.
No hablo a toro pasado. En el 2000, al terminar la comparecencia del Fox ante el CNAP, en
reunión de balance dejó entrever el deseo de retornar a la representación
formal; estaba en un extremo de la primera fila y estoy seguro me habrá
observado: no aplaudí ni me puse de pie para festejar el anuncio. No me pareció
buena idea. Posteriormente en la Biblioteca Nacional Centro Cultural del
Magisterio, presidiendo una reunión con Tomás Vázquez Vigil, tocó el punto de
la reelección en el SNTE. Recordará que expuse con claridad y firmeza, mi
inquietud y desacuerdo por abrir el tema.
Hice y dije entonces lo que tenía que hacer y decir, cuando y donde fue
necesario. De frente y siempre con respeto.
Maestra Elba, usted echó a perder el proyecto sindical en el que varios de
la CNTE creímos. Lo erosionó al concebir el PANAL desde las entrañas del PRI y haberse preocupado sólo por su propio
liderazgo, cooptando lealtades en función de su persona. No por otro motivo,
después de la imposición que hace en cada congreso seccional recibe, cual
trofeo para colección, a los secretarios generales electos. Una de las consecuencias es la deserción de miles de
maestros que han optado por formar sindicatos independientes del SNTE. Ahora,
olvidando que hablar bien de sí mismo es vituperio, ha escogido su epitafio.
Sin duda la instrucción será cumplida; pero antes para bien del SNTE, tome la gran decisión de su
vida. En el sindicato efectivamente hay talento y podrá transitar sin su
compañía. Usted, después de ser y lograr lo que ha querido, ya no lo necesita. Nota:
la maestra da la impresión de leer y escucharse solamente así misma. Merced a ello, no hay
inconveniente si alguien, pone en sus manos esta publicación.
Iguala, Gro., 11 de febrero del 2013.
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