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domingo, 9 de septiembre de 2012

Cómo hacer de nuestros alumnos unos futuros lectores

 
A todos nos gustaría que nuestros hijos leyeran más, que sintieran placer con la lectura, en definitiva, que lo tomasen como otra forma de ocio.
No hay que caer en el tópico de que cualquier tiempo pasado fue mejor porque los chicos de antes leían más. Los niños de hoy están creciendo en una sociedad diferente, con otras formas de información y entretenimiento y es lógico que les dediquen tiempo. Pero, en términos cuantitativos, ahora se lee más que nunca y son precisamente los niños los que más leen. Aunque también es cierto que, a partir de los 10 o 12 años, dedican menos tiempo a la lectura. Entre los motivos de este descenso se vislumbran más tareas escolares, mayor interés por los video juegos y otras tecnologías, seguimiento de series de televisión cuyo horario es incompatible con la lectura…

¿Pueden los padres contribuir a invertir esta tendencia? ¿Pueden hacer que sus hijos sean unos lectores entusiastas y fieles durante toda su vida? Por lo menos, habrá que intentarlo y no sólo por el poder que tienen los libros de actuar sobre la capacidad de aprendizaje, la cultura y la personalidad de los hijos, sino también por el placer inmenso que va a proporcionarles.
Esto es lo que algunos expertos recomiendan para estimular la lectura en los niños.
1. PONER ENTUSIASMO
Despertar el gusto por la lectura es una tarea más afectiva que intelectual. No de debe afrontar como una obligación por el bien de nuestro hijo, sino como algo en lo que realmente se cree y que proporciona tanta satisfacción como al niño. Debemos de saber que, aunque es en el colegio donde aprende a leer, la familia es la que crea auténticos lectores.
2. COMENZAR DESDE BEBÉS
Desde sus primeros meses de vida, se puede sentar al niño en el regazo y enseñarle libros con ilustraciones llamativas, dejar que los manipule, que pase las hojas. También podemos proporcionarle libros especiales para bebés, realizados en tela o plástico. A los pequeños les gusta que les repitan una y otra vez las típicas rimas infantiles o ver cuentos que reproduzcan situaciones familiares para él (bañarse, vestirse, comer) y que vayan contándoselo, o que les pregunten cuando ya empiezan a hablar.
3. LA HORA DEL CUENTO
Las rutinas son importantes a la hora de establecer conductas. Por ello, hay que dejar de lado las prisas y la improvisación. Si todos los días antes de acostar al niño nos sentamos con él y le contamos un cuento o le acompañamos en su lectura, asociará ese momento con algo placentero que querrá repetir. No tenemos que limitarnos a leer un libro, también podemos inventarnos historias, contarle anécdotas de nuestra infancia… Lo importante es que sienta ese momento como exclusivo para él.
4. LEER CON ÉL
Cuando los niños aprenden a leer, los padres, en cierta medida, lo viven como una liberación, porque no siempre se tiene tiempo o ganas de leer con los hijos. Pero es importante seguir haciendo ese pequeño esfuerzo. Cuando se lee con ellos, no sólo se le entretiene y se crea lazos afectivos con ellos, sino que también estamos dándoles un modelo de cómo entonar, cómo hacer pausas, cómo interpretar el cuento. Por otro lado, a veces están cansados y necesitan un poco de ayuda. Se les puede proponer leer unos párrafos cada uno. De ese modo, se conocerá su nivel lector, si presenta alguna dificultad o cuáles son sus intereses.
5. CONOCER Y RESPETAR SUS GUSTOS
Se debe aprovechar las aficiones e intereses del niño para proporcionarle libros adecuados para él. Sus gustos televisivos o cinematográficos también son fuentes importantes de información. Si le gustan los cómics o las revistas, no hay por qué despreciarlos ni hacer comentarios del tipo “a ver si dejas de leer tebeos y lees un libro de una vez”. Eso sí, sobre todo cuando vaya acercándose a la adolescencia, hay que estar pendientes de sus lecturas para conocer los valores que les transmiten. A esta edad, también se les puede recomendar libros que estemos leyendo nosotros y luego comentarlos con él.
Todos estos consejos están dados teniendo en cuenta la familia, pero desde la escuela también tenemos una importante función para motivar a los alumnos con actividades atractivas y adecuadas a las diferentes edades de nuestros alumnos. Pero no hemos de olvidar que somos ejemplo para ellos y que si mostramos una actitud positiva hacia la lectura, los niños se contagiarán de ella, y lograremos poner las semillas para que crezcan en ellos unos futuros lectores.

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