Palacio
Legislativo, 19 de junio de 2013
Boletín
No. 95
Al hacer un balance del impacto de la nueva Ley Federal del Trabajo, el
diputado Miguel Alonso Raya afirmó que a siete meses de su vigencia no ha servido
para crear más empleos formales ni para contrarrestar el crecimiento sostenido de la informalidad,
como argumentaron sus defensores.
De acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social, en mayo se
crearon 72.7 por ciento menos plazas de trabajo que el mismo mes del año
pasado; en tanto que la Secretaría Federal del Trabajo reconoció que la alta
tasa de empleos informales sigue siendo el principal problema laboral que
enfrenta el país.
Al respecto, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI),
dio a conocer ayer que seis de cada diez empleos son informales, lo que implica
que los trabajadores son “extraordinariamente vulnerables”, de acuerdo con el
director de esta institución, Eduardo Sojo.
Alonso Raya citó el estudio “Reforma
Laboral, desarrollo incluyente e igualdad en México”, de la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL), escrito por Graciela Bensusán, en el
que se apunta que “lo más probable es que esta reforma no genere cambios significativos
en la cantidad o calidad de los empleos que se generen ni tampoco en el
incremento de la productividad o de las inversiones”.
Al argumentar sus razones, Bensusán precisa
que “en primer lugar, porque los incentivos que se ofrecen para la formalización
de los contratos de trabajo no serán suficientes en
tanto ya existe una enorme flexibilidad
numérica en los hechos y prácticamente gran parte de las relaciones que se
llegan a formalizar ya incluyen cláusulas con los períodos de prueba o son de naturaleza
temporal, más allá de lo que permite la ley. En segundo lugar, el supuesto
mejoramiento en cuanto a la ubicación de México en los índices de
competitividad no podría compensar las fallas de la estrategia mexicana de
desarrollo o los efectos de la inseguridad que afectan al país en la capacidad
para atraer inversiones productivas. En tercer lugar, la experiencia de otros
países, cuando se adoptaron nuevas formas de contratación más flexibles, fue
negativa y no augura tampoco un buen pronóstico”.
En coincidencia con estas afirmaciones,
Alonso Raya consideró que hasta el momento “no existe ninguna muestra que
indique que se está avanzado en el camino prometido por la reforma, que haya
más y mejores empleos, se fortalezcan la productividad y la competitividad, y la
economía del país mejore”.
En resumen, concluyó Alonso Raya “no hay
evidencia que al abaratar la ley la contratación y el despido y establecer
nuevas modalidades de contratación (por hora, de capacitación inicial y a
prueba), haya resultado un incentivo para que los patrones se decidan a crear
más empleos”.
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