Víctor Flores Olea / La reforma educativa ¿sin interlocutores?
Víctor Flores OleaPublicado: 15/04/2013 10:21
México, DF. La reacción que ha originado la reforma educatlevadoiva, tal vez demasiado radical pero limitada, concentrada sobre todo en Guerrero y Oaxaca, ha desatado ya muchas guerras de nervios y llevado, me parece, a demasiadas declaraciones oficiales de todos los niveles. Sí, lo sabemos bien, el derecho es primero e inviolable. Pero el problema no radica allí sino en el hecho de que, de pronto, se tornan normas constitucionales ciertos principios que resultan tremendamente ajenos y remotos de la circunstancia que viven las distintas regiones de la República.
El tema de la reforma educative, y las demás que aguardan en las gavetas del Poder Ejecutivo, no son ajenas al hecho de que hoy, al inicio del siglo XXI, que la sociedad en todas partes es tremendamente plural y que no es possible someter a un solo patrón esa diversidad que constituye la naturaleza misma de la sociedad contemporánea (?de todas las sociedades, guardando distancias por motivo de tiempo y lugar?. Tal cosa parece reconocida plenamente por Enrique Peña Nieto (y colaboradores) en variedad de discursos y, sin embargo, a la hora de la verdad unos y otros parecen distanciarse gravemente de sus propios pronunciamientos.
Opino que los actuals conflictos nacionales, comenzando por el de la reforma educativa, tienen como defecto de entrada su pretendida “universalidad”, cuando a todas luces hubiera sido necesaria, antes de su aplicación, una real consulta e intercambio no solo con los profesores directamente afectados, estudiantes, padres de familia, sino también con los conocedores de la específica realidad social en la que se aplicaría esa reforma.
Ha tenido virtudes la velocidad con la que Peña Nieto se ha propuesto mover a la República. Tal rapidez le otorga sin duda, desde el inicio, carácter a su administración. Pero también acarrea los peligros siempre presentes en política cuando prevalence la prisa obsesiva: la política sufre vacíos, desprecios y descuidos. Me parece que tal ha sido la falla principal de esta administración, por ejemplo en el plano de la reforma educativa, que faltó consulta en profundidad con todos los directamente afectados (inclusive disidentes, que podían haber aportado elementos sumamente valiosos e imaginativos para la aplicación concreta de la ley).
Hace unos días, en entrevista con Carmen Aristegui, Gilberto Guevara Niebla, que fue integrante del Comité de Huelga en el conflicto estudiantil-gobierno de 1968 y que ahora se ha especializado en cuestiones educativas, me parece que coincide esencialmente con esta visión respecto a la actual reforma educativa: su imposibilidad de aplicarse a raja table y sin distinciones en todo el territorio nacional, precisamente porque carece de las necesarias
modulaciones locales y regionales que surgirían de una consulta mucho más amplia y detallada, verdaderamente a fondo. Y, por tanto, más rica y menos impositiva, digamos “sin verdadera causa”. Comprendía plenamente las necesidades de urgencia en cualquier desempeño politico, pero apreciaba más, si se quiere, la solidez que otorgan la consulta y el conocimiento. Sobre todo indispensables en un regimen auténticamente democrático.
Ojalá esta experiencia sea útil en las futuras reformas que parece preparer el gobierno de la República, y que han sido ya anunciadas, como la reforma energética o la reforma fiscal. Sería para todos muy útil, y par las leyes mismas una ganancia neta, que su envío al legislative fuera precedido en todo caso por una consulta verdaderamente amplia, no sólo de los directamente afectados sino de todos aquellos que han hecho de esos campos de estudio una verdadera especialidad, práctica o académica. Me parece que el gobierno llegaría con más autoridad a sugerir determinadas reformas, evitándole además o haciendo de plano muy difíciles los conflictos ex-post facto.
Me parece que esta abundante presencia social e intelectual en las consultas redundaría en beneficio de la sociedad entera y del gobierno. De la sociedad porque sería una oportunidad única de que considerara a fondo y con conocimiento de causa a varios de los principales temas de importancia nacional, originando una politización de alto rango en la ciudadanía, y al gobierno la oportunidad de reflexionar y presenter sus perspectivas y opiniones con los más sólidos argumentos posibles. Es decir, el ejercicio sería altamente benéfico para el conjunto del país, a corto y a largo plazo.
Se trataría de un verdadero curso de politización y de formación para la ciudadanía en distintas dimensiones. Ésta tarea seguramente es una de las más urgentes en el marco nacional.
Por su lado, el filósofo politico y academico Enrique Dussel, refiriéndose a los llamados “grupos de autodefensa” o “policías comunitarios”,dijo en una conferencia en la ciudad de Acapulco que debieran atemorizar “menos” si los consideramos, como son, expresiones distintas de la soberanía popular. Claro que son comprensibles las preocupaciones que han despertado principalmente por su carácter “armado”, que pudieran derivar en guerrillas, se dice, o en grupos paramilitares. Para Dusssel debieran explicarse más bien como compensaciones a una situación en que las “fuerzas” del orden, durante décadas, han sido incapaces de garantizar la seguridad de grandes sectores sociales, del abandono y la corrupción que han privado en muchos de los mandos oficiales, situación que está en el origen de la inseguriad e indefención en que se sienten en México grandes grupos sociales. De allí principalmente esas policías comunitarias.
Pensamos entonces que respecto a muchas de las reformas en que se ha tirado apresuradamente el gobierno de Peña Nieto, cabe no sólo esperar una reflexión mayor y una consulta intensive con los sectores sociales involucrados y que recibirán mayormente los efectos de tales reformas, sino que tal intercambio y consulta resultan a estas alturas absolutamente imprescindibles, so pena de que se produzcan en el país conflictos multiplicados de la más distinta índole. Uno de los aspectos esenciales de las democracias modernas tiene que ver con el intercambio y la comunicación abierta entre la sociedad y los órganos legislativos de la misma sociedad.
