Honorables
autoridades y familiares del Maestro Valdés aquí presentes.
Compañeros
Maestros procedentes de Aguascalientes,Zacatecas, Durango, Chihuahua, Coahuila
y Región Lagunera.
Maestros,
estudiantes y ciudadanos laguneros.
Pueblo lerdense que nos acompaña.
Una vez más nos
volvemos a reunir para honrar la memoria de nuestro querido e inolvidable
Maestro José Santos Valdés.
Lo hacemos ahora
precisamente frente a su casa familiar y su monumento. Conmemoramos hoy el 108
aniversario de su natalicio con el afán de que la nación mantenga en su memoria
el nombre de uno de los educadores que alienta con su ejemplo la fe en México,
a quien tan abnegadamente sirvió. Sin embargo, esta ocasión nos parece oportuno
recordarlo extrayendo enseñanzas de su trayectoria. La historia tiene sentido
si abre perspectivas al presente donde se realiza el gran debate por el futuro.
Por tanto es válido utilizar esas experiencias como lecciones póstumas que den luz
sobre temas que sacuden a la educación
contemporánea.
Desde este
enfoque historiográfico se puede afirmar que como educador el Maestro
Valdés fue siempre un pensador crítico
alentando a los pedagogos a no abandonar el debate filosófico. Si bien defendió
lealmente la filosofía educativa del Artículo Tercero Constitucional, la tarea
educativa lo llevó a estar abierto a la innovación. Participante permanente en los
avatares de la lucha política, confiaba finalmente en que el poder de los
maestros procede de una eficaz práctica escolar con la que tendrán siempre al
pueblo de su lado.
En los tiempos
actuales hemos recibido noticias sobre una tórrida conflictividad relacionadas
con reformas constitucionales en la educación que se relaciona con estas
referencias biográficas.
La reforma educativa que enfrentó el Profesor.
Valdés en su juventud fue cuando el maximato callista propuso una célebre
enmienda constitucional llamada “escuela socialista” que estuvo vigente
en el Artículo Tercero Constitucional de 1934 hasta 1945 y en su respectiva Ley
reglamentaria hasta los setentas del sexenio de Luis Echeverría. Fue durante la
conformación del llamado “régimen de la revolución”. Esa “escuela socialista”
ha sido una de las innovaciones educativas que más turbulencias sociales se ha generado
en la historia educativa de México, por eso vino a mi memoria.
En esa tan
provocadora innovación la peor parte la llevaron los maestros rurales quienes
no conocían nada respecto al socialismo.
El joven Profesor Valdés, que en ese
1932 contaba apenas con 27 año y a quien los callistas recién habían expulsado de Sonora por comunista, recibió
esa noticia con sorpresa. Le resultaba claro que aquella reforma burocrática-legislativa
era una burda maniobra, pero por tanto había que enfrentar la demagogia gubernamental,
pero a la par que había explicar al magisterio los “motivos socialistas” que
había en la educación. Escribió un Ensayo en 1934 con ese nombre denunciando
que la reforma a la educación no se hace con nuevas leyes y un conjunto de amenazas.
Quedaba clara su
postura ética de estar siempre en favor de la educación popular y aquel joven
normalista de Saltillo, de los pocos titulados en ese tiempo, lo sabía muy bien y sin soberbia ni vanidades
extendía su mano a sus hermanos Maestros rurales.
Consciente de que había surgido de las venas mismas de los peones
agrícolas de La Laguna, origen que presumió con dignidad cuando al servicio de
esos mismos peones agrícolas generaron la trascendental utopía social emergió del
canto cardenche para entonar el sublime corrido agrarista en sus escuelas
rurales de los nuevos ejidos inundando su vida de alegría y esperanza.
¡Cómo no
recordar al leer su Ensayo “Motivos
educativos de la escuela socialista” de 1934, en que cuestionaba valientemente
a los “intelectuales pavorreales” que deciden los cambios educativos sin salir
de sus oficinas, si esos “pavorreales lo siguen haciendo ahora en 2013!
