¿Cómo tratar a los niños para que éstos desarrollen sus
potencialidades intelectuales, una personalidad equilibrada y
relaciones sociales positivas?
La forma en que piensa, siente y actúa una persona adulta depende en
mucho de la manera en que se haya relacionado con sus padres y
maestros durante la infancia y la adolescencia.
Si cambiamos la manera de tratar a los niños de hoy estaremos
construyendo un país mejor, una humanidad nueva.
1. Diálogo sí, imposición no
Algunos padres de familia y algunos maestros piensan que los niños
deben obedecer por principio de autoridad, aunque no comprendan el
por qué se les dan determinadas indicaciones. Si no obedecen se les
castiga, a veces con golpes y otras torturas. Estos padres y maestros
no consideran importante atender y comprender los puntos de vista de
los niños, piensan que no tienen capacidad. Algunos efectos de esto
son: resentimiento, temor, inseguridad y nerviosismo, rebeldía,
irracionalidad, apatía, timidez, mentiras frecuentes
En lugar de esa actitud impositiva es conveniente intentar que los
niños comprendan las razones que existen para hacer algo o dejar de
hacerlo. Establecer el diálogo con ellos significa fundamentalmente
escuchar con atención sus puntos de vista y tomarlos en cuenta para
llegar a una conclusión aceptable. Un niño que es educado a través del
diálogo desarrolla confianza en sí mismo y en los demás, aprende a
razonar y a ser responsable.
2. Juego y convivencia padres-hijos
La interacción entre los padres y los hijos a través del juego es una
de las formas de acercamiento afectivo más importantes. El juego entre
padres e hijos favorece la confianza, la comprensión y el afecto
mutuo, lo cual facilita la convivencia y el apoyo en otras esferas de
la vida.
3. Intimidad por diadas
Un niño como un adulto tendrá más motivación e interés en diferentes
aspectos de la vida en la medida en que sienta confianza para
compartir sus sentimientos, experiencias e ideas con personas
cercanas. Puede lograrse mayor profundidad en la comprensión y la
confianza a través de la charla y la convivencia entre solamente dos
personas. Por ello, además de las convivencias y charlas familiares
donde participen varios integrantes de la familia, es importante que
los padres procuren los espacios de convivencia diádica, es decir,
entre 2 personas; lo que involucra tanto el espacio para la relación
de pareja, como momentos en que la interacción es exclusiva y cercana
de cada padre con cada uno de los hijos, así como entre hermanos. Esto
promoverá una mayor cohesión y un ambiente más armonioso en toda la
familia.
4. ¿Premios? casi no... más bien “aprecio espontáneo”
No es conveniente ofrecer continuamente premios a los niños a cambio
de que ayuden en alguna actividad o logren una calificación en la
escuela. Es mucho más conveniente dar caricias, palabras positivas,
detalles y regalos de una manera “espontánea”, pero cercana en el
tiempo a las acciones positivas. Eso sí, es conveniente que los padres
y maestros estén atentos y valoren expresamente cada pequeño avance
positivo de los niños, en lugar de atender principalmente a sus
acciones negativas, como generalmente se acostumbra.
5. Evitar el castigo, respeto mutuo
Se ha demostrado que el castigo, sea físico o verbal, únicamente
produce consecuencias negativas y realmente no es efectivo para lograr
algún cambio positivo. Es fundamental que los padres y maestros eviten
castigar o regañar a los niños, pues estarán logrando lo opuesto de lo
que pretenden. Si los castigan, ellos les perderán confianza, sentirán
rencor, se volverán rebeldes o tímidos, inseguros, mentirosos, etc.
Experimentos han demostrado que el efecto del castigo leve o moderado
suele ser transitorio y luego es contraproducente. Cuando el castigo
es muy severo puede hacer que una conducta desaparezca pero deja una
huella traumática en los niños que será difícil restaurar con
psicoterapia. No obstante, es importante saber que el efecto
traumatizante de los castigos disminuye cuando es mayor la proporción
de afecto y reconocimiento positivo que se brinda a los niños.
6. Manejo de límites
Es muy importante que los padres y maestros sean respetuosos de la
integridad de los niños, al mismo tiempo que exigen que ellos les
respeten. Los padres y maestros deben mostrar claramente su molestia y
desacuerdo con las faltas al respeto y con el no cumplimiento de
acuerdos por parte de los niños. Orientarlos, definir límites claros y
mostrar el desacuerdo sin castigarlos. Si un niño no colabora
razonablemente, o no cumple los acuerdos que ha aceptado, es derecho
de los padres y maestros disminuir de manera proporcional la
colaboración hacia el niño. Así los niños aprenden a manejar límites.
