Sin
tener los conocimientos didácticos o pedagógicos sentía el deseo de trabajar
con niños para enseñarles las primeras letras; porque siempre pensé, que el
mejor regalo era ser maestro, es seguir el sendero de luz y fortalecerlo al
enseñar a otros, y así fue que en el año de 1962 cuando cursaba el 3er año de
secundaria me di cuenta que en mi comunidad había niños en edad escolar que
no acudían a la escuela, y escuchaba platicas de algunas madres que decían que no mandaban a sus hijos a la
escuela por la distancia que hay entre
la comunidad de los niños y la escuela principal que la llamada desde
entonces “ Escuela Francisco I. Madero.
“Que se encuentra en la cabecera del
municipio , que es en donde acudían los niños de las diferentes comunidades donde no tenían escuela, y escuchaba las pláticas de las madres de
los niños, ya que me interesaba saber que opinaban, y me preguntaba, si les
propongo para intentar enseñarles las primeras letras a sus niños, bueno me
hacía muchas preguntas temerosa de que no me fueran a apoyar, pero un buen día
me arme de valor y aproveché esa oportunidad para platicar con los padres de
los niños e invitarlos a que si confiaban en mi, intentaría enseñarles las
primeras letras y los padres de familia aceptaron y me apoyaron brindándome su
confianza y al ver que se entusiasmaron igual que yo, porque al fin había
logrado lo que deseaba.
Acondicioné
mi casa, un lugar con unas sillas y una lámina de fierro que según yo era mi
pizarrón y empecé a formar un pequeño grupo de niños para trabajar sin
ordenamientos pedagógicos, yo lo veía como un juego a "la escuelita". Entonces no
comprendía que para ser maestro se requería de humildad, de deseo, de
compartir, de servir, porque lo único verdaderamente importante son los
alumnos.
Pero
ese juego me dio un buen resultado, sin saberlo había aprendido a escuchar, a preguntar
a distinguir a crear en el grupo de clase los distintos tonos de voz, el animar
un debate y entonces ocurrió el milagro para sorpresa mía los niños no solo
aprendieron las primeras letras dominaron simultáneamente la lectura, escritura
y operaciones básicas como las sumas, las restas, dándome cuenta que los niños aprovecharon
mis enseñanzas, y nuevamente empecé a preguntarme ahora ¿Qué voy a hacer si los niños ya saben leer y escribir y
el curso escolar ya está por terminar?
Preocupada acudí con una maestra
adscrita en la escuela de Bocamiño para pedirle el favor de que me escuchará y
explicándole cuál había sido el motivo de trabajar con los pequeños , ella muy
amable me escucho y me dio mucha confianza , recuerdo que riéndose me dijo voy
a poner a leer a los niños, después de escuchar su lectura, me dijo que les
aplicaría un examen pedagógico, me dio la fecha para aplicarles el examen a los
niños y acudí nuevamente a su escuela, y
la gran sorpresa fue que mis niños
aprobaron el examen, la maestra se sorprendió al ver que su aprovechamiento fue
a lo mejor no bueno pero si regular y me preguntó que como lo había logrado, le
contesté: "...me gusta enseñarle a los niños y que quería ser maestra. La maestra les extendió un documento válido
(boletas) para inscribirse al siguiente curso en la escuela Francisco I. Madero.
Siguió
mi entusiasmo de ser maestra terminé la secundaria y presenté examen en la
escuela Normal Rural de Panotla Estado de Tlaxcala, pero no aprobé el examen de selección, y no pude inscribirme.
Mi
preocupación seguía porque quería ser maestra, y en una ocasión me visitó una amiga, me platicó que trabajaba de maestra en Santa María Amajac municipio de
San Salvador, estado de Hidalgo y que solicitaban más muchachas para trabajar como maestras auxiliares
porque la escuela era muy grande y faltaba personal, al día siguiente me
presenté en esa institución para solicitar trabajo y tuve suerte de ser
aceptada para trabajar como maestra auxiliar, me asignaron el grupo de 1er año,
con este grupo empecé a laborar sin ordenamientos pedagógicos pero preguntaba
a los compañeros como desarrollaría los temas y todo lo que marca el programa.
