El INEE era
más autónomo cuando no era autónomo.
Alberto
Arnaut Salgado
México,
DF, 31 de octubre de 2015
La
primera vez que escuché esa frase fue a Roberto Rodríguez Gómez y desde
entonces la traigo metida en mi mente, preocupado porque pienso que no debe ser
cierta. Para mi mala fortuna, hace unos días leí un artículo periodístico de un
miembro de la Junta de Gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la
Educación (INEE) que parece confirmar que, en efecto, esta institución era más
autónoma cuando no era constitucionalmente autónoma (Eduardo Backhoff, “El INEE
autónomo: entre lo académico y lo político”,
El Universal (28/10/2015).
Backhoff
interpreta una frase de Aurelio Nuño, secretario de Educación Pública:
“autonomía no significa aislamiento”. Con este mensaje -según Backhoff- Nuño
“le recordó al INEE que ahora no se encuentra en un contexto académico y que
sus decisiones se deben tomar en coordinación con la SEP y que sus argumentos y
racionalidad deben obedecer al contexto social y coyuntura política del país”.
Desde
la reforma de 2013 que le otorgó
autonomía constitucional –nos dice Backhoff- “el INEE se encuentra entre dos
polos opuestos o dos racionalidades distintas: la académica (por vocación) y la
política (por mandato). La primera privilegia la razón, la toma de decisiones
basadas en evidencias, el estudio pausado y riguroso, el método científico y
los argumentos técnicos. La segunda privilegia la oportunidad de acción, la
coyuntura política, el costo de oportunidad, el consenso de opinión, la imagen
social, el respaldo mediático y la racionalidad partidista o gremial”. Dentro
de esta lógica, agrega, las decisiones y posturas del INEE “frente a la
evaluación (especialmente, de los docentes) tienen un carácter eminentemente
político”.
El
artículo de Backhoff concluye recordando unas palabras de Carlos Muñoz
Izquierdo, un extraordinario investigador educativo, a quien seguimos
extrañando:: “ahora el INEE goza de menos autonomía académica que antes”. No
quiero creer que sea así, no creo que sea así, es necesario que no sea así y,
si lo fuera, no lo sería por las razones apuntadas por Backhoff. Como en tantas
otras áreas de la vida pública, social y cultural, la autonomía no deriva solo de
un marco jurídico (que la otorga o la niega), sino de la voluntad y la
capacidad de cualquier institución o grupo social para ejercerla y consolidarla
en los hechos. Esto fue lo que sucedió en la primera etapa del INEE:
formalmente no era una institución autónoma pero en los hechos defendió la autonomía
que requería para el ejercicio de sus labores técnicas o académicas. Esa
historia la conoce muy bien Backhoff, porque fue una de las piezas claves de
ese primer INEE.
La
reforma del marco jurídico constitucional y legislativo 2013 transformó al INEE
en un organismo constitucionalmente autónomo y, además de ratificarle las
atribuciones que tenía desde su origen (evaluaciones, sistematización, investigación,
análisis y difusión de la información educativa), le otorgó otras nuevas en dos
principales aspectos: a) en tanto máxima autoridad en materia de evaluación
educativa, por su carácter de instancia de coordinación del Sistema Nacional de
Evaluación de la Educación, y por las atribuciones que ahora tiene para regular
y, en algunos casos, validar todas las actividades de evaluación educativa que
realicen las autoridades federales, estatales y municipales, y b) por el papel
estratégico que se le otorgó en el diseño, la regulación, supervisión e incluso
la operación de algunos aspectos del Servicio Profesional Docente (SPD) de la educación
básica y media superior (federales, estatales y municipales).
Por
supuesto, este cambio en la base jurídica y en las atribuciones del INEE, como lo
señala Backhoff, obliga al INEE a tener una mayor coordinación con la SEP y los
gobiernos de los estados, en la compleja trama de atribuciones concurrentes y
exclusivas del marco jurídico de la evaluación educativa y, sobre todo, del
SPD. Hasta aquí me parece correcta la interpretación de la frase del secretario
de Educación. Sin embargo, hubiera sido interesante que Backhoff no se hubiera
limitado a interpretarla, sino que también hubiera intentado contestarla.
