La certeza electoral y
el futuro de los trabajadores
Luis Hernández Montalvo
“Los trabajadores seguimos siendo el pariente pobre de la democracia”
Marcelino Camacho
La izquierda en México aún no es una
comunidad de intereses. Andrés Manuel López Obrador fue el candidato a la
Presidencia de la República de una diversidad de visiones e intereses políticos
y económicos apenas reencontrados y congregados por la figura de un líder carismático
que se colocó por encima de las pugnas “del éter las izquierdas.”
En esta complejidad de intereses;
en no pocas ocasiones confrontados e incluso enfrentados; el señor Manuel
Camacho Solís, Coordinador de Diálogo para la Reconstrucción de México se
convirtió en el vocero de esa diversidad para anunciar, un día después de las
elecciones, que “las izquierdas” celebraban el incremento de las preferencias
electorales para los partidos que postularon candidatos a diputados, senadores
y gobernadores, colocándose como segunda fuerza nacional.
Alguien preguntó: -¿Y la
presidencia de la República?
-Como respuesta: -“AMLO decidirá lo
que sigue…“
Durante la campaña electoral fue
visible la ausencia de los líderes de los partidos políticos coaligados. No solo
me refiero a su presencia física, sino en la elaboración de la política que
debieran desplegar los candidatos y los líderes en cada una de las entidades
federativas; en la coordinación de los grupos de campaña y en la respuesta
puntual a los ataques de los adversarios del candidato de “las izquierdas”.
Ahora los líderes de los partidos
políticos de “las izquierdas” nos deben un balance puntual de lo ocurrido en
las elecciones. En este balance, deben valorar el papel de las leyes
electorales y la forma de integración del árbitro de las elecciones así como la
eficacia de los tribunales y fiscalías responsables de garantizar la equidad de
la contienda electoral.
Hoy a diferencia de 1988 y 2006,
los partidos y los principales actores en la construcción de nuevas mayorías;
como los medios de comunicación, los expertos en mercadotecnia electoral, las
televisoras y sus comentaristas, articulistas y conductores en la construcción
de opinión pública, incluyendo las encuestadoras, todos son cuestionados en los
resultados y en la certeza de las elecciones donde “las izquierdas” se quedan
con resultados marginales frente a la Presidencia de la República.
En esta evaluación los partidos
deben trazar una ruta clara para las batallas que vienen. ¿Cuál debe ser la
actitud de los partidos con el movimiento social, estudiantil y juvenil en la
lucha por profundizar la democracia en México? ¿Cuál debe ser el papel de los
diputados y senadores de “las izquierdas” ante las llamadas reformas estructurales,
fundamentalmente las que tienen relación con la reforma laboral y de la educación pública?
Como lo señaló en su momento
Marcelino Camacho: los trabajadores no queremos seguir siendo los parientes
pobres de la democracia; no queremos vernos en el espejo de las políticas
regresivas del pueblo español, en donde las reformas laborales condenan a
millones al desempleo, a los bajos salarios, a la desesperación y a la falta de
certeza en un presente y a un futuro mejor.
Los que confiamos nuestro voto a
los partidos de izquierda demandamos una actitud responsable de los diputados y
senadores en el ejercicio de una vida parlamentaria unitaria y desearíamos que
se constituyeran en una sola fracción, que les permita actuar con mayor
eficacia en la propuesta de reformas a las leyes y en la defensa de los
intereses de los electores.
Los retos que enfrentará la nación no los podrá resolver un hombre por iluminado que sea; tampoco será tarea del poder exclusivo de un solo partido político. La democratización más profunda del país y sus instituciones requieren de una fuerza social lo más amplia posible, que coloque las razones éticas, antes que las razones políticas y partidarias.
“Las izquierdas” y sus partidos
deben revisar sus prácticas de democracia interna, el contenido de sus
programas y la agenda nacional ante una nueva reforma política y electoral, su
política de alianzas, los mecanismos para incorporar nuevos cuadros a los
distintos órganos del partido, y los métodos para elegir a sus candidatos .
En la calle hay un movimiento
autónomo que demanda mayor democracia. Su existencia ha sido tolerada, pero se
corre el riesgo de que pueda ser reprimido. Los partidos deben elaborar una
política ahora, que busque crear mayores espacios de participación y
coordinación. Ningún sindicato destruido por motivos políticos y de control;
ningún trabajador cesado por sus ideas o por la acción de su sindicato.
La izquierda debe convertirse en
un actor fundamental en la construcción de un consenso mínimo entre los
mexicanos para la democratización que dé certeza a nuestras instituciones
encargadas de organizar y vigilar el respeto al sufragio efectivo de los
electores.
En México ya está en marcha un
proceso de reagrupación de las distintas fuerzas políticas. La crisis de las
izquierdas, también lo es de las derechas. Josefina Vázquez Mota, decidió
encabezar un movimiento cívico, al margen de la dirección de su partido
político que la postuló a la Presidencia de la República.
Los partidos políticos deben
hacer un esfuerzo para dar una explicación de lo ocurrido en las elecciones del
1º de julio.
La restauración del antiguo régimen
autoritario por el Partido Revolucionario Institucional, me parece lejano
porque en la calle apenas inicia sus primeros pasos la articulación de un
movimiento juvenil muy enérgico e inteligente.
De lo que puedo estar seguro es
que con la Presidencia de la República, el PRI recuperará el viejo edificio
autoritario preservado y administrado torpemente durante los dos últimos
sexenios, por lo que ahora corresponderá también reiniciar un proceso de
reintegración de las distintas pandillas que alcanzaron su relativa autonomía
como los sindicatos, entre los que se encuentran el SNTE y su presidenta, los
gobernadores que surgieron con alianzas de otros partidos…al tiempo, al tiempo.
(08-07-2012)
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