Los maestros de México no tienen un contrato colectivo de trabajo
que regule su ingreso, promoción y permanencia en el ejercicio de la docencia;
lo que ha funcionado hasta hora ha sido un Reglamento de las Condiciones
Generales de Trabajo del Personal de la Secretaría de Educación Pública, que
entró en vigor el 1º. De febrero de 1946; y el otro elemento que sustituyen al
Contrato Colectivo, lo constituyen las negociaciones salariales anuales; que
antes eran en mayo y ahora en febrero.
Dicho reglamento establece la
existencia de trabajadores de confianza y de base, destacando en primer lugar a
los Secretarios, subsecretarios y Oficial Mayor y todo el personal que se
encuentre bajo su mando. Esto es lo legal, diremos que esto es lo correcto; sin
embargo, la realidad es muy distinta; sobre todo la que refiere el Reglamento
de 1946 y la que se fue construyendo a lo largo de siete décadas. Recordemos
que en sexenio anterior, el subsecretario de educación básica fue nombramiento
sindical y yerno de la Presidenta del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE.
Las relaciones políticas de los
líderes del SNTE, su creciente influencia en la vida nacional y política
permitieron avanzar en puestos que estaban reservados exclusivamente para los
trabajadores de confianza, para la administración y durante el periodo del
cacicazgo de Carlos Jonguitud Barrios y durante los últimos 23 años, en la
ambición de los líderes sindicales estaba la silla que ocupara el educador José
Vasconcelos.
Las ambiciones políticas de los
líderes de los partidos políticos y del sindicato fueron muy lejos al ceder
franjas importantes de la responsabilidad del Estado en la conducción del
sistema educativo nacional a los líderes del SNTE; al grado de envilecer la
misión de la organización gremial del magisterio, y la de los líderes; pero también, la de los
maestros de escuela, los mismos que ahora
asumen las prácticas de inmoralidad como “derechos laborales”.
En esta línea se puede advertir
el tráfico y venta de plazas a maestros y a personas que no tienen la formación
elemental para el ejercicio de la docencia, todo es negociable, -con dinero y
en especie- con favores de todo tipo, un cambio de adscripción de escuela, un
ascenso a director o directora de escuela, de supervisión escolar al margen de
los derechos que establece el escalafón de mandos, una comisión sindical, una
doble plaza, un incremento de horas, protección y ausentismo escolar, una
comisión como Apoyo Técnico Pedagógico…
Los líderes del SNTE –en esto no
habría que confundir líderes con Sindicato de trabajadores- no solo controlan
una parte importante de la estructura burocrática de la Secretaría de Educación
Pública federal, sino también la casi totalidad de las administraciones locales;
y a partir del 14 de diciembre de 1973, El Reglamento de Escalafón de los Trabajadores
al Servicio de la Secretaría de Educación Pública, bajo la simulación de una
supuesta Comisión Nacional Mixta de Escalafón SEP-SNTE y -minucias de las formalidades burocrática- en el anterior
sexenio, el SNTE, invirtió el orden en la colocación de las siglas en
documentos oficiales de SEP-SNTE, por SNTE-SEP. Minucia sintomática que marca
hasta qué punto se trastocaron las fronteras del sindicato con las de la
administración.
Todo lo anterior está en juego, incluyendo
la necesidad de las reformas a la educación y al trabajo docente pero que esta
discusión debe generarse desde las escuelas y no desde las nuevas conveniencias
políticas tanto de las internas del país, como las del exterior como es el caso
documentado de organismos como la OCDE; las reformas como un ajuste de cuentas
con su respectiva carga de odio entre el Secretario de Educación entrante y la
líder de una casta burocrática que niega al sindicato como órgano de defensa de
los intereses profesionales del magisterio.
La reforma al artículo tercero
constitucional está en camino y muy pronto, reglamentos y escalafón de mandos
quedarán sin efecto todas sus disposiciones, lo bueno y lo malo de más de siete
décadas de construcción para dar paso a otros, que respondan a intereses,
legítimos o no, en la conducción de la educación pública. ¿Mientras tanto?
Tiremos el agua sucia de la bañera con todo y niño dentro.
Las nuevas reglas para el
ingreso, promoción y permanencia del magisterio en las aulas están delineadas
en la expresión de odio del Señor Emilio Chuayffet Chemor: El que repruebe se
va y eso no es pactable. –en referencia a los maestros que reprueben el examen
universal-
La reforma constitucional y la
reforma educativa que se derive de la misma, traerá cambios profundos en las
relaciones laborales de los trabajadores docentes, técnicos y administrativos
de educación básica y prácticas culturales e intereses largamente larvadas en
las oficinas de los mismos personajes que ahora buscan ajustar cuentas con los
que se convirtieron en una costra incómoda de la administración de los
servicios educativos del país, no están exentos de un nuevo y renovado ciclo de
movilizaciones y resistencias que vendrán desde las modestas aulas de escuela,
hasta las estructuras de los sindicatos y grupos de interés local
Este sistema educativo que se
construyó durante la década y el gobierno de Manuel Ávila Camacho, bajo el
ambiente de la política de Unidad Nacional; hoy la reforma ocurre gracias a que
se generó un Pacto Nacional entre los Partidos: Revolucionario Institucional,
Acción Nacional y de la Revolución Democrática –Los tres disputándose la
paternidad de la iniciativa del Pacto y de la elaboración de la reforma
educativa-; pero también están los supuestos grupos que se proclaman de la
sociedad civil, los empresarios y los sindicatos empresariales, los grupos de
poder económico, las televisoras y la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico –la OCDE- ¿Estamos ante una nueva etapa de la política
avilacamachista de los años cuarenta? No olvidemos que una reforma al 3º. Constitucional
dio origen al SNTE y una nueva reforma lo destruirá hasta sus cimientos Escrito el día anterior al fin del mundo y de la
profundización del ocaso de la educación pública.(20-12-2012).
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