Podría haber dicho, por ejemplo: “sí,
secretario, autonomía no significa aislamiento, pero coordinación tampoco significa
subordinación”.
Otras
de las interpretaciones que hace Backhoff de la frase del secretario Nuño no
tienen ningún sustento. Por ejemplo aquella de que ahora el INEE “no se
encuentra en un contexto académico” y que en adelante “sus argumentos y racionalidad
deben obedecer al contexto social y coyuntura política del país”. Tampoco tiene
sustento alguno la idea de las dos racionalidades: la académica (por vocación)
y la política (por mandato). Es claro que el nuevo INEE tiene una naturaleza
bipolar, como lo mostró Eduardo Andere, cuando apenas se estaba discutiendo la
legislación de la llamada “reforma educativa”: es un órgano técnico y un órgano
de autoridad. Su carácter de órgano técnico no le viene al INEE de la vocación
académica de los cinco miembros de su Junta de Gobierno, sino de las
atribuciones y responsabilidades que le otorgan la Constitución y las leyes que
lo regulan. De la misma fuente jurídica proviene su carácter de órgano de
autoridad. Además, el “mandato” que, según Backhoff, le imprime al INEE una
lógica política (a la que la lógica académica debe obedecer), no lo encontré en
ningún lado, al menos no lo encontré en el marco jurídico. Tal vez hubo un
mandato para introducir la lógica política en el INEE, pero no está ni en la
Constitución ni en las leyes. Backhoff tendría que explicarnos de dónde provino
ese mandato. Además, habría que recordar que, conforme a un principio básico
del derecho administrativo, ninguna autoridad puede ejercer (ni está obligada a
ejercer) una atribución que no le haya sido otorgada expresamente por la
Constitución o por las leyes.
En
efecto, el nuevo marco jurídico de la evaluación y del SPD obliga a la
coordinación entre INEE, SEP y autoridades educativas locales. Pero en ninguna
norma jurídica encontramos que el INEE deba privilegiar en sus decisiones “la
oportunidad de acción, la coyuntura política, el costo de oportunidad, el
consenso de opinión, la imagen social, el respaldo mediático y la racionalidad
partidista o gremial”. Tampoco la idea de que el INEE “ya no se encuentra en la
burbuja aséptica de la academia, sino en un medio cuyas batallas las debe ganar
también en el terreno político”.
Tal
vez en este malentendido de la “lógica política” del INEE está el origen de
otro artículo publicado por Eduardo Backhoff (en coautoría con Gilberto
Guevara, también miembro de la Junta de Gobierno) para denostar a la sección 22
del SNTE y a la CNTE y respaldar la decisión del gobierno federal y del
gobierno del estado de Oaxaca de
reformar el IEEPO para dejar sin efecto la Minuta de 1992 que otorgó a la
representación sindical del estado la atribución de designar a algunos mandos
operativos de la administración educativa estatal. Por cierto, en este otro
artículo los autores nada dijeron sobre los nombramientos de otros funcionarios
educativos y no educativos (entre ellos dos directores generales del IEEPO y
una secretaria General de Gobierno) designados por el gobernador Gabino Cué
como resultado de un intercambio de favores político-electorales con la
entonces jefa máxima del SNTE. Al incursionar, como parte, en un conflicto
político y gremial en torno al SPD, estos dos miembros de la Junta de Gobierno
se excedieron en el ejercicio de sus atribuciones. Además, en vez de contribuir
a resolver el problema político con sus armas más legítimas, la de sus saberes
técnicos, quizá contribuyeron a ahondar el conflicto político y, de pasada,
deterioraron la legitimidad académica del INEE. Se convirtieron en “juez y
parte”, en lo mismo que tanto se ha criticado a la sección 22 del SNTE por su participación
en la gestión del sistema educativo de Oaxaca.
