Durante el gobierno del perredista Pablo Salazar Mendiguchía, se clausura la Escuela Normal Rural de Mactumatzá, Chiapas. Le precede la violencia policiaca y la más brutal represión contra una de las instituciones formadores de docentes del medio rural e indígena de aquella entidad.
El poder local integrado por caciques pueblerinos y finqueros, llevaron su odio a la destrucción del edificio que por décadas cobijó a varias generaciones de normalistas. Literalmente no dejaron piedra sobre piedra. Al gobierno chiapaneco no le dio tiempo de transformarla en escuela para guías de turistas como lo propuso hace algunos meses la Presidenta del CEN del SNTE
En los días que corren, nos llegan noticias de violencia institucionalizada contra los estudiantes de la Escuela Normal Rural “Profesor Raúl Isidro Burgos”, de Ayotzinapa, Guerrero. El gobierno de Zeferino Torreblanca Galindo, que tiene su origen en el Partido de la Revolución Democrática, no alcanza a comprender la misión que por décadas ha desempeñado esta institución educativa.
De la tierra de don Lázaro Cárdenas del Rio, llegan escenas sobrecogedoras de violencia con gases lacrimógenos, helicópteros y patrullas de las policías estatal y federal contra los normalistas rurales de Tiripetío, Michoacán. El Cardenista Leonel Godoy Rangel y su gobierno perredista no encuentran la fórmula para enfrentar el malestar de los profesores y los estudiantes normalistas.
El Movimiento Estudiantil de 1968, dejó como saldo la desaparición de catorce Escuelas Normales Rurales, en aquellos días, el viejo normalismo burocrático ligado al SNTE, al Partido Revolucionario Institucional y al gobierno del criminal Gustavo Díaz Ordaz, jugó un papel legitimador contra la represión a las Normales Rurales.
Eran los días de la Confederación de Jóvenes Mexicanos, organismo en el que se nucleaban los estudiantes de las Escuelas Normales Rurales, a través de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México y antecedente más inmediato del Consejo Nacional de Huelga. Lucio Cabañas Barrientos es un estudiante inquieto.
Las páginas de la prensa nacional están salpicadas de sangre juvenil, mientras los gobernadores del PRD guardan silencio ante las macanas de sus policías. Como ciudadano, no encuentro una explicación al comparar los gobiernos de un partido de izquierda cuando se trata del ejercicio de la represión.
Los gobernadores del Partido de la Revolución Democrática, ante la falta de políticas concretas para articular sus esfuerzos en materia educativa, recurren a la represión y a la destrucción de instituciones educativas emblemáticas de nuestra historia reciente.
En 1922, la SEP crea la primera Escuela Normal Regional, como se llamó, de carácter federal, fue establecida en Tacámbaro, Michoacán. Estas escuelas fueron dirigidas por educadores como Isidro Castillo: “…fue pionero en el desarrollo de una nueva forma de capacitación acorde a las necesidades de la vida rural; le dio “una orientación inspirada en la realidad a que entonces se enfrentaba la escuela rural”. RABY, David, Educación y Revolución Social en México. Sep Setentas.
La escuela rural se enfrenta al desdén de los investigadores nacionales, los que no creen en la proeza cultural de un grupo de hombres y mujeres apenas alfabetizados, en cambio, esto no ocurre con los investigadores extranjeros como es el caso de David L. Raby, quien además sostiene:
A pesar del éxito de la escuela de Tacámbaro, para 1926 existían sólo otras dos Escuelas Normales Regionales federales. Ese año se reconoció su importancia y la Secretaría elaboró un plan para cambiarles el nombre a Escuelas Normales Rurales. Para 1931 ya existían 16, formaban el núcleo de todo el programa de educación rural; preparaban nuevos maestros, capacitaban al personal impreparado que ya trabajaba, y hacían trabajo social en la región.
Que ha quedado de la Escuela Normal Rural “Luis Villareal” del Mexe, Hidalgo. Solo ruinas que dejan policías y ejército. El recuerdo de esta institución está asociado al terror represivo de los gobiernos locales del PRI, a la intolerancia de las burocracias educativas ignorantes, a la corrupción y al interés manifiesto por destruir la escuela pública desde sus cimientos.
El SNTE, no es ajeno, el manoseo político que abre la mal llamada Alianza por la Calidad Educativa, acaba con la simulación por la defensa del Artículo 3º. Constitucional, las máscaras han empezado a caer, a pesar de los eventos masivos de acarreados que organicen con los recursos de los trabajadores.
A la distancia del tiempo, que dirían educadores como José Vasconcelos, Moisés Sáenz, Puig Casauranc, Rafael Ramírez, Raúl Isidro Burgos, Isidro Castillo, José Santos Valdez y tantos que se pierden en la memoria, sí, que dirían que en su lugar, el SNTE colocó a profesores de bajo perfil académico y escaso compromiso con la educación pública y con la educación rural del país.
Las Escuelas Normales Rurales han enfrentado los desafíos de ver destruido su proyecto académico, el robo de sus tierras, maquinaria y establos que en el caso de varias de ellas las hizo unidades autosuficientes. Durante la segunda mitad del siglo XX, destruyeron sus hortalizas y talleres, sus apiarios y sus talleres de industrias rurales, la contratación automática y los servicios asistenciales expoliados y robados por directores ambiciosos y sin escrúpulos. La inmoralidad y la politiquería hacen de las normales rurales un proyecto inviable.
Varios de sus ex alumnos son o han sido diputados, senadores o líderes de partidos políticos y movimientos sindicales y sociales, mucho pueden hacer si contribuyen a romper su aislamiento y abandono, si contribuyen a que vuelvan a ser dirigidas por educadores con visión de futuro en lugar de líderes sindicales desprestigiados.
Maestros y estudiantes deben hacer un esfuerzo por contribuir al debate para la transformación de las Escuelas Normales Rurales.
El autor es profesor del Bachillerato General Matutino del Benemérito Instituto Normal del Estado de Puebla. Correo electrónico: hernandez_luis21@yahoo.com.mx
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