Entienden que es valiosa la colaboración mutua y participan con gusto.
7. Decir “sí”, cuando no hay razones para decir “no”
Debido a la dinámica común, los padres y maestros muchas veces están
predispuestos a negarse a las peticiones que les hacen los niños.
Sólo cuando éstos insisten mucho o hacen berrinche, los padres o
maestros ceden de mala gana, pero favoreciendo que los chicos aprendan
a molestarlos como una manera de lograr lo que quieren. En lugar de
esto, es conveniente estar predispuestos a decir que sí a las
peticiones de los niños, salvo que haya razones claras y suficientes
para decir que no, y en este caso es importante mantenerse firmes y no
ceder por la simple presión de los menores. Mantener la firmeza es
distinto a dejar de atender y comprender los argumentos razonables que
puedan tener los niños.
8. Evitar la sobreprotección: delegar responsabilidades
La sobreprotección destruye la autoestima y la seguridad. Los padres
sobreprotectores son ansiosos y se adelantan a tomar la iniciativa
para resolver situaciones de los hijos, sin dar el tiempo razonable
para que ellos se ocupen de lo que les corresponde. Esos padres no
delegan en sus hijos responsabilidades en la medida que crecen,
provocando que los niños no desarrollen habilidades y capacidades para
manejar por sí mismo las situaciones. Paradójicamente, al ver cómo se
vuelven irresponsables e inútiles, esos mismos padres les regañan y
reclaman airadamente y con desesperación su falta de voluntad, de
compromiso y de desarrollo, con lo cual destruyen aún más su
autovaloración. Después de los reclamos, esos padres se encargan de
resolver el problema, haciendo un círculo vicioso muy dañino.
Para el fortalecimiento de la autoestima es básico el sentido de
responsabilidad y percibirse como alguien útil y capaz de hacer. De
allí la importancia de encargar a los niños determinadas
responsabilidades adecuadas a sus capacidades.
9. La mayéutica para el manejo de desacuerdos o acciones “negativas”
Comúnmente los adultos hacen un monólogo frente a los niños para
explicarles lo que deben hacer. Sócrates utilizaba la mayéutica para
hacer razonar a su interlocutor mediante preguntas sistemáticas. Esta
técnica es muy útil en la educación de los niños.
Cuando un padre o maestro esté en desacuerdo con un niño, en lugar de
castigarlo, reprimirlo, regañarlo o mostrarse indiferente, puede
aplicar la mayéutica a través de cuatro preguntas guía para lograr una
solución exitosa. Las preguntas deben ser expresadas de manera cordial
y amigable.
a) ¿Qué ocurre o qué ocurrió? Es necesario escuchar con calma la
versión del niño o adolescente, apoyarlo para que exprese completo su
punto de vista, aunque no se esté de acuerdo con él. Los padres o
maestros pueden usar varias preguntas para entender con claridad y
precisión lo que el niño expresa.
b) ¿Qué opinas de lo que hiciste o estás haciendo? (Valoración). Es
indispensable que el niño reconozca sin presiones que su actuación NO
ha sido la mejor posible. A través de preguntas sucesivas se puede
lograr que razone y vea algunas consecuencias negativas o absurdos
derivados de lo que ha hecho. Dos preguntas clave son: ¿Recomendarías
que lo que tu hiciste o has estado haciendo lo hicieran todas las
personas en situaciones similares? ¿Qué sucedería si todos actuaran de
esa manera?
c) ¿Qué propones o qué podrías hacer? (Alternativas). Aún niños
pequeños, de 2 o 3 años, son capaces de proponer opciones razonables
para hacer frente a las situaciones que han causado conflicto. Un
secreto psicológico fundamental es que un niño, como un adulto, se
compromete mucho más con lo que él mismo dice y no tanto con lo que
otra persona le indica. Sus propuestas pueden ser complementadas o
retocadas por el adulto para hacerlas más efectivas.
d) ¿Podrás lograrlo?... ¿seguro? (Desafío y mentalización). Este tipo
de pregunta provoca que el niño reitere una o dos veces su convicción
de cumplir con lo que ha propuesto, lo cual aumenta la probabilidad de
que así lo haga. Es lo que llamamos mentalización: la creación de un
circuito mental para que ante la ocurrencia de una situación
determinada la propuesta generada aparezca de inmediato como forma de
reaccionar, logrando su efectividad.
