viernes 02 de marzo de 2012.
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El 3 de febrero el DF renovó su marasmo. Lo raro no eran las calles
paralizadas, sino la causa. El 2 de febrero se habían degustado los tamales del
Día de la Candelaria; ¿el pasmo se debía a una indigestión masiva? El asunto
no era tan racional: los maestros expresaban su derecho a no ser evaluados.
El tema ha cobrado impulso con el documental De panzazo, dirigido por Juan
Carlos Rulfo y conducido por Carlos Loret de Mola. El diagnóstico es tan
escalofriante como las ganancias de Televisa o Carlos Slim: 60 de cada 100
alumnos no acaban la secundaria, 8 de cada 10 no sabe multiplicar, México
ocupa el último lugar en educación en los 30 países analizados por la OCDE.
Las malas noticias de unos son la ventaja de otros. De acuerdo con la Auditoría
Superior de la Federación, en 2010 la Presidencia de la República gastó 6 mil
479 millones de pesos en publicidad, casi tres veces el presupuesto aprobado
por el Congreso. El dispendio no sería posible sin rezagos como éste: cerca de
50 mil escuelas no tienen agua.
La crisis de la educación crea negocios paralelos: México es líder mundial en
consumo de comida chatarra y niños expuestos a anuncios televisivos.
También la ilegalidad se beneficia: siete millones de "ninis" integran la reserva
del crimen organizado.
El problema perdura porque para algunos no es ningún problema: los
reprobados son dados de alta como televidentes, sicarios, subempleados o
consumidores de botanas con fenilalanina.
El momento más álgido de De Panzazo es la entrevista que Loret de Mola
sostiene con Elba Esther Gordillo. La líder eterna del SNTE promete que sus
colegas se dejarán evaluar. Con elocuente presencia de ánimo, el periodista
dice que no le cree. "¿Sabe por qué no me cree?", pregunta la Maestra:
"Porque no me tiene confianza". Fin del diálogo.
Elba Esther no necesita credibilidad. Su poder dimana de otros arreglos. Fue
un factor decisivo para que Calderón llegara a la Presidencia y ha sabido
cobrar su apoyo. El rezago educativo no es para ella un motivo de alarma, sino
un prerrequisito para el tráfico de influencias.
Hay formas obvias de mejorar la educación. Menciono dos tan evidentes como
incómodas: depurar al SNTE y eliminar el pase automático en la UNAM. Esas
mejoras traerían movilizaciones desgastantes. ¿Quién se atreve a asumir los
costos políticos? Pero hay algo más de fondo: la miseria de la educación es
rentable. Los medios, los sindicatos, los partidos políticos y la economía que
tenemos le deben mucho a la ignorancia. Cuando los alumnos aprueben en el
aula, desaprobarán a la sociedad.
El páramo educativo también favorece la industria de las soluciones. Juan
Sebastián Gatti, escritor y maestro de larga trayectoria, ha llamado la atención
sobre un programa que prospera en Puebla con apoyo de la SEP. Gatti no es
un alarmista; conocedor de Freinet y Piaget, atempera sus reacciones en
temas de pedagogía. Por eso hay que hacerle caso. Si el maestro Gatti alza la
ceja, el asunto es serio.
En un artículo divulgado en internet, narra una reunión de la Corde del 26 de
enero en que se dio conocer el método Educación por la Experiencia,
propuesto por el empresario poblano Armando Prida. La idea básica es la
transmisión de valores, algo necesario. Lo preocupante es la pobreza de las
propuestas. Quien desee conocerlas puede ingresar a la página
www.educacionporlaexperiencia.mx.
Prida menciona vínculos con instituciones tan apreciables como la BUAP, la
Iberoamericana y el Tec de Puebla. Es impensable que expertos de esas
universidades hayan elaborado el programa "Lo bueno de ser buenos". El
"método" se basa en cuatro verbos. El primero es "dialogar". Extrañamente, el
segundo es "escuchar" (uno pensaría que para dialogar hay que oír). El tercero
es "resolver". Al respecto dice Gatti: "Observar un fenómeno para luego
analizarlo y sacar conclusiones generalizables es una operación elemental de
la inteligencia". Como todo parecía obvio, el cuarto verbo es esotérico:
"trascender" (el "método" no aclara cómo acceder a esa condición inmortal).
"Como maestro en servicio", dice Gatti, "estoy acostumbrado a que las nuevas
propuestas educativas me obliguen a leer cientos de páginas, sin contar con
las fuentes en que están basadas. La más reciente reforma curricular, sin ir
más lejos, representó la lectura de más de 600 páginas". Luego de analizar los
seis libros de texto de Prida, comenta que el "método" no toma en cuenta que
algunos alumnos pueden fallar ni les da herramientas para recuperarse. En
estas condiciones, la "transmisión de valores" equivale a una promesa
inquebrantable de portarse bien, similar a la jura de la bandera, con la
diferencia de que a la escuela se va más seguido que a la guerra, y si el
alumno queda mal ante los demás, hay consecuencias discriminatorias no
previstas.
En suma: el negocio de la pésima educación trae el negocio de las presuntas
soluciones.
El mejor retrato de la educación en México es cualquier anuncio de comida
chatarra, donde el mensaje pedagógico "come frutas y verduras" es un
redituable pretexto para vender toxinas.
