Hacienda de La Santísima
Trinidad de la labor de España
Hacienda de La Loma,
Municipio de Lerdo, Durango.
Textos: de Pedro
Salmerón, autor del libro “LA DIVISIÓN DEL NORTE”
Ejido La Loma,
Durango, a 8 de agosto de 2009.
Investigó: El Profr. Guillermo
Orozco Rodríguez, Presidente de la Asociación de Profesionistas Hijos de
Campesinos de la Comarca Lagunera.
La
Hacienda de la Loma es un lugar con amplio contenido histórico, data del año de
1821 y era propiedad de los Vascos José y Gracián Gardé. Dos veces histórica,
la primera por la estancia de Juárez en ese lugar según reza una placa colocada
a un lado de la habitación donde pernoctó el Benemérito el 13 de septiembre de 1864: “Aquí
estuviste, aquí estás, en el corazón de los mexicanos amantes de la libertad y
respetuosos de los derechos humanos quienes seguimos tu ejemplo en la ruta del
pensamiento liberal”.
La placa fue colocada el 21 de marzo de 1975.
El segundo acontecimiento histórico de importancia
fue porque en su salón principal se formó la División del Norte.
Artículo publicado en la revista edúcate en su edición de
septiembre de 2009
LA JUNTA DE LA LOMA
En la madrugada del
29 de septiembre de 1913 varios centenares de hombres sucios y mal vestidos,
pero montados en briosos caballos y armados hasta los dientes, empezaron a
llegar al viejo casco de la hacienda de La Loma, Durango ubicada en la ribera
derecha del río Nazas, unos kilómetros antes de que éste haga su entrada a la
Comarca Lagunera por la Boca de Calabazas.
Eran los revolucionarios Chihuahuenses de las
Brigadas Villa y Benito Juárez, y los Durangueños de la Brigada Morelos. Con el
famoso guerrillero Pancho Villa, jefe de la brigada que llevaba su nombre,
venían Toribio Ortega, Fidel Ávila, Trinidad Rodríguez, Agustín Estrada, Julián
Granados, Feliciano Domínguez y otros ameritados guerreros, jefes de los
rebeldes de los pueblos del centro y centro occidente de Chihuahua y del
desierto oriental de ese estado. Con el general Maclovio Herrera Cano, caudillo
de la Brigada Benito Juárez, venían Federico Chapoy, Ernesto García, Eulogio
Ortiz, Luis Herrera y otros jefes de prestigio de Hidalgo del Parral y el sur
de Chihuahua.
El general Tomás
Urbina, jefe de la Brigada Morelos, llegó acompañado de José E. Rodríguez,
Rodolfo Fierro, Pablo Seañez, Petronilo Hernández y otros jefes famosos por su
valor.
Poco después
arribaron las vanguardias de las Brigadas Primera de Durango y Juárez de
Durango, con sus jefes natos, los generales Orestes Pereyra y Calixto
Contreras, acompañados de oficiales que llevaban tres años combatiendo en la
región de los valles y el semidesierto de Durango y en la Comarca Lagunera,
entre los que destacaban Severino Ceniceros, Mateo Almanza, Uriel Loya, José
Carrillo, Valente de Ita, Máximo Mejía Sanabria, Canuto Pérez, Bibiano
Hernández, Pedro Favela y muchos más. Tras ellos llegaron sus hombres no tan
bien armados y montados como los de Chihuahua, pero igualmente bravos.
Ya avanzada la
mañana, desde la región de San Pedro de las Colonias y Matamoros, donde habían
dejado a sus tropas, llegaron fuertemente seis coroneles que traían el mando de
los revolucionarios de la Comarca Lagunera: Eugenio Aguirre Benavides, Juan E.
García, José Isabel Robles, Sixto Ugalde Guillén, Raúl Madero González y
Benjamín Farías. Los acompañaban algunos oficiales fogueados como Máximo
García, Juan Pablo Estrada, Santiago Ramírez, Mariano López Ortiz, Conrado
Reyes, Roque González Garza y Enrique Santos Coy.
Los principales jefes
se reunieron en la casa grande de la hacienda y Pancho Villa, quien los había
convocado a ese lugar para planear el ataque a la cercana ciudad de Torreón,
tomó la palabra diciendo que las necesidades de la campaña exigían la
unificación de todas esas fuerzas bajo un mando común, por lo que proponía que
de inmediato se eligiera de entre los presentes a un jefe que asumiera dicha
responsabilidad, para lo cual Pancho Villa se proponía a sí mismo, o a Tomás
Urbina y Calixto Contreras como opciones alternativas.
Siguieron en el uso
de la palabra varios de los presentes sin hacer otra cosa que darle vueltas al
asunto, hasta que el coronel Juan N. Medina, jefe del Estado Mayor de la
Brigada Villa explicó claramente la situación, mostrando que cuanto podía
alcanzarse mediante la lucha guerrillera se había alcanzado ya, y que era
llegado el momento de pasar a la guerra regular, dijo, requería una
organización superior y una indiscutible unidad de mando. Finalmente reiteró
las candidaturas de los generales Villa, Urbina y Contreras, a la que añadió la
del coronel Juan E. García.
A la exposición de
Medina siguió un silencio que interrumpió el general Calixto Contreras, quien
se puso de pie y tras rechazar su candidatura por no considerarse capacitado
para asumir la enorme responsabilidad que implicaba el nuevo mando, resaltó,
como contó después un testigo presencial, “el prestigio del general Villa, como
hombre de armas y experiencia, indiscutible valor y capacidad organizadora, y
pide a todos que reconozcan a Francisco Villa como jefe de la División del
Norte”. Es así que terminaron las vacilaciones y todos a una y sin mayores
discusiones aclamaron a Pancho Villa como jefe.
Así nació la División
del Norte y con ella apareció el Villismo como movimiento revolucionario
autónomo y con características propias.
La División del Norte
que nace el 29 de septiembre de 1913, en la hacienda de La Loma, se nutrió con
la experiencia acumulada por los revolucionarios norteños en las anteriores
campañas guerrilleras, que se manifestó en la primera campaña formal, que
culminó con la victoriosa entrada a Chihuahua el 8 de diciembre de 1913. Vino
después un periodo de reorganización y acumulación de fuerzas, al mismo tiempo
que el ejercicio del poder en los territorios conquistados les permitió
discutir lo que querían de la Revolución, definiendo los ejes fundamentales del
programa revolucionario que habrían de construir. Siguió la gran ofensiva de la
primavera de 1914 (19 de Marzo a 24 de junio), en la que la División del Norte
convertida en un poderoso ejército revolucionario, acabó con la voluntad de
resistencia del gobierno federal presidido por el usurpador Victoriano Huerta.
Con la entrada
triunfal a Zacatecas, el 24 de junio de 1914, termina la historia de la
División del Norte propiamente dicha, fue la última en que Pancho Villa tuvo a
sus órdenes a la pléyade de generales formados en las campañas del norte.
Nunca más los
caudillos de la División del Norte volvieron a estar juntos en el campo de
batalla, a partir de entonces siguen los conflictos con Carranza, la Convención
de Aguascalientes y en noviembre de ese año surge una nueva guerra civil.
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