10. Cuento o guiñol mayéutico
El cuento o guiñol mayéutico es muy importante usarlo con niños entre
1 y 4 años de edad, pero podría ser útil aún con niños mayores, e
incluso con adolescentes y adultos.
El padre o maestro puede inventar un cuento con varios personajes y
situaciones como las que están siendo un problema: niños que no
quieren comer, o que rechazan ser inyectados ante una enfermedad, etc.
Los personajes tienen nombres chistosos, llamativos e ilustrativos de
su actitud. Cada personaje representa una posible actitud o manera de
actuar ante la situación. El cuento transcurre narrando la acción de
cada personaje y las consecuencias lógicas o naturales de su manera de
actuar. Alguno de los personajes tiene resultados muy negativos con su
manera de actuar, otro tiene resultados regulares, otro tiene
resultados buenos y otro más puede tener resultados excelentes. Los
personajes que lograron resultados menos buenos aprenden del ejemplo
del que tuvo mejores resultados y al final todos logran éxito.
Para ser efectivo el cuento debe, además, tener los siguientes
ingredientes: fantasía, misterio, cambios emocionales, sorpresa y
magia. Además de que la narración debe ser muy descriptiva y amena
para mantener la atención de los niños.
Dr. Marco Eduardo Murueta
Psicoterapeuta. Doctor en Filosofía. Profesor de Tiempo Completo en la
UNAM Iztacala. Presidente de la Asociación Mexicana de Alternativas en
Psicología (AMAPSI). Presidente de la Asociación Latinoamericana para
la Formación y la Enseñanza de la Psicología (ALFEPSI). Premio
Mexicano de Psicología 2006. Integrante de la Coordinadora del
Movimiento de Transformación Social (MTS). Coordinador de la Comisión
de Educación y Cultura del Movimiento de Transformación Social.
Integrante del Consejo Nacional de Transformación Educativa (CTE).
Autor de varios libros y artículos científicos. Autor del concepto de
Sociedad del Afecto.
Contacto: murueta.mts@movimiento.com.mx
www.movimiento.com.mx
www.amapsi.org
Tels. 53 41 80 12 y 53 41 50 39
potencialidades intelectuales, una personalidad equilibrada y
relaciones sociales positivas?
La forma en que piensa, siente y actúa una persona adulta depende en
mucho de la manera en que se haya relacionado con sus padres y
maestros durante la infancia y la adolescencia.
Si cambiamos la manera de tratar a los niños de hoy estaremos
construyendo un país mejor, una humanidad nueva.
1. Diálogo sí, imposición no
Algunos padres de familia y algunos maestros piensan que los niños
deben obedecer por principio de autoridad, aunque no comprendan el
por qué se les dan determinadas indicaciones. Si no obedecen se les
castiga, a veces con golpes y otras torturas. Estos padres y maestros
no consideran importante atender y comprender los puntos de vista de
los niños, piensan que no tienen capacidad. Algunos efectos de esto
son: resentimiento, temor, inseguridad y nerviosismo, rebeldía,
irracionalidad, apatía, timidez, mentiras frecuentes
En lugar de esa actitud impositiva es conveniente intentar que los
niños comprendan las razones que existen para hacer algo o dejar de
hacerlo. Establecer el diálogo con ellos significa fundamentalmente
escuchar con atención sus puntos de vista y tomarlos en cuenta para
llegar a una conclusión aceptable. Un niño que es educado a través del
diálogo desarrolla confianza en sí mismo y en los demás, aprende a
razonar y a ser responsable.
2. Juego y convivencia padres-hijos
La interacción entre los padres y los hijos a través del juego es una
de las formas de acercamiento afectivo más importantes. El juego entre
padres e hijos favorece la confianza, la comprensión y el afecto
mutuo, lo cual facilita la convivencia y el apoyo en otras esferas de
la vida.
3. Intimidad por diadas
Un niño como un adulto tendrá más motivación e interés en diferentes
aspectos de la vida en la medida en que sienta confianza para
compartir sus sentimientos, experiencias e ideas con personas
cercanas. Puede lograrse mayor profundidad en la comprensión y la
confianza a través de la charla y la convivencia entre solamente dos
personas. Por ello, además de las convivencias y charlas familiares
donde participen varios integrantes de la familia, es importante que
los padres procuren los espacios de convivencia diádica, es decir,
entre 2 personas; lo que involucra tanto el espacio para la relación
de pareja, como momentos en que la interacción es exclusiva y cercana
de cada padre con cada uno de los hijos, así como entre hermanos. Esto
promoverá una mayor cohesión y un ambiente más armonioso en toda la
familia.