En 1934 hubo enmienda
constitucional socialista, pero no había la pedagogía correspondiente. Ese fue
el momento de mayor grandeza de los maestros rurales como Rafael Ramírez y José
Santos Valdés. De 1935 a 1937 se cre3ò el Instituto de Orientación Socialista que
resultó infructuoso para resolver el problema de aquella innovación mal
implementada. Fue el Departamento de las Escuelas Rurales donde mejor se
analizó y resolvió el problema. Precisamente fue en los internados de los
jóvenes campesinos donde se hicieron los mejores experimentos. Pocos educadores practicaron con tanta
coherencia lo que se escribió en aquel Ensayo y algunos que se publicaron
después. Los egresados de las Centrales Agrícolas, Regionales Campesinas ,
Prácticas de Agricultura y Normales Rurales lo vivimos. Todavía está por allí
una Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas que nació en 1935 durante
esa época. Pero una “ideología” no se aplica separando la teoría y la praxis.
Esa es la gran lección póstuma que nos dejó José Santos Valdés exhortándonos
siempre a formar un Ateneo Pedagógico o un Movimiento que practicara la más
difícil de las praxis que hacer teoría para evitar ser que la educación sea
víctima de los pavorreales.
El ejemplo del
Profesor. Valdés nos enseña que al estudiar y superarnos debemos evitar caer en
las garras del credencialismo de
estos tiempos. Bastaría con ser solamente Maestros de Primarias si procuramos
ser buenos Maestros. Él solo fue Maestro de Primaria, pero se tituló de
inmediato en la Normal de Saltillo, Fue Misionero educativo, catedrático,
Director de Normales, Supervisor, periodista, sindicalista y sobretodo formador
de seres humanos. Su propuesta de disciplina escolar en las condiciones de
llevar un internado de varones o de señoritas contiene la creatividad
innovadora de un educador comprometido. Instruir, pero fundamentalmente educar.
Formar sujetos cognitivamente aptos pero sobretodo éticamente justos.
Los mercaderes y
pragmáticos pregonan hoy que las utopías no sirven para nada. Eduardo Galeano
les ha respondido que sin utopías los pueblos no pueden caminar.
La misión de un
maestro es instruir pero sobretodo alentar utopías humanas que den sentido a la
vida humana, aún a contracorriente. Por eso el Maestro Valdés buscó siempre,
aún a contracorriente una pedagogía mexicana y latinoamericana aspirando no
descuidar el aspecto formativo de la educación.
Así lo demuestra
con sus Ensayos sobre disciplina comunitaria . Su propuesta de todavía
incumplida, de que los maestros deberíamos transformarnos en movimiento
pedagógico crítico para tales propósitos son más convincentes que las alharacas
del proyecto neoliberal de hoy que solo forma sujetos calculadores y egoístas.
Pero su lucha
educativa no fue únicamente en el aula. Sus discípulos se multiplicaron a
través del periodismo enseñando a la sociedad entera. Sin más título que el de
Maestro de Primarias compartió con escritores como Enrique Ramírez y Ramírez en
el periódico diario El Día, José
Pagés Llergo en la Revista semanal Siempre!
y Manuel Marcué Pardiñas de la Revista Quincenal Política y hasta polemizando con periodistas de carrera como Jacobo
Zabludovsky o desafiando a militares fascistas como un Gobernador de Chihuahua contra
el que se alzó su voz en defensa de los mártires de Madera, cuando murieron algunos Normalistas Rurales.
Ese era José
Santos Valdés. El mismo que junto a
ciudadanos de Lerdo enfrentó al Gobernador de Durango Páez Urquidi, el
mismo que lleno de humildad cristiana compartió con esfuerzos con nobles
monjitas convenciéndolas de la verdad de Juárez. Esa es una espiritualidad
humanista.
Ese fue el
Maestro José Santos Valdés que con firmeza, pero sin sectarismo, trabajó siempre
hasta el final de sus días por la unidad de las fuerzas patrióticas de México
enseñándonos con su ejemplo cómo se vive la vida con dignidad.
A él seguiremos
entregando nuestra devoción discipular mientras nos sea posible. Gracias a
todos Ustedes por acompañarnos ahora.
Cd. Lerdo, Durango.
1º de noviembre de 2013
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