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miércoles, 11 de enero de 2012

Más allá del dinero: el mensaje Manuel Gil Antón El Universal

Miércoles 11 de enero 2012
Por Manuel Gil Antón
“¡A escapar de la educación superior pública! ¡Huyan de ella! Yo los apoyo, cuenten conmigo”.
El Programa de Financiamiento de la Educación Superior, anunciado por el Presidente de la República, descansa en esas frases, que por no dichas más aturden. Con el fin de otorgar créditos a los que estudien en instituciones de educación superior privadas, caras, anuncia que asigna, ahora, 2 mil 500 millones a ese fondo. Que lo haga el titular del Ejecutivo, responsable por ley de la educación pública, es incoherente, inaceptable y vergonzoso. Auspicia, así sea de manera implícita, la preferencia por estos centros educativos. Y ese mensaje que implica simbólicamente, es, si cabe, más costoso para el país que los pesos otorgados.
Calderón aprobó en 2011 que los “padres de familia que hacen un gran esfuerzo por enviar a sus hijos a escuelas privadas” (previas a la universidad) deduzcan, en 2012, parte de las colegiaturas que pagan “para favorecer la equidad.” Eso es falso. Ahora el gobierno dará din público a la educación superior particular: sus dueños ganan; los endeudados serán los que acepten el financiamiento, y los que sostendr este despropósito seremos nosotros, los contribuyentes.
Beneficia, sin costo alguno, a las instituciones privadas en lo material y en lo simbólico: reciben el recurso fiscal directamente, como ingreso, y son consagradas por la autoridad como opciones que apoyan al país y su futuro: altruistas. Filantropía con dinero ajeno es una trampa: beneficia a los negocios educativos de grupos empresariales como el Tecnológico de Monterrey y, a pesar de ser un Estado laico, entidades educativas confesionales como el Opus Dei (Panamericana), los Legionarios de Cristo (Anáhuac) o los jesuitas (en Guadalajara). ¿Cayó la demanda en estas escuelas? ¿Hay que apoyarlas para que recuperen ganancias o condiciones de existencia?
En lugar de invertir más, y mejor, en el fortalecimiento de la educación pública, se subsidia directamente a las IES privadas a través de créditos “blandos” para los que saben que en México, hoy, más vale “tener conocidos que conocimientos”. Es en los espacios educativos privados, con independencia de su calidad, donde se reproducen ahora las élites económicas y políticas. Vale la pena la deuda, calculan algunos. Es una inversión, y el Estado la financia a 15 años, vía mensualidades con intereses “bajos”.
Gobierno de estelas de sombra educativa: pactos cínicos con el poder soterrado, el dinero y la fe de lujo. Forma, a fondo.
*Director académico de Educación a Debate e Investigador de El Colegio de México
Artículo publicado del periódico El Universal.

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