Así
fue como pude inscribirme en el Instituto Federal de Capacitación del
Magisterio, ya que en dicha institución el requisito era estar activa porque la
documentación tenía que ser avalada por un director.
Al
siguiente curso opte por cambiarme a otra escuela, requería más recursos para
mis pasajes y acudir a la escuela de capacitación mis aspiración era ser
maestra titulada.
Así
que en esa búsqueda acudí al director de la escuela primaria que lleva el
nombre del primer presidente de México “Guadalupe Victoria” y fue inaugurada en
1963, para que me diera oportunidad de colaborar con la escuela, se encontraba
en la comunidad de donde yo era nativa y tiene el nombre de “Comunidad”, el
director Gumaro Fernández Mendoza Q.E.P.D me acepto y me otorgo el grupo de primer año, entonces empecé a trabajar con conocimientos
pedagógicos ya que asistía al Instituto Federal De Capacitación del Magisterio
y fue así como logré mi objetivo .
En
el año de 1965 cuando cursaba el 3er año de profesional solicité una plaza de
maestra en el Patrimonio Indígena del Valle del Mezquital (P.I.V.M) y fui adscrita en la escuela “Álvaro Obregón
“de San Juan Tepa municipio de Francisco I Madero perteneciente a la 5ta. Zona Escolar.
En
este centro de trabajo desarrollé con mayor entusiasmo, apegada a los
conocimientos pedagógicos me entregué a
mi labor docente, y para orgullo propio, y una vez más corroborar mi vocación para enseñar a los
niños me asignaron el grupo de 1er año compuesto por 60 niños y obtuve un buen porcentaje, con el mismo
grupo llegué a 2do grado y obtuvieron el 1er lugar en un concurso de
aprovechamiento a nivel zona siendo el inspector de la 5ª zona escolar el profesor Lauro Moreno Flores.
Estos
mismos alumnos los tuve en 3er grado y obtuvieron el 2do lugar en el concurso de
aprovechamiento, quiero aclarar que en ese entonces no concursaban los mejores
alumnos, sino todo el grupo, y me asignaron otra institución.
Me
siento muy satisfecha, por el afecto demostrado por lo padres y por los que
ahora son compañeros jubilados y con quienes compartí grandes vivencias, porque fueron mis alumnos de
mi primer registro de asistencia, como son: Profesora María Reyes López, Profesor Salomón Gómez Isidro, Profesor Dagoberto Rodríguez Quijano, Profesor Andrés Granados Rodríguez.
Pero
no todo es felicidad en nuestro trayecto profesional, toda mi ilusión obtenida
en la escuela Álvaro Obregón de San Juan Tepa, Hidalgo, se volvió decepción cuando
llego a la escuela “Ignacio Allende
“ ubicada en Bocamiño municipio de
Francisco I Madero, al encontrarme con una directora completamente autoritaria,
la Profesora Isidra Lechuga Cebada, ella
hacia y deshacía en la conducción de todas las actividades que se realizaban en
la institución, los demás maestros no éramos tomados en cuenta para nada, esto repercutía en la formación de los alumnos porque
solamente la voz de la directora era respetada, nos organizamos con los
maestros y manifiéstanos nuestra inconformidad
al supervisor, el 60% de los maestros fuimos cambiados de escuela, el
supervisor Profesor Francisco Palemón
Rodríguez Bautista nacido el 10 de octubre de 1900 en Calnalí, Hidalgo y en
honor a su gran labor desempeñada y para honrar su memoria se dio su nombre a una
de las escuelas de Tepatepec, Hidalgo, en el año
de 1969.
Pronto
llegue a esa gran institución, con sus grupos
paralelos, en donde no sólo cumplí con los contenidos y las actividades
académicas sino también con manualidades, como fueron: manteles, servilletas de
deshilados, rebozos bordados con los alumnos de esta escuela, con la visión
propia observo todavía las personas que portan las prendas elaboradas por sus
hijos bajo la conducción de su servidora.
En esta escuela laboré desde 1969 a
2006. Me siento heredera de
siglos de cultura, muy feliz de que muchos de mis alumnos escalaron alto y son
profesionistas, y junto a mí, veo a un grupo de colegas, que trabajan día a día
por mantener los valores de la cultura, progreso siempre en mejorar nuestra
educación, siempre en servir, al ser maestros.
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