¿Se quiere transformar al país? Hagámoslo con la participación democrática de la sociedad entera, tal como lo dispone la Constitución de la República.
El tema de la reforma educative, y las demás que aguardan en las gavetas del Poder Ejecutivo, no son ajenas al hecho de que hoy, al inicio del siglo XXI, que la sociedad en todas partes es tremendamente plural y que no es possible someter a un solo patrón esa diversidad que constituye la naturaleza misma de la sociedad contemporánea (?de todas las sociedades, guardando distancias por motivo de tiempo y lugar?. Tal cosa parece reconocida plenamente por Enrique Peña Nieto (y colaboradores) en variedad de discursos y, sin embargo, a la hora de la verdad unos y otros parecen distanciarse gravemente de sus propios pronunciamientos.
Opino que los actuals conflictos nacionales, comenzando por el de la reforma educativa, tienen como defecto de entrada su pretendida “universalidad”, cuando a todas luces hubiera sido necesaria, antes de su aplicación, una real consulta e intercambio no solo con los profesores directamente afectados, estudiantes, padres de familia, sino también con los conocedores de la específica realidad social en la que se aplicaría esa reforma.
Ha tenido virtudes la velocidad con la que Peña Nieto se ha propuesto mover a la República. Tal rapidez le otorga sin duda, desde el inicio, carácter a su administración. Pero también acarrea los peligros siempre presentes en política cuando prevalence la prisa obsesiva: la política sufre vacíos, desprecios y descuidos. Me parece que tal ha sido la falla principal de esta administración, por ejemplo en el plano de la reforma educativa, que faltó consulta en profundidad con todos los directamente afectados (inclusive disidentes, que podían haber aportado elementos sumamente valiosos e imaginativos para la aplicación concreta de la ley).
Hace unos días, en entrevista con Carmen Aristegui, Gilberto Guevara Niebla, que fue integrante del Comité de Huelga en el conflicto estudiantil-gobierno de 1968 y que ahora se ha especializado en cuestiones educativas, me parece que coincide esencialmente con esta visión respecto a la actual reforma educativa: su imposibilidad de aplicarse a raja table y sin distinciones en todo el territorio nacional, precisamente porque carece de las necesarias
modulaciones locales y regionales que surgirían de una consulta mucho más amplia y detallada, verdaderamente a fondo. Y, por tanto, más rica y menos impositiva, digamos “sin verdadera causa”. Comprendía plenamente las necesidades de urgencia en cualquier desempeño politico, pero apreciaba más, si se quiere, la solidez que otorgan la consulta y el conocimiento. Sobre todo indispensables en un regimen auténticamente democrático.
Ojalá esta experiencia sea útil en las futuras reformas que parece preparer el gobierno de la República, y que han sido ya anunciadas, como la reforma energética o la reforma fiscal. Sería para todos muy útil, y par las leyes mismas una ganancia neta, que su envío al legislative fuera precedido en todo caso por una consulta verdaderamente amplia, no sólo de los directamente afectados sino de todos aquellos que han hecho de esos campos de estudio una verdadera especialidad, práctica o académica. Me parece que el gobierno llegaría con más autoridad a sugerir determinadas reformas, evitándole además o haciendo de plano muy difíciles los conflictos ex-post facto.
Me parece que esta abundante presencia social e intelectual en las consultas redundaría en beneficio de la sociedad entera y del gobierno. De la sociedad porque sería una oportunidad única de que considerara a fondo y con conocimiento de causa a varios de los principales temas de importancia nacional, originando una politización de alto rango en la ciudadanía, y al gobierno la oportunidad de reflexionar y presenter sus perspectivas y opiniones con los más sólidos argumentos posibles. Es decir, el ejercicio sería altamente benéfico para el conjunto del país, a corto y a largo plazo.
Se trataría de un verdadero curso de politización y de formación para la ciudadanía en distintas dimensiones. Ésta tarea seguramente es una de las más urgentes en el marco nacional.
Por su lado, el filósofo politico y academico Enrique Dussel, refiriéndose a los llamados “grupos de autodefensa” o “policías comunitarios”,dijo en una conferencia en la ciudad de Acapulco que debieran atemorizar “menos” si los consideramos, como son, expresiones distintas de la soberanía popular. Claro que son comprensibles las preocupaciones que han despertado principalmente por su carácter “armado”, que pudieran derivar en guerrillas, se dice, o en grupos paramilitares. Para Dusssel debieran explicarse más bien como compensaciones a una situación en que las “fuerzas” del orden, durante décadas, han sido incapaces de garantizar la seguridad de grandes sectores sociales, del abandono y la corrupción que han privado en muchos de los mandos oficiales, situación que está en el origen de la inseguriad e indefención en que se sienten en México grandes grupos sociales. De allí principalmente esas policías comunitarias.
Pensamos entonces que respecto a muchas de las reformas en que se ha tirado apresuradamente el gobierno de Peña Nieto, cabe no sólo esperar una reflexión mayor y una consulta intensive con los sectores sociales involucrados y que recibirán mayormente los efectos de tales reformas, sino que tal intercambio y consulta resultan a estas alturas absolutamente imprescindibles, so pena de que se produzcan en el país conflictos multiplicados de la más distinta índole. Uno de los aspectos esenciales de las democracias modernas tiene que ver con el intercambio y la comunicación abierta entre la sociedad y los órganos legislativos de la misma sociedad.
¿Se quiere transformar al país? Hagámoslo con la participación democrática de la sociedad entera, tal como lo dispone la Constitución de la República.
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