¿Quiénes son?
Luis Hernández Montalvo
“En cambio nadie recordaba a los
miles de campesinos muertos, los agraristas, los profesores rurales, los
soldados de leva”. José Emilio Pacheco.
¿Quiénes son estos fieros hombres
de ropas sencillas, decoloradas por el uso y sin marca? Las televisoras los
recorren con movimientos de cámara para descubrir unos rostros morenos y unos
pies agrietados casi descalzos o con
guaraches. Portan en las manos unos garrotes que levantan de manera agresiva
contra las fuerzas del orden en su intento por desalojarlos de la autopista del
Sol en la ciudad de Chilpancingo, Guerrero.
El calor de los primeros días de
la primavera hace irrespirable el ambiente contaminado por el estallido de
bombas molotov y el humo de gas lacrimógeno.
Esos garrotes que ahora les
sirven de armas, son las herramientas que les ayudan a subir las pendientes de
las montañas para llegar a trabajar a sus escuelas en la región de Tlapa,
Guerrero; son también armas para defenderse de las alimañas y animales de
montaña y son herramientas de trabajo (coa) en el cultivo de maíz en los
tlacololes.
Las instituciones del Estado no
encuentran una explicación razonable a un fenómeno que ya rebaza en mucho el ámbito
laboral y escolar para convertirse en un movimiento social sin precedentes en
la historia reciente del México del siglo XXI; están verdaderamente preocupados
y contrariados sus líderes en el Congreso de la Unión.
En la refriega han descubierto a
jefes policiacos armados y vestidos de civiles, los han desarmado y los han
entregado a los medios de comunicación. La torpeza de los gobiernos de la
federación y local se expresa en el intento por infiltrarlos para presentarlos como
delincuentes que destruyen la biblioteca del Congreso Local y en la boca de
algunos diputados que los han calificado de terroristas.
Estos hombres y mujeres viven
pacíficamente en sus chozas. Son indígenas bilingües y los distingue su
condición de maestros de escuela –son tlacololeros-
viven y comparten la pobreza con sus paisanos pero su condición de maestros les
permite cobrar un salario miserable pero seguro.
Ahora estos maestros; los más
pobres entre los pobres están indignados porque el actual Secretario de
Educación Pública llegó al puesto amenazando el espacio de su trabajo por el
cual, han conocido un poco de dignidad. Estos hombres y mujeres tienen orgullo
por su trabajo el cual les liga a sentimientos de humillación, en donde cada
sexenio, los políticos en campaña los visitan parta prometerles programas
asistenciales que pretenden acabar con el hambre y la muerte por falta de
higiene, servicios médicos y de seguridad social.
Ahí aparecen de manera solidaria
los grupos armados como las policías comunitarias para caminar con sus hermanos
de raza los maestros de escuela y falta la incorporación en masa de los pueblos
de la montaña y los negros de la costa que trabajan en escuelas insalubres y
sin higiene, al aire libre bajo las inclemencias de la naturaleza.
Los hombres
y mujeres de la clase política no soportan que unos desarrapados que apenas
hablan algunas palabras en español los cuestionen en sus decisiones y en el
trabajo impecable de los intelectuales y académicos con grados y títulos en
universidades extranjeras.
Los maestros se sienten ofendidos
porque en los discursos de los funcionarios de la administración educativa se amenaza
con sancionar a los maestros. Hay coraje y rabia pues ven peligrar su
estabilidad laboral.
Dicen los funcionarios y
gobernantes que el problema del estado de Guerrero, Oaxaca y Michoacán son
problemas aislados, pero en las escuelas de todo el país aún están las lonas
con las leyendas que comprometen a los maestros a defender a la escuela pública
y tras las rejas, Elba Esther Gordillo se encuentra purgando cárcel por la
misma razón.
Este movimiento magisterial ya
provocó que los Congresos locales y sus gobernadores estén trabajando en la
elaboración de las primeras iniciativas de Ley General de Educación, que los
maestros no demanden un salario o incremento de salario, estos maestros van
construyendo un objetivo sobre el camino de la lucha y antes de condenarlos
desde cualquier ángulo de la realidad, debiéramos preguntarles por sus sueños y
sus temores y las instituciones del Estado, debieran mantener canales de diálogo
y comunicación con los directamente responsables de bajar las políticas
públicas a las aulas, para hacerlas realidad, para incorporarlos como aliados
críticos y comprometerlos a mejorar el espacio escolar en sus escuelas.
Sea cual sea el desenlace, el
movimiento magisterial de Guerrero y Oaxaca ya se adelantó a los tiempos
burocráticos del Estado para proponer y discutir la nueva ley reglamentaria de
las reformas a los artículos 3º. Y 73º de la Constitución Política.
En contraste los escenarios
integrados por los rostros serios de los líderes de los partidos políticos
opositores. Los inquietos y preocupados gobernadores que en público ofrecen su
apoyo al Presidente de la República pero en corto le comunican sus
preocupaciones. Ahí están los retratos del Secretario de Educación Pública con
su regordete rostro amenazante intentando entender su nueva responsabilidad de
educador de la nación.
La patria en toda su amplitud se
debate en una guerra que la desangra, que crea nuevos odios y rencores. La muerte
asecha nuestra seguridad, la degradación se impone con la complicidad de los
políticos. La impunidad hace de la
corrupción el principal peligro para México.
Una nación como la nuestra que
amenaza a sus maestros y que no le muestra su respeto, es una nación que está
condenada a la decadencia. Los maestros de Guerrero, sienten la misma angustia
que el resto de sus compañeros en el país, pero a diferencia de los otros,
estos luchan por la seguridad de su trabajo.
Celebro el orgullo de los
maestros por su trabajo que les ha dado todo: dignidad, pues los ha levantado
del polvo del suelo para luchar por una nación donde querer hacer escuchar su
voz, no sea un delito y no sean etiquetados de terroristas en un país
democrático que garantiza todas las libertades, incluyendo, el derecho a vivir
mejor y a opinar sobre su materia de trabajo.
Estos maestros se organizaron
primero para defenderse de las bandas criminales y ahora se deben defender de
las instituciones del Estado. En el imaginario de los maestros de la “Montaña
Roja” se guardan los recuerdos de Lucio y Genaro; pero también en el ejemplo del
líder magisterial Othón Salazar Ramírez. ¿En qué país vivimos? (15-05-2013)
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