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jueves, 25 de julio de 2013

Des Enlace Manuel Pérez Rocha

 
La Secretaría de Educación Pública ha anunciado la desaparición de la prueba Enlace. Desde su puesta en marcha, esa prueba fue objeto de fundadas críticas, incluso por especialistas del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, dependiente en ese tiempo de la propia SEP. De la misma manera, desde su inicio Enlace fue rechazada con argumentos por los maestros de la CNTE y este rechazo se fortaleció cuando se impuso la barbaridad de que los resultados de esa prueba se usaran para evaluar a los maestros.
La cancelación de la prueba Enlace ha sido objetada por quienes impulsaron su aplicación, con particular brío Televisa, la cual, mediante su brazo civil (el membrete Mexicanos Primero), hace unos días muy oronda anunciaba: “En Mexicanos Primero estamos convencidos que ‘lo que no se evalúa no se puede mejorar’ y la prueba Enlace es una herramienta que nos brinda certeza de cómo vamos y permite precisar la aplicación de planes y programas educativos. Enlace debe utilizarse y difundirse extensamente de manera que la sociedad conozca los datos y exija mejores resultados educativos. Durante los meses de abril y mayo de 2007, desarrollamos una campaña de comunicación para promover entre los padres y madres de familia la prueba Enlace mediante anuncios de televisión. Hemos participado en reuniones y seminarios con la Subsecretaría de Educación Media Superior para definir la difusión de los resultados de la prueba Enlace en ese nivel educativo. Además formamos parte del Consejo Técnico de Enlace 2009 y nos hemos dado a la tarea de difundir herramientas para padres de familia, maestros y sociedad en general sobre el uso y aprovechamiento de la prueba para beneficio de la educación de nuestras niñas, niños y jóvenes”.
En esos anuncios de televisión de los que hace alarde Mexicanos Primero se dice que son un proyecto para Fundación Televisa, de modo, pues, que este organismo que se presenta como sociedad civil no puede ocultar su pertenencia a ese consorcio que, sin exageración, fue denunciado hace años como la verdadera secretaría de educación de este país. Ahora no se conforma con serlo desde sus pantallas, micrófonos e impresos (es la editorial más grande en lengua castellana), ahora directamente ambiciona dirigir la escuelas públicas. Se ha metido ya hasta la cocina, fungió hace unos días como observador (con cientos de observadores) en los exámenes aplicados a los maestros para el concurso de plazas.
Sin duda, lo que no se evalúa no se puede mejorar, pero hay muchas formas de evaluar y es bien sabido, por quienes han estudiado con responsabilidad los asuntos educativos, que en este campo hay formas de evaluación que son perniciosas; este es el caso de la prueba Enlace y de muchas evaluaciones formuladas por especialistas en sicometría que ignoran los aspectos filosóficos, pedagógicos y sociales de la educación. Es oportuno reiterar ahora la crítica a las pruebas de opción múltiple como Enlace, pues nada se ganaría si ésta es remplazada con otro proyecto semejante.
Una de las razones por las que se usan las pruebas de opción múltiple es que permiten la obtención y procesamiento rápido, computarizado, de grandes cantidades de información, objetivo muy preciado para quienes tienen la obsesión de controlar. Otra de las ventajas que arguyen sus promotores es la objetividad. Estas cualidades pueden justificar en casos particulares la aplicación de algunos de esos instrumentos, sin embargo siempre habrá que tener presente sus limitaciones y sus efectos secundarios, los daños que pueden generar en la educación misma y los usos perversos que con frecuencia alientan. Los daños causados por la aplicación de la prueba Enlace durante varios años son incalculables.
Ya he señalado en este espacio que uno de los efectos perniciosos de las pruebas de opción múltiple es que hacen creer que la educación es la acumulación de información para responder preguntas formuladas por otros, cuando el principalísimo objetivo de la educación debería ser enseñar a niños y jóvenes a formular preguntas propias y generar condiciones para que los estudiantes desarrollen un espíritu inquisitivo. Otro efecto pedagógico adverso: esas pruebas afirman que toda pregunta tiene solamente una respuesta correcta, cuando esto ocurre sólo en los casos de preguntas relativamente superficiales sobre hechos. Es incuestionable, pues, que la aplicación de las pruebas de opción múltiple, y la orientación de las actividades escolares para que los estudiantes las respondan correctamente, se traducen en grave deterioro de la educación: empobrecimiento de los contenidos y la destrucción del hábito y las habilidades críticas (evidentemente esto es lo que conviene a Televisa).
Otro efecto pernicioso, antieducativo, de las pruebas de opción múltiple, es que exaltan el aspecto negativo de los errores, sólo reconocen esta faceta, ignorando que el error es ocasión de aprendizaje; la ciencia, dice Gastón Bachelard, es una serie de errores corregidos. Incluso hacen del error causa de sentimiento de culpa (por supuesto también este efecto es de interés para quienes se benefician de una sociedad estratificada); las pruebas de opción múltiple, en su búsqueda de objetividad, arrojan resultados puramente cuantitativos (cantidad de aciertos), aun cuando los números no necesariamente significan conocimiento objetivo y nada dicen de la naturaleza y las causas del error y por tanto no abren el camino para su superación.
Finalmente habría que advertir que las pruebas de opción múltiple dejan espacio para el acierto azaroso y que se ha demostrado que algunas de ellas (por ejemplo Enlace y las del examen único de ingreso al bachillerato) discriminan desfavorablemente a algunos sectores.
El presidente de Mexicanos Primero ha reiniciado su campaña en contra de los maestros mexicanos exigiendo que sean evaluados para que pueda mejorar la educación pública en nuestro país. Una actitud honesta debería conducir a este organismo a reconocer el grave daño que han hecho con el impulso a la prueba Enlace, y sobre todo a dejar de hacer el daño que generan en la niñez mexicana y en la población entera a través de sus pantallas, sus micrófonos y sus impresos.

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