Universidad, democracia
y trabajo informal
Luis Hernández Montalvo
Una niña de aproximadamente veinte
años; ha tocado la puerta de mi casa para ofrecerme la propaganda de uno de los
candidatos a la presidencia municipal de la ciudad de Puebla; le acompañan una
decena de jóvenes que son dirigidos por personas adultas. Le cuestiono y la
niña se apena, baja la vista y me responde:
-Estoy de acuerdo con usted, pero
si no lo hacemos, nos quitan la beca en la universidad.
En los últimos días; decenas de jóvenes
estudiantes de universidades públicas y privadas se colocan en los cruces de
caminos y en las avenidas para repartir propaganda, para pegarla en los carros
y camiones, para mostrar las lonas con las imágenes de los candidatos.
Estos jóvenes se han empleado para
realizar un trabajo de promoción a los
candidatos y a los partidos políticos percibiendo
un salario de ciento cincuenta pesos diarios. Se quejan de que les pagan muy poco por
contribuir al triunfo de su candidato.
¿Sabrán estos jóvenes cuánto
pagan las empresas transnacionales a nivel gerencial, con 8 o 12 horas de
trabajo diarias en la ciudad de Puebla?
En otros tiempos, este trabajo
informal era cubierto por los jefes de colonias y comités distritales que lo distribuían
entre las personas desempleadas en sus áreas de influencia. El salario mínimo y
una despensa era algo bueno para llevar un pedazo de pan a la casa y poder
mitigar un poco el hambre; entonces como ahora, quedaba pendiente la promesa de
empleos temporales en el Ayuntamiento como pintar guarniciones, sembrar flores
en verano, podar los árboles o adquirir una plaza en él servicio de limpia,
agua potable y alcantarillado.
Otros jóvenes promueven el voto;
van de casa en casa comprometiendo a las personas que les entreguen la copia de
su credencial de elector; los jóvenes se comprometen a entregarle doscientos
pesos a partir de ese momento y hasta el día de las elecciones. Estos jóvenes
ganan doscientos pesos, y tienen bajo control a diez personas. Así se
construyen las pirámides de votantes.
En esta campaña de irracionalidad
pareciera que los candidatos son totalmente insensibles, que no les importa
gastar millonadas de pesos en la distribución de basura electoral. Me comenta
una persona:
-El otro día asistí a una rifa de
electrodomésticos; cuando el candidato estaba a punto de abordar su camioneta,
lo interceptó una de las organizadoras del acto en una de las colonias por los rumbos del
sur de la ciudad. En ese momento, le expresó su apoyo decidido y le presentó a
un nutrido grupo de mujeres con visibles necesidades de empleo, en su mayoría,
eran madres solteras:
-Señor candidato, aquí estamos
con usted, pero apóyenos, yo quisiera dedicarle más tiempo a la campaña, pero
tengo una hija enferma y el Seguro Popular no me cubre los estudios que me
cuestan cinco mil pesos. El candidato le sonríe y sacando su cartera, delante
de los presentes, le hace entrega del dinero, recibiendo el aplauso de todos.
La campaña electoral que está por
concluir; ha servido también para dirimir conflictos en la Universidad Autónoma
de Puebla –BUAP- al llevar a uno de los candidatos a un desayuno en un espacio
que pareciera ser coto exclusivo de los dos ex rectores en campaña.
Tampoco dejan de mostrar –los candidatos
y los partidos- su vocación clientelar a través del corporativismo en los
sindicatos como los de los maestros de educación básica o los universitarios;
¿Cómo entonces los partidos pueden ser escuela de ciudadanía para ampliar los
márgenes democráticos en nuestra entidad?
¿Cómo explicarnos que sean los
profesores de educación básica y la inteligencia de nuestras universidades
públicas los que reproduzcan los viejos patrones autoritarios del voto corporativo?
¿Cómo los maestros pueden
presentarse frente a los jóvenes para pedirles que voten por tal o cual
candidato que les ofrece trabajos y salarios bien remunerados cuando lo único
que les pueden dar es un trabajo informal cada tres, o cada seis años cuando
hay campañas electorales?
También ha hecho su presencia la
propaganda de “La Izquierda verdadera”. Sin rostro, sin nombre propio, sin vida
pública y lo mejor de todo, sin votantes que ofrecer al candidato que dice
apoyar. “La Izquierda verdadera” se confunde en las aulas universitarias, son
los viejos cuadros comunistas que ya no pudieron cambiar su discurso pero si su
militancia, lo que les deja buenas ganancias en el aparato burocrático de la
BUAP, y en la preservación de los empleos propios y el de los familiares.
Mientras tanto, el candidato de
las “caritas felices” y el “ceño fruncido” tiene que enfrentar los rumores de
los miembros de su partido que dicen que su suerte ya fue negociada en la
ciudad de México; de los que cuestionan a sus candidatos como el señor Barranco
que dicen, tiene un pasado académico muy tortuoso de tráfico de calificaciones
para culminar sus estudios y entre los profesores normalistas se cuestionan si
diputados como este señor, van a elaborar la Ley Estatal de Educación.
Pero al final de la campaña, los
ciudadanos vamos a elegir a los Presidentes Municipales de los 217
Ayuntamientos y a los legisladores del Congreso Local ¿Cuál es la oferta
electoral de los partidos? Los mismos candidatos de siempre, los viejos
caciques regionales, los hijos y los nietos de los hombres de poder en la
entidad que impiden la renovación de cuadros de los partidos, de todos los
partidos políticos en el estado de Puebla. Viejos cacicazgos y cacicazgos
emergentes es lo que nos ofrece el sistema de partidos en Puebla. (29-06-2013)
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