La Jornada
Jueves 4 de abril de 2013
Astillero
Retórica judicial
Profesores
en la mira
Represión legítima
Coparmex al
rescate
Julio Hernández López
Con la atemorizada cúpula del SNTE en la bolsa (el martes se hizo difundir
una fotografía de la visita a Los Pinos del apocado sucesor de Elba Esther
Gordillo), la legalidad pactista convertida en presunta legitimidad para el uso
de la fuerza contra los opositores y la necesidad táctica de reforzar la
percepción de que el cesarismo restaurado no se detendrá ante nada ni nadie,
Enrique Peña Nieto ha dicho que no permitirá presiones en contra ni retrocesos
en cuanto a la reforma educativa que en Oaxaca y en Guerrero, sobre todo, está
enfrentando un activismo desbordado que puede convertirse en un movimiento social
más amplio y duradero o en la primera oportunidad abierta y expresa de
represión federal justificada contra un reducto adverso (el primer golpe fue el
1º de diciembre, contra el #YoSoy132 y los ciudadanos capitalinos que rechazan
a Peña Nieto y al PRI, pero no fue asumido por las autoridades de manera
abierta y expresa, sino encubierta en circunstancias confusas que a la fecha
siguen sin ser aclaradas).
El aire sentencioso del actual
ocupante de Los Pinos tuvo como precedente el discurso pronunciado por el
titular de la SEP y el SNTE, Emilio Chuayffet, quien ya desempeñó similar
oficio de telonero trágico horas antes de la caída en prisión de la hasta
entonces retadora Elba Esther Gordillo. Con solemnidad gestual de verdugo
retórico, el ex secretario de Gobernación proclamó, con copia al agente del
ministerio público que corresponda: el que argumenta que lucha por la educación
violando los derechos de terceros carece de razón legal y más aún de autoridad
moral.
Los juegos judiciales de
palabras tienen como destinatarios inequívocos a las organizaciones de
profesores de Guerrero y Oaxaca que han colocado en jaque a los gobernadores
opositores: Ángel Aguirre, siempre priísta, amigo de Peña Nieto que fue
reclutado por el marcelismo-camachismo para hacerse pasar por perredista
apoyado desde la abstención concertada por el PAN, y Gabino Fue, perdón, Cué,
postulado contra el priísmo ulisista.
Además de las rutinas anuales
de protesta y negociación que se realizan en sus estados y en la capital del
país, en esta ocasión los maestros oaxaqueños y guerrerenses han subido el
grado de confrontación porque el riesgo que enfrentan, con las reformas
peñistas, es mayor. En Chilpancingo, enojados porque el Congreso local actuó en
contra de las propuestas de ese profesorado y en consonancia con las líneas
nacionales de reformismo, apedrearon la sede del Poder Legislativo y generaron
hechos que con delicia fueron tomados por medios de comunicación tradicionales
para exacerbar ánimos sociales contra esos mentores revoltosos.
Durante el sexenio apenas
terminado, el del comandante Felipe Calderón, se vivió una manipulación
mediática constante que sirvió para satanizar adversarios, creando condiciones
para golpear al Sindicato Mexicano de Electricistas, por ejemplo (cruzada contra
el sindicalismo corrupto, se decía, mientras líderes y gremios de calaña
inaceptable seguían intocados porque se mantenían alineados al gobierno en
turno y porque no constituían peligro alguno para negocios jugosísimos, como el
de la fibra óptica). Ahora la maquinaria constructora de percepciones sociales
al gusto del cliente gubernamental va contra los profesores en resistencia, sin
equilibrio informativo ni pluralidad de análisis.
Y sin embargo, extraños asomos
empresariales hacen ver que la presunta nobleza rotunda de la reforma educativa
peñista conlleva ingredientes ya advertidos por algunos de los opositores pero
ahora debutantes sin recato ni simulación. La confederación de patrones de
México, la Coparmex, se hace presente con aires de salvadora de la patria al
ofrecer la prestación de servicios educativos sustitutos en caso de que en los
próximos días los profesores en lucha declaren paro de labores. Limpios de toda
culpa en la catástrofe nacional, sin beneficios fiscales ni políticos que por su
injusticia hubiesen contribuido a la pobreza y la crispación social, ciudadanos
ejemplares que jamás se han beneficiado de la corrupción política ni del manejo
faccioso de la economía nacional, los patrones se lanzan De panzazo a una
especie de guerrilla educativa, listos para entrarle con recursos económicos al
desplazamiento de los maestros en protesta, decididos a entrarle al gran
negocio de la privatización educativa que está en el fondo de los clausulados
reformistas, junto con el objetivo de debilitar las posturas laicas, juaristas,
del profesorado tradicional que ahora irá viendo cómo con el ingreso de los
capitales privados a las aulas también se facilita la mayor presencia del clero
en los contenidos y la operación educativos.
Los patrones mexicanos no
solamente están decididos a poner dinero para esas clases extramuros pues,
según el anuncio hecho ayer, también le entrarán a la faena política, buscando
que en el esquirolaje participen padres de familia y organizaciones de la
sociedad civil. El ingreso del capital privado al negocio educativo podría
suministrar de inmediato aspirantes a ocupar las plazas que fueran declaradas
en abandono jurídico por la SEP que ya exhortó a los gobernadores de los
estados a que levanten actas contra aquellos profesores que no asistan a las
escuelas por manifestarse contra la reforma peñista. También crece, con el
apoyo de los gobiernos federal, oaxaqueño y guerrerense, la exigencia de
hoteleros, comerciantes y sociedad civil para que se inicie acción penal contra
los profesores activistas.
El escenario escogido para
hacer tales elogios de la legalidad y su riguroso cumplimiento fue Boca del
Río, ciudad conurbada con la de Veracruz a la que el mexiquense declaró capital
del Estado aunque luego corrigió, enviando un saludo a Xalapa y reconociendo
como excepción lo que otros consideran ya casi una regla: también el presidente
de la república a veces se equivoca (sic en las varias partes de esta oración).
Y, mientras Cué aprieta el puño en Oaxaca para favorecer a productoras de
energía eólica, ¡hasta mañana!
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