Backhoff
también cita a José Ángel Pescador: “para todo problema técnico hay una
solución política”. No lo sé. Tal vez hay algunos problemas técnicos que han
tenido soluciones políticas, aunque los problemas técnicos siguieron siendo lo
que eran: problemas técnicos sin resolver. El conflicto que se está viviendo en torno al
SPD tiene una vertiente política y otra técnica, que no podría intentar
analizar en este breve ensayo. Sin embargo, estoy convencido que el conflicto
político en torno al SPD se puede resolver o al menos atemperar,
paradójicamente, con una buena dosis de soluciones técnicas. (Creo que esto lo
expliqué con mayor amplitud en una conferencia que dicté hace más de dos años precisamente
en el INEE) Aún más, el INEE podría contribuir a resolver el conflicto político
con una buena dosis de ejercicio de su naturaleza de órgano técnico y apenas
ejerciendo su otra naturaleza de órgano de autoridad.
Por
ejemplo, el INEE podría contribuir a atemperar el conflicto político si no
privilegian la lógica política (en el sentido apuntado por Backhoff) y no se
exceden en el ejercicio de sus atribuciones, como lo hicieron dos miembros de
su Junta de Gobierno con respecto al caso Oaxaca, y como sería también el caso
si el INEE se sumara a la campaña mediática amenazante (punitiva) de la SEP en
el sentido de que las maestras y maestros que no se sometan a la evaluación del
desempeño serán despedidos del servicio.
Otra
contribución que podría hacer el INEE es que, a través de los lineamientos para
la evaluación y otras disposiciones normativas, se otorgara una mayor
participación a los propios maestros en las evaluaciones asociadas al SPD, para
el ingreso, la movilidad, el reconocimiento y la permanencia del personal
docente de educación básica. Las maestras y maestros de educación básica y
media superior no tuvieron ninguna participación en el diseño del SPD y, hasta
ahora, no han tenido más participación en la operación de éste que la de
someterse a las evaluaciones, porque si no se someten no ingresan, no se
promueven o no permanecen en el servicio. Es absurdo que las maestras y los
maestros no hayan tenido ninguna participación en la construcción o
re-construcción de su propia profesionalidad. Más absurdo resulta que, por el
contrario, los empresarios hayan tenido una influencia decisiva en la
configuración del SPD. Todos los miembros de la Junta de Gobierno del INEE son
investigador@s educativ@s que saben que construir profesión sin los
profesionales es una contradicción en los términos y, además, son universitari@s
que saben que la evaluación por pares y no punitiva (al menos no tan punitiva
como la del SPD) es una fórmula que ha contribuido a legitimar y a desarrollar la
carrera académica en las instituciones públicas de educación superior desde la
década de los ochenta. Una fórmula que, en el caso del SPD, permitiría resolver
uno de sus mayores déficits: su déficit de legitimidad entre las maestras y los
maestros.
Otra
contribución del INEE, en la coyuntura actual, sería la de proponer a las
autoridades educativas una “suspensión por tiempo indefinido” de la evaluación
del desempeño a la que serán sometidos más de cien mil maestros el próximo mes
de noviembre. La frase “suspensión por tiempo indefinido” la tomé de un Boletín
emitido el pasado mes de junio por la SEP en la víspera de las elecciones
federales de este año, cuando anunció la suspensión de dos evaluaciones masivas
que finalmente no se suspendieron. El INEE y las autoridades educativas han reconocido
lo que muchos maestros han denunciado: que han surgido problemas técnicos y
tecnológicos, para que los docentes carguen en el sistema del SPD algunos documentos
que se requieren para la evaluación del desempeño del primer grupo de maestras
y maestros que serán sometidos a esta evaluación el próximo mes de noviembre de
este año. Se trata del “Expediente
de evidencias de enseñanza” que deberán cargar los docentes y del “Informe
sobre el cumplimiento de responsabilidades profesionales” que deberán cargar
los directores. Hasta ahora, la única
respuesta de la SEP ha sido la cantaleta del secretario Nuño en el sentido de
que “las maestras y los maestros que no se sometan a la evaluación se van del
servicio”.
Sin
duda muchos miles de maestros y maestras han decidido no someterse a la
evaluación del desempeño como una manifestación de protesta o rechazo a la
“reforma educativa”; pero también hay otros miles de maestras y maestros que decidieron
someterse a esa evaluación por diversas razones, sobre todo por las
consecuencias (por el garrote y por la zanahoria). Otros miles de maestras y
maestros están horrorizad@s. Muchos de estos adelantarán su salida del
servicio, si están en condiciones de pensionarse o jubilarse, como lo han hecho
decenas de miles en los últimos dos años; otros más permanecerán rumiando el
pavor y esperando su suerte. Incluso no faltarán quienes se vayan del servicio
por estar hasta el gorro de tantas amenazas y evaluaciones.
