Revista
Contralinea
Flor
Goche/Segunda parte
Miércoles 30 de
enero de 2013
Concluido
el primer semestre de aplicación de la reforma curricular a la educación normal
–publicada en el Diario Oficial de la Federación en agosto de 2012–, el
28 por ciento de los programas que conforman la nueva malla curricular aún no
están diseñados. Los retos heredados a la gestión de Peña Nieto son
muchos: que se dote a las escuelas de recursos económicos, infraestructura y
equipamiento, pero también que se clarifiquen las dudas de los docentes
respecto de los ejes rectores de la misma
A partir del 22 de agosto de 2012 opera en las
normales urbanas y rurales del país la reforma curricular a la educación
normal.
Herencia del
gobierno del panista Felipe Calderón Hinojosa, la recién estrenada malla
curricular marcha entre la incertidumbre y las críticas que ha generado entre
profesores normalistas. Algunos de ellos aseguran que aún no están diseñados
los programas de todas las asignaturas que integran el nuevo plan de estudios,
lo que impide, en principio, tener una visión global de éste.
Un programa
constituye la herramienta fundamental del trabajo de los docentes. Se trata de
un documento que refleja la organización y planificación de cada asignatura:
sus objetivos, contenidos y metodología.
En efecto,
el sistema de la página electrónica de la Dirección General de Educación
Superior para Profesionales de la Educación impide consultar los programas de
63 asignaturas de las 222, es decir, del 28 por ciento del total de la malla
curricular, particularmente, de cursos que corresponden a los semestres quinto,
sexto, séptimo y octavo.
“No se ha
encontrado la página solicitada”, es la leyenda que aparece cuando se intenta
acceder a materias como trabajo docente e innovación, filosofía de la educación
o investigación educativa aplicada a las lenguas y culturas originarias.
En el caso
de la licenciatura en educación preescolar, el 22 por ciento de los cursos
carece de programa de estudios; para la licenciatura en educación preescolar
intercultural bilingüe es de 33 por ciento. Lo mismo ocurre con las
licenciaturas en educación primaria y en educación primaria intercultural
bilingüe: en el primer caso se trata del 25 por ciento, y en el segundo, del 33
por ciento.
A
Yolanda Ortiz Bustamante, maestra en la Benemérita Escuela Normal Veracruzana
(BENV) Enrique C Rébsamen, con 22 años de servicio docente, le preocupa que un
asunto tan serio como la reforma curricular a la educación normal se ponga en
operación aun estando inacabada.
Otros
profesores normalistas comparten la misma inquietud. Señalan que el hecho
responde a la premura con la que esta disposición fue aprobada: el sexenio
finalizaba y el gobierno saliente tenía que garantizar la aplicación de esta
reforma y así cumplir con los compromisos que adquirió con Elba Esther
Gordillo, presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE).
El 15 de
mayo de 2008, el gobierno federal y el SNTE signaron la Alianza por la Calidad
de la Educación. El punto nueve del documento establece la obligación de
impulsar una reforma curricular orientada al desarrollo de competencias y
habilidades a partir del ciclo escolar 2008-2009, y de manera generalizada en
2010-2012.
Martha Piña
Hernández, profesora de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros (BENM), se
pregunta por qué la Secretaría de Educación Pública (SEP) le apuesta a una
reforma curricular y no a la formación de los docentes en servicio.
Cada vez
que algo en educación falla, en vez de indagar sobre el origen del problema y
analizar, por ejemplo, el conjunto de situaciones que afectan a los formadores,
se opta por reformar los planes y programas de estudio, dice la también
especialista en planeación, desarrollo y evaluación de la práctica docente.
Para ella,
la responsabilidad recae principalmente en las autoridades educativas quienes,
como en este caso, actúan al revés: “primero vienen las reformas y después la
formación de estas reformas… Ésta ha sido la historia de la educación en
México”.
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