Un pequeño grupo de maestros(as) jubilados de
Francisco. I. Madero, nunca imaginamos que alguna vez, recorrer un camino tendría
importancia, si podríamos abrir las puertas
de nuestro corazón y alma… y así recordar
todo lo oculto, los buenos y malos momentos de nuestra vida profesional con
la misma serenidad y aceptación.
Decidimos escribir, sin tener claridad de cómo
hacerlo, redactar algunas páginas de nuestra vida profesional, en dónde algunas
hojas se quedaran incompletas por no completarlas
con algunas líneas de todos los sentimientos que deseamos expresar, o tal vez
borrar… porque algunas veces es inevitable que las emociones afloren con
fuerza, revivir al recordar el largo camino que transitamos al compartir
enseñanzas.
Ahora
que nuestras cabezas se encuentran llenas de cabellos blancos, dejan ver que nos han sorprendido los años y al
paso de ellos, con decisiva manía y espíritu
luchador hemos enfrentado triunfos, fracasos, pérdidas, pero también logros, al
no permitir que nuestra alma se llene de telarañas y nos asomamos entre
bambalinas del teatro de la vida, que nos ha mostrado la crudeza, pero
también su dulzura, amar y disfrutar a cada
nuevo amanecer, dar sin esperar nada a cambio.
Por eso
hoy decidimos iniciar con la
escritura, redactar una breve parte de nuestra historia de vida, de nuestra
experiencia profesional, para sentirnos fortalecidos, para no dejarnos
sorprender por la rutina o el pesimismo
que nos aprisiona a cada nuevo día, y nos quiere llevar irremediablemente al
abandono, a la indiferencia, a la apatía, no podemos permitirlo, porque
guardamos nuestra libertad interior, nuestra dignidad como seres humanos, al
conferir a nuestra existencia una intención y un sentido, estamos convencidos que el verdadero heroísmo persiste más de un
momento cuando todo parece perdido.
Los maestros(as) jubilados siempre hemos creído
que educar ha permitido avanzar hacia la libertad y hacia la igualdad, haber
dejado huella durante nuestra trayecto educativo no fue tarea fácil, tantas horas
de nuestra vida pasadas en las aulas, alumnos, padres de familia, docentes con
los que compartimos experiencias y crecimos profesionalmente, estamos convencidos(as),
que la profesión más noble y valiosa es
ser maestro(a)… sin olvidar que compartimos en nuestra trayectoria, un lado
sombrío y un lado brillante, el lado
sombrío, la pobreza, las desigualdades sociales. Pero el lado brillante nos
estimuló a dar nuestro mejor esfuerzo
“una flor”, “un abrazo”, “un gracias maestro”, nos permitieron
disfrutar, sin duda “el milagro de los
que aprenden”.
Reconocemos
en la vida un proceso a través del cual podemos encontrar nuestro sentido personal
en este largo recorrido de ser maestro(a), hallamos obstáculos racionales y
emocionales que no fueron impedimento para concretar nuestras metas, emprender
y alcanzar el relativo éxito de la estabilidad, porque las posibilidades de
crecer no tienen fin. Sin duda ser maestro(a), nos ha llenado a lo largo del
tiempo de momentos inolvidables, de atención, aprendizaje, de lecciones de
vida, por eso deseamos dejar nuestros relatos, anécdotas, experiencias de
enseñanza-aprendizaje… escritos
en renglones de la historia. Desde la humildad de
nuestra vida, uno nace desnudo, modesta y nítidamente, no arriba para
existir y después extinguirse sin estela ni mérito, sino para atreverse a dar,
a compartir, a ¡vivir!, despertarnos de la utopía, para mostrarnos como
seres que vivimos en una realidad concebida a partir de nuestros propios pasos.
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