Las
autoridades educativas saben que la evaluación del desempeño las metió y ha
metido al magisterio en un callejón sin salida. Saben que se trata de una de las
vertientes de la evaluación que tiene más problemas en su diseño técnico y logístico.
También saben que se les pasó la mano en eso de “las consecuencias”. Pero no
dan su brazo a torcer: la evaluación del desempeño va, como dijo el clásico,
“llueva, truene o relampaguee”. Y con la voz engolada siguen difundiendo a los
cuatro vientos que los maestros que no se sometan serán despedidos, aun los que
quisieron pero no pudieron someterse por las fallas en el sistema del SPD. Si
se cumple esta última amenaza, será lo más injusto de esta historia, pues también
serán despedidos muchos maestros por las fallas de la SEP.
Cuando
faltan unas cuantas horas para que se venza el último plazo para que los
maestros carguen sus documentos, persisten las fallas tecnológicas y logísticas
en el SPD. Al mismo tiempo las autoridades educativas han intensificado la
campaña intimidatoria contra el magisterio (si no se someten se van). Han
llegado al extremo conminar a los maestros hasta a través de los cajeros
electrónicos bancarios a los que acuden a cobrar su sueldo. Además, en medio de
la desesperación, la autoridades han comenzado a implementar otras estrategias:
convocar a última hora a maestros que no habían sido notificados inicialmente
sobre su participación en esta primera evaluación del desempeño; suplicar a
otros maestros para que se inscriban voluntariamente, aunque no hayan sido
convocados formalmente a esta primera evaluación del desempeño, y ofrecer
créditos del FOVISSSTE a los maestros que se sometan y obtengan buenos
resultados en la evaluación del desempeño. Con esto último, aumentan las
consecuencias de esta evaluación: ya no serán sólo la permanencia o no en el
empleo o en la función docente, y el acceso a los incentivos salariales; también
tendrá consecuencias sobre las probabilidades de acceder o no al derecho de
todos los trabajadores de la educación a una vivienda digna. De esa manera se
intenta paliar, compensar, u ocultar el ausentismo que pudiera haber en la
evaluación del desempeño. Si llegan a tener éxito estas tres estrategias de
última hora de la SEP, hasta podría darse el caso de que el número de
participantes en esta primera convocatoria a la evaluación del desempeño hasta
rebase el número de maestras y maestros que fueron convocados originalmente. La
información aún es muy confusa. Las autoridades han comenzado a soltar cifras
del número de maestros que han cargado sus documentos en el sistema del SPD,
pero no han informado el porcentaje de participación que han tenido los
maestros que fueron convocados originalmente. ¿Tendremos que esperar a que
despidan a las maestras y maestros para saber cuántos no quisieron o no
pudieron someterse a la evaluación del desempeño?
En
paralelo, la SEP ha dicho que está dispuesta a dialogar con el magisterio
disidente pero no sobre el marco jurídico cuestionado, sino sólo sobre su
aplicación. Pero, con respecto a la evaluación del desempeño docente, las
autoridades no están dispuestas al diálogo ni siquiera para resolver las fallas
en su aplicación por parte de la propia SEP. Es tan absurdo como si en una
empresa surgiera un conflicto salarial o por violación al contrato colectivo de
trabajo, y la parte patronal dijera al sindicato: pues bien, estoy dispuesto al
diálogo y la negociación siempre y cuando no abordemos los temas relacionados
con el salario y el contrato colectivo de trabajo, que son los que han
provocado sus inquietudes. No me hago ilusiones, la Ley General del SPD no se
tocará ni con el pétalo de una rosa. No se modificará ni una coma, ni una
letra, ni una fecha, a pesar de que la propia presidenta del INEE ha reconocido
que los plazos son muy perentorios. No reformará la Ley porque la opinión
pública lo podría ver como un triunfo de la CNTE. Qué horror, un triunfo de
“los bárbaros”. Además, si se reformara esa Ley, ¿qué dirían los empresarios?