4. ¿Premios? casi no... más bien “aprecio espontáneo”
No es conveniente ofrecer continuamente premios a los niños a cambio
de que ayuden en alguna actividad o logren una calificación en la
escuela. Es mucho más conveniente dar caricias, palabras positivas,
detalles y regalos de una manera “espontánea”, pero cercana en el
tiempo a las acciones positivas. Eso sí, es conveniente que los padres
y maestros estén atentos y valoren expresamente cada pequeño avance
positivo de los niños, en lugar de atender principalmente a sus
acciones negativas, como generalmente se acostumbra.
5. Evitar el castigo, respeto mutuo
Se ha demostrado que el castigo, sea físico o verbal, únicamente
produce consecuencias negativas y realmente no es efectivo para lograr
algún cambio positivo. Es fundamental que los padres y maestros eviten
castigar o regañar a los niños, pues estarán logrando lo opuesto de lo
que pretenden. Si los castigan, ellos les perderán confianza, sentirán
rencor, se volverán rebeldes o tímidos, inseguros, mentirosos, etc.
Experimentos han demostrado que el efecto del castigo leve o moderado
suele ser transitorio y luego es contraproducente. Cuando el castigo
es muy severo puede hacer que una conducta desaparezca pero deja una
huella traumática en los niños que será difícil restaurar con
psicoterapia. No obstante, es importante saber que el efecto
traumatizante de los castigos disminuye cuando es mayor la proporción
de afecto y reconocimiento positivo que se brinda a los niños.
6. Manejo de límites
Es muy importante que los padres y maestros sean respetuosos de la
integridad de los niños, al mismo tiempo que exigen que ellos les
respeten. Los padres y maestros deben mostrar claramente su molestia y
desacuerdo con las faltas al respeto y con el no cumplimiento de
acuerdos por parte de los niños. Orientarlos, definir límites claros y
mostrar el desacuerdo sin castigarlos. Si un niño no colabora
razonablemente, o no cumple los acuerdos que ha aceptado, es derecho
de los padres y maestros disminuir de manera proporcional la
colaboración hacia el niño. Así los niños aprenden a manejar límites.
Entienden que es valiosa la colaboración mutua y participan con gusto.
7. Decir “sí”, cuando no hay razones para decir “no”
Debido a la dinámica común, los padres y maestros muchas veces están
predispuestos a negarse a las peticiones que les hacen los niños.
Sólo cuando éstos insisten mucho o hacen berrinche, los padres o
maestros ceden de mala gana, pero favoreciendo que los chicos aprendan
a molestarlos como una manera de lograr lo que quieren. En lugar de
esto, es conveniente estar predispuestos a decir que sí a las
peticiones de los niños, salvo que haya razones claras y suficientes
para decir que no, y en este caso es importante mantenerse firmes y no
ceder por la simple presión de los menores. Mantener la firmeza es
distinto a dejar de atender y comprender los argumentos razonables que
puedan tener los niños.
8. Evitar la sobreprotección: delegar responsabilidades
La sobreprotección destruye la autoestima y la seguridad. Los padres
sobreprotectores son ansiosos y se adelantan a tomar la iniciativa
para resolver situaciones de los hijos, sin dar el tiempo razonable
para que ellos se ocupen de lo que les corresponde. Esos padres no
delegan en sus hijos responsabilidades en la medida que crecen,
provocando que los niños no desarrollen habilidades y capacidades para
manejar por sí mismo las situaciones. Paradójicamente, al ver cómo se
vuelven irresponsables e inútiles, esos mismos padres les regañan y
reclaman airadamente y con desesperación su falta de voluntad, de
compromiso y de desarrollo, con lo cual destruyen aún más su
autovaloración. Después de los reclamos, esos padres se encargan de
resolver el problema, haciendo un círculo vicioso muy dañino.
Para el fortalecimiento de la autoestima es básico el sentido de
responsabilidad y percibirse como alguien útil y capaz de hacer. De
allí la importancia de encargar a los niños determinadas
responsabilidades adecuadas a sus capacidades.