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El 3 de febrero el DF renovó su marasmo. Lo raro no eran las calles
paralizadas, sino la causa. El 2 de febrero se habían degustado los tamales del
Día de la Candelaria; ¿el pasmo se debía a una indigestión masiva? El asunto
no era tan racional: los maestros expresaban su derecho a no ser evaluados.
El tema ha cobrado impulso con el documental De panzazo, dirigido por Juan
Carlos Rulfo y conducido por Carlos Loret de Mola. El diagnóstico es tan
escalofriante como las ganancias de Televisa o Carlos Slim: 60 de cada 100
alumnos no acaban la secundaria, 8 de cada 10 no sabe multiplicar, México
ocupa el último lugar en educación en los 30 países analizados por la OCDE.
Las malas noticias de unos son la ventaja de otros. De acuerdo con la Auditoría
Superior de la Federación, en 2010 la Presidencia de la República gastó 6 mil
479 millones de pesos en publicidad, casi tres veces el presupuesto aprobado
por el Congreso. El dispendio no sería posible sin rezagos como éste: cerca de
50 mil escuelas no tienen agua.
La crisis de la educación crea negocios paralelos: México es líder mundial en
consumo de comida chatarra y niños expuestos a anuncios televisivos.
También la ilegalidad se beneficia: siete millones de "ninis" integran la reserva
del crimen organizado.
El problema perdura porque para algunos no es ningún problema: los
reprobados son dados de alta como televidentes, sicarios, subempleados o
consumidores de botanas con fenilalanina.
El momento más álgido de De Panzazo es la entrevista que Loret de Mola
sostiene con Elba Esther Gordillo. La líder eterna del SNTE promete que sus
colegas se dejarán evaluar. Con elocuente presencia de ánimo, el periodista
dice que no le cree. "¿Sabe por qué no me cree?", pregunta la Maestra:
"Porque no me tiene confianza". Fin del diálogo.
Elba Esther no necesita credibilidad. Su poder dimana de otros arreglos. Fue
un factor decisivo para que Calderón llegara a la Presidencia y ha sabido
cobrar su apoyo. El rezago educativo no es para ella un motivo de alarma, sino
un prerrequisito para el tráfico de influencias.
Hay formas obvias de mejorar la educación. Menciono dos tan evidentes como
incómodas: depurar al SNTE y eliminar el pase automático en la UNAM. Esas
mejoras traerían movilizaciones desgastantes. ¿Quién se atreve a asumir los
costos políticos? Pero hay algo más de fondo: la miseria de la educación es
rentable. Los medios, los sindicatos, los partidos políticos y la economía que
tenemos le deben mucho a la ignorancia. Cuando los alumnos aprueben en el
aula, desaprobarán a la sociedad.
El páramo educativo también favorece la industria de las soluciones. Juan
Sebastián Gatti, escritor y maestro de larga trayectoria, ha llamado la atención
sobre un programa que prospera en Puebla con apoyo de la SEP. Gatti no es
un alarmista; conocedor de Freinet y Piaget, atempera sus reacciones en
temas de pedagogía. Por eso hay que hacerle caso. Si el maestro Gatti alza la
ceja, el asunto es serio.
En un artículo divulgado en internet, narra una reunión de la Corde del 26 de
enero en que se dio conocer el método Educación por la Experiencia,
propuesto por el empresario poblano Armando Prida. La idea básica es la
transmisión de valores, algo necesario. Lo preocupante es la pobreza de las
propuestas. Quien desee conocerlas puede ingresar a la página
www.educacionporlaexperiencia.mx.
Prida menciona vínculos con instituciones tan apreciables como la BUAP, la
Iberoamericana y el Tec de Puebla. Es impensable que expertos de esas
universidades hayan elaborado el programa "Lo bueno de ser buenos". El
"método" se basa en cuatro verbos. El primero es "dialogar". Extrañamente, el
segundo es "escuchar" (uno pensaría que para dialogar hay que oír). El tercero
es "resolver". Al respecto dice Gatti: "Observar un fenómeno para luego
analizarlo y sacar conclusiones generalizables es una operación elemental de
la inteligencia". Como todo parecía obvio, el cuarto verbo es esotérico:
"trascender" (el "método" no aclara cómo acceder a esa condición inmortal).
"Como maestro en servicio", dice Gatti, "estoy acostumbrado a que las nuevas
propuestas educativas me obliguen a leer cientos de páginas, sin contar con
las fuentes en que están basadas. La más reciente reforma curricular, sin ir
más lejos, representó la lectura de más de 600 páginas". Luego de analizar los
seis libros de texto de Prida, comenta que el "método" no toma en cuenta que
algunos alumnos pueden fallar ni les da herramientas para recuperarse. En
estas condiciones, la "transmisión de valores" equivale a una promesa
inquebrantable de portarse bien, similar a la jura de la bandera, con la
diferencia de que a la escuela se va más seguido que a la guerra, y si el
alumno queda mal ante los demás, hay consecuencias discriminatorias no
previstas.
En suma: el negocio de la pésima educación trae el negocio de las presuntas
soluciones.
El mejor retrato de la educación en México es cualquier anuncio de comida
chatarra, donde el mensaje pedagógico "come frutas y verduras" es un
redituable pretexto para vender toxinas.
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