Otra vez veríamos a sus voceros gritando por todos los medios: “autogolpe de
estado”, “acta de defunción de la reforma educativa” (aunque todos sabemos que
no hay tal reforma educativa) y ahora tal vez agregarían: “se acabó la carrera
del secretario de Educación Pública hacia el 2018”. Qué tragedia.
La
evaluación del desempeño es la evaluación de los maestros en servicio, que ya
estaban en el servicio desde antes de la “reforma educativa”, y a la que, en su
momento, se someterán también los maestros que ingresen conforme al SPD. Esta
evaluación fue una de las mayores concesiones que el gobierno federal y los
dirigentes nacionales del PRI, el PAN y el PRD otorgaron a los empresarios.
Recordemos que, por todos los medios, los empresarios exigieron lo que
denominaron “una evaluación con consecuencias”, porque, si no tiene
consecuencias, decían, será una evaluación que no vale la pena, será una
evaluación descafeinada. Y ahora las maestras y los maestros ya están pagando
las consecuencias. Es una evaluación obligatoria y la que mayores consecuencias
tendrá sobre la vida profesional y laboral del personal docente de educación
básica y media superior. Si eres docente con plaza provisional y no te sometes
a la evaluación del desempeño, no obtendrás tu plaza definitiva y te irás del
servicio; si eres docente con plaza definitiva y no te sometes a la evaluación,
te vas del servicio docente y pasas a desempeñar otra función que ya te dirá la
autoridad educativa cuál va a ser; si te sometes a la evaluación y obtienes resultados
insuficientes tendrás que someterte a un programa de regularización y una
tutoría obligatoria que ya te dirá la autoridad educativa cuál y quién va a
ser, y en el próximo año, tendrás que someterte a una segunda evaluación y si
vuelves a obtener un resultado insuficiente te sometes a otra regularización y
tutoría, y al año siguiente te sometes a una tercera evaluación y si obtienes otra
vez insuficiente, te vas del servicio docente. Por el contrario, si obtienes
resultados suficientes, no te pasará nada, permanecerás en el servicio docente.
Y si obtienes un buen resultado en la evaluación te harás acreedor a un
complemento salarial que significará un aumento de hasta el 35% en tu
remuneración y ahora también serás un derechohabiente preferente en la
distribución de los créditos del FOVISSSTE. Pero la historia no termina allí.
Dentro de cuatro años los maestros deberán someterse otra vez a una nueva
evaluación del desempeño y así sucesivamente, cada cuatro años, hasta que la
muerte o la jubilación dispongan otra cosa.
La
evaluación del desempeño es un exceso aberrante. Basta recordar que la
evaluación del desempeño no está prevista en ninguno de los Estatutos del
Personal Académico de las instituciones públicas de educación superior. Y
cuando existe algo que se le parece, es una evaluación que no es obligatoria
para los académicos; sino una especie de evaluación optativa para quienes
quieren moverse de una categoría a otra en el escalafón universitario o acceder
a algún esquema de pago por méritos o a otros recursos para realizar algún
proyecto académico. Además, en ninguna institución pública de educación superior
la evaluación del desempeño (en la docencia, investigación, difusión, gestión o
vinculación) está asociada a la permanencia o no en el empleo o en la función. La
evaluación del desempeño es una creación original de quienes diseñaron el SPD
para el personal docente de educación básica y media-superior. Tiene todo el
tufo empresarial de quienes piensan que la calidad educativa sólo se puede
lograr mediante la precariedad en el empleo de las maestras y de los maestros.
Todos sabemos que eso no es cierto, ni siquiera en el mundo empresarial, menos
aún en el sistema educativo.
La
problemática de la evaluación del desempeño se podría resolver, así sea en
parte, si el INEE propusiera a la SEP “la suspensión por tiempo indefinido” de
la evaluación del desempeño. Con una pausa en el vértigo de la “reforma
educativa”, se abriría la probabilidad de superar los problemas técnicos,
tecnológicos y logísticos que se han mencionado. Incluso se abriría la
probabilidad de mejorar su diseño y operación. Están a tiempo, aunque falten
sólo unas cuantas horas para que se venza el último plazo para que las maestras
y maestros carguen los documentos que no han querido o no han podido cargar por
las fallas del sistema que es responsabilidad de la SEP.
Esta
es la oportunidad del INEE para terminar de contradecir, en los hechos, el
sentido el artículo de Backhoff que hemos comentado. Mostrarle a la sociedad que
con la reforma que le otorgó autonomía constitucional el INEE no ha perdido
autonomía técnica y, aún más, que está decidido a ejercerla a plenitud, junto
con la autonomía y el poder se le otorgó como autoridad educativa. El INEE
cuenta con la autoridad jurídica, académica y moral para plantear propuestas
ante la SEP y ante el propio Congreso de la Unión, para mejorar el diseño del
SPD y aún para reformar el marco jurídico que lo creó.
Backhoff
también dijo en su artículo que ahora “el INEE cuenta con nuevos aliados pero
también con nuevos enemigos”. Backhoff dedicó una amplia reflexión, con
atención y deferencia, para interpretar una breve frase del secretario de
Educación Pública, como si fuera la voz del amo del INEE. Me gustaría que también
intentara leer, con el mismo respeto y deferencia, lo que las maestras y los
maestros están viviendo y expresando por distintos medios desde hace rato. Unos
lo han hecho en manifestaciones colectivas en las plazas, las calles y las
carreteras de varias regiones del país, y otros en sus escuelas, en las oficinas
educativas y sindicales, en sus reuniones sociales y en sus casas. Algunos se han
expresado con buenas maneras y otros con maneras discutibles pero legítimas. Sin
embargo, Backhoff no está donde está para juzgarlos, sino para escucharlos y
atenderlos. Los maestros y las maestras no son sus “nuevos enemigos”, ni
siquiera los de la CNTE. Es más, no creo que el INEE tenga “enemigos” y, si
algunos tuviera, tal vez están entre sus “nuevos aliados”. Sin duda el INEE, al
igual que cualquier otra institución pública, tiene críticos, no sólo en el
personal docente de educación básica y media-superior. También los tiene entre
los colegas y en el gremio al que pertenecen l@s cinco miembros de la Junta de
Gobierno: el de los investigadores educativos. Estos tampoco forman en las
filas de los “nuevos enemigos” del INEE. Aún más, me atrevo a decir que, quizá,
la mayoría de los investigadores educativos tenemos un profundo respeto académico
por l@s cinco colegas que son miembros de la Junta de Gobierno del INEE. Tienen
que escuchar también a sus colegas, que han planteado muchas críticas bien
sustentadas al diseño del SPD e incluso han planteado dudas acerca de si los
dispositivos para evaluar al personal docente son o no idóneos para identificar
a los docentes idóneos (para decirlo con una buena frase de Manuel Gil).
No
puede ser que las voces que más se escuchan en el INEE sean las de la SEP, los
empresarios y los organismos internacionales. Tienen que escuchar, sobre todo,
a las maestras y los maestros de educación básica y media superior. Ese sí es
un mandato jurídico, técnico y moral. Escuchar a los profesionales de la
educación a los que quieren profesionalizar o re-profesionalizar.
PD: El
día de ayer en la madrugada fueron detenidos y encarcelados en Almoloya cuatro
maestros a los que se les acusa de delitos federales muy graves, que van desde su
presunta participación en un motín hasta su presunta participación en el robo
de libros de texto gratuitos (sí, los de la CONALITEG). Como los maestros
encarcelados no cuentan con los recursos económicos y tecnológicos para
construir el túnel para escapar y esconderse, y no debería existir ninguna
razón para que se escondieran, el gobierno debe reparar esa injusticia y ponerlos
de inmediato en libertad.
Es
inaceptable que el garrote sea la única respuesta a las protestas de las
maestras y maestros oaxaqueños. También es inaceptable que se aplique “todo el
peso de la Ley” sólo contra los maestros disidentes. Esto es grotesco en el
país de la impunidad de los privilegiados, los funcionarios corruptos y las
fuerzas policiacas y militares que han cometido crímenes y se han coludido con
los criminales.
Por
eso exijo al gobierno que rectifique, no sólo porque es una injusticia y abuso
desmedido de autoridad, sino también porque pienso que ese no es el camino, que
por esa ruta no van a resolver nada y, por el contrario, pueden profundizar el
conflicto en torno a la “reforma educativa”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario