¿Ecoturismo o ecocidio
en Cuetzalan?
Luis Hernández Montalvo
En su Cántico al Hermano Sol san Francisco revela la
convivencia de estas dos ecologías. Su extraordinario logro espiritual fue
reconciliar el mundo con Dios, el cielo con la Tierra y la vida con la muerte.
Para entender toda esta experiencia espiritual es necesario leer el texto más
allá de su letra y bajar al nivel simbólico donde los elementos cantados vienen
impregnados de emoción y de significado.
Leonardo Boff 2013-04-26
.
Los primeros rayos del sol nos despertaron en
plena entrada a la sierra norte de Puebla el 4 de octubre de 2012. Conforme despertaban
mis estudiantes, se dibujaba en su rostro una mueca de asombro. La naturaleza
aún impacta los sentidos de la vista.
A través del autobús se puede
observar grandes extensiones de tala de bosques; en el camino, en la carretera
circulan los camiones cargados de madera sin el menor control de las
autoridades. Día y noche es saqueada la sierra en sus maderas.
Hace apenas
cuarenta años atrás, en el entronque de la carretera Zaragoza – Zacapoaxtla, había un bosque de
cedros añosos, en donde apenas penetraba la luz, era un espacio mágico donde se
respiraba un aire con olor a pinos, en un espacio en donde el aire pedía
permiso para seguir su camino. Nada de eso queda en pie, todo, ha sido
destruido.
Conforme avanzamos, vemos como
los espacios naturales que en un tiempo no muy lejano visitamos, que en la
cascada de La Gloria, en donde varias ocasiones entramos a sus aguas frías,
ahora se ven cercadas por intereses particulares con el pretexto de proyectos
de turismo ecológico. Un espacio natural, con su caída de agua limpia,
profundamente transparente, fría al grado de dejar los cachetes de color
bermejo encendido.
¿Cómo no admirar estos árboles
centenarios que imponen el silencio e invitan a la reflexión de nuestra
naturaleza humana?
Elevar el espíritu a la copa de
los árboles para encontrar la briza del agua despeñándose en un espejo de agua
transparente. No estamos solo, el festivo canto de los pájaros nos invitan a
elevar la vista al cielo para verlos volar en parvadas de plumas multicolores y
aquí, nace un pequeño río que busca su cauce para volver a despeñarse en una barranca
en su camino a los océanos.
Conforme ingresamos a la
población, nos topamos con anuncios en donde se oferta la venta de toda clase
de aves y pájaros exóticos para un turismo que no tiