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jueves, 19 de julio de 2012

"División de la lectura" Capítulo II Luis Hernández Montalvo


“División de la lectura” Capítulo II



Luis Hernández Montalvo



La semana pasada publicamos la primera parte del cuaderno de notas ¿debo escribir de apuntes? de la profesora Carmen Álvarez sobre la enseñanza de la lectura y escritura. Esto parece ser un pequeño curso que busca interesar a los futuros profesores en la importancia de la enseñanza de la lectura y la escritura a finales del siglo XIX y principios del siglo anterior en la escuela primaria; inicia con una visión histórica muy limitada, pero necesaria.

Cuando leía estas notas, recordé la argumentación del educador francés Célestin Freinet en “El método natural de lectura”; que resumiendo, decía que la humanidad esperó miles de años antes que descubriera el abecedario. Mencionaba como aparece primero el balbuceo, los sonidos, el dibujo rupestre, como mecanismos de comunicación y muy posteriormente, el alfabeto.

Freinet sostenía que este mismo proceso se repite en los niños. Observaba a su pequeña hija, cuando tiraba el tintero y al mancharse la mano, veía el descubrimiento de plasmar manos en su escritorio, en las paredes…de ahí que es un contrasentido enseñar a los niños el alfabeto, sin pasar por el dibujo.   

En este cuaderno de notas de la profesora Álvarez; nos encontramos con una “División de la lectura”: “Puede haber distintas clases de lecturas. Las más importantes son estas:

“Lectura corriente.- La simple interpretación oral de los signos de la escritura es decir las transformaciones de las palabras escritas en palabras habladas, la lectura en fin simple, sensible en la que se respetan las pausas y se da el valor correspondiente a cada uno de los demás signos ortográficos, recibe el nombre de lectura corriente”.

“Lectura expresiva.- Cuando además de la interpretación de las letras y signos ortográficos, se tiene en cuenta para leer el espíritu que tiene el autor cuando escribió lo que estamos leyendo, si tratamos de poner la misma emoción que lo embargara, si usamos porque nuestros sentimentalismo vibre, y se despierte con la lectura de tal manera que el auditorio se conmueva con lo que estamos diciendo, en una palabra: si leemos lo interpretamos, esa lectura como  lo haría el propio autor, haremos lectura expresiva. Para esto, es indispensable percatarse de la índole del trozo que se va a leer, algunas veces estará empapado de una gris melancolía, en otras lucirá una elegancia rotunda en ocasiones será de una seriedad desconcertante, en otras, ostentará los aguijones de la ironía, en otras ocasiones más estará envuelto en una tristeza indefendible. Pues bien: cuando se lea un discurso como si lo estuviéramos diciendo en la tribuna, un sermón como si se dijera desde el púlpito, una oda heroica como si estuviéramos oyendo desfilar un gran ejército, el viajar de sus caballos, y las trompetas de sus regimientos. Cuando por el contrario pongamos la emoción dividida a una selección  que la necesita la ironiza consiguiente a un trozo que la exige, cuando para decirlo de una vez hagamos que los oyentes si están con nuestra lectura lo mismo exactamente que estamos sintiendo, solo entonces sabremos leer expresivamente”.

“Lectura improvisada.- Cuando sin ninguna preparación, súbitamente nos pide que leamos un escrito que no habíamos visto antes, hacemos de él una lectura improvisada o a primera vista; cuando no se tiene la práctica suficiente , es natural que en estos casos se nos lleguen a escapar equivocaciones, titubeos, inseguridades en las cadencias, defectillos todos que benevolentemente tendrán que ser perdonados por el auditorio”.

“Lectura preparada.- Esta lectura es la que como su nombre lo dice, se estudia, se prepara, siempre con el objeto de leer ante un público escogido; en una fiesta familiar, y más aún en una ceremonia de gala. Para preparar una lectura precisa hacer lo siguiente: una vez escogido el trozo debemos leerlo varias veces, para darnos cuenta perfecta y cabal de lo que dice, de cual es su índole, que emociones poner en él, etc. etc.

Después debemos empezar a hacerlo en voz alta, con la entonación apropiada, con las pausas debidas, con las cadencias exigidas, para que al mismo tiempo que los estudiamos podamos corregir personalmente los defectos que tenga; por último ¿Si no tenemos el hábito de leer en público y más aún si no contamos con la práctica suficiente? Debemos leerlo nuevamente ante una persona que sepa de lectura, para que los defectos que nosotros no pudimos notar sean notados y corregidos por ella. Una vez hecho esto podemos ya confiadamente ir ante el público y leer nuestra selección”.

“Lectura mental.- Cuando tenemos frente a nosotros un escrito y nos damos cuenta de lo que contiene sin necesidad de cambiar las letras por sonidos de otro modo cuando sin necesidad de pronunciar las palabras, sin mover siquiera los labios pasamos los ojos frente a las letras y por medio de la memoria vamos recordando el valor de cada una de ellas, y mentalmente reconstruimos la palabra cuando en fin: leemos sin pronunciar, hacemos lectura mental, esta lectura también recibe el nombre de lectura para uno mismo puesto que solamente nosotros nos daremos cuenta de lo que está escrito, ya que para un auditorio pueda percatarse de lo mismo se requiere indispensablemente el lenguaje oral, las palabras habladas que en este caso no existen. Esta lectura se hace cuando estudiamos, cuando tratamos de leer algo que para los demás no tiene importancia, y es un vicio imperdonable mover los labios como si estuviéramos hablando, no habiendo necesidad de ello”.

“Lectura para los demás.- Cuando la lectura se hace en voz alta de modo que los demás puedan escucharnos y puedan aprovecharla, se llama lectura para los demás; debe hacerse siempre que haya alguien que nos escuche y que deba informarse de lo escrito. Si la lectura en voz alta se hace entre varias personas con el objeto de corregir defectos de velocidad, pronunciación, altura, etc. etc. se llama lectura coral, y se acostumbra hacerla en las escuelas”.                 

-Dirán algunos informados y cultos profesores que esto es “pedagogía tradicional”. Lamentablemente los aspirantes a la carrera docente en las escuelas normales se quejan de que sus maestros no conocen nada o casi nada sobre métodos de la enseñanza de la lectura y escritura.

Qué los maestros que egresan de nuestras escuelas normales, lo hacen sin contar con las competencias básicas profesionales para la enseñanza de la lectura y la escritura en las escuelas primarias y que los maestros –con grado de licenciatura en educación- ni escriben, ni leen ¿Cómo entonces van a enseñar lo que no tienen?

Si es la escuela pública o privada, los niños llenan las planas de sus libretas con “vocales y abecedarios”, copiando las lecciones de sus libros, pero la inmensa mayoría, no cuenta con las herramientas básicas para trabajar con los niños la introducción a las primeras letras.

Y todavía da tristeza, cuando a los niños de preescolar se les obliga a estas prácticas de copiado.

Lo mismo ocurre con el concepto de número y la enseñanza del cálculo. Por eso llegan a la secundaria sin poder relacionar o explicar el porqué de las unidades, decenas, centenas…

La próxima semana publicaré el siguiente capítulo “Los signos de la escritura”.



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