9. La mayéutica para el manejo de desacuerdos o acciones “negativas”
Comúnmente los adultos hacen un monólogo frente a los niños para
explicarles lo que deben hacer. Sócrates utilizaba la mayéutica para
hacer razonar a su interlocutor mediante preguntas sistemáticas. Esta
técnica es muy útil en la educación de los niños.
Cuando un padre o maestro esté en desacuerdo con un niño, en lugar de
castigarlo, reprimirlo, regañarlo o mostrarse indiferente, puede
aplicar la mayéutica a través de cuatro preguntas guía para lograr una
solución exitosa. Las preguntas deben ser expresadas de manera cordial
y amigable.
a) ¿Qué ocurre o qué ocurrió? Es necesario escuchar con calma la
versión del niño o adolescente, apoyarlo para que exprese completo su
punto de vista, aunque no se esté de acuerdo con él. Los padres o
maestros pueden usar varias preguntas para entender con claridad y
precisión lo que el niño expresa.
b) ¿Qué opinas de lo que hiciste o estás haciendo? (Valoración). Es
indispensable que el niño reconozca sin presiones que su actuación NO
ha sido la mejor posible. A través de preguntas sucesivas se puede
lograr que razone y vea algunas consecuencias negativas o absurdos
derivados de lo que ha hecho. Dos preguntas clave son: ¿Recomendarías
que lo que tu hiciste o has estado haciendo lo hicieran todas las
personas en situaciones similares? ¿Qué sucedería si todos actuaran de
esa manera?
c) ¿Qué propones o qué podrías hacer? (Alternativas). Aún niños
pequeños, de 2 o 3 años, son capaces de proponer opciones razonables
para hacer frente a las situaciones que han causado conflicto. Un
secreto psicológico fundamental es que un niño, como un adulto, se
compromete mucho más con lo que él mismo dice y no tanto con lo que
otra persona le indica. Sus propuestas pueden ser complementadas o
retocadas por el adulto para hacerlas más efectivas.
d) ¿Podrás lograrlo?... ¿seguro? (Desafío y mentalización). Este tipo
de pregunta provoca que el niño reitere una o dos veces su convicción
de cumplir con lo que ha propuesto, lo cual aumenta la probabilidad de
que así lo haga. Es lo que llamamos mentalización: la creación de un
circuito mental para que ante la ocurrencia de una situación
determinada la propuesta generada aparezca de inmediato como forma de
reaccionar, logrando su efectividad.
10. Cuento o guiñol mayéutico
El cuento o guiñol mayéutico es muy importante usarlo con niños entre
1 y 4 años de edad, pero podría ser útil aún con niños mayores, e
incluso con adolescentes y adultos.
El padre o maestro puede inventar un cuento con varios personajes y
situaciones como las que están siendo un problema: niños que no
quieren comer, o que rechazan ser inyectados ante una enfermedad, etc.
Los personajes tienen nombres chistosos, llamativos e ilustrativos de
su actitud. Cada personaje representa una posible actitud o manera de
actuar ante la situación. El cuento transcurre narrando la acción de
cada personaje y las consecuencias lógicas o naturales de su manera de
actuar. Alguno de los personajes tiene resultados muy negativos con su
manera de actuar, otro tiene resultados regulares, otro tiene
resultados buenos y otro más puede tener resultados excelentes. Los
personajes que lograron resultados menos buenos aprenden del ejemplo
del que tuvo mejores resultados y al final todos logran éxito.
Para ser efectivo el cuento debe, además, tener los siguientes
ingredientes: fantasía, misterio, cambios emocionales, sorpresa y
magia. Además de que la narración debe ser muy descriptiva y amena
para mantener la atención de los niños.
Dr. Marco Eduardo Murueta
Psicoterapeuta. Doctor en Filosofía. Profesor de Tiempo Completo en la
UNAM Iztacala. Presidente de la Asociación Mexicana de Alternativas en
Psicología (AMAPSI). Presidente de la Asociación Latinoamericana para
la Formación y la Enseñanza de la Psicología (ALFEPSI). Premio
Mexicano de Psicología 2006. Integrante de la Coordinadora del
Movimiento de Transformación Social (MTS). Coordinador de la Comisión
de Educación y Cultura del Movimiento de Transformación Social.
Integrante del Consejo Nacional de Transformación Educativa (CTE).
Autor de varios libros y artículos científicos. Autor del concepto de
Sociedad del Afecto.
Contacto: murueta.mts@movimiento.com.mx
www.movimiento.com.mx
www.amapsi.org
Tels. 53 41 80 12 y 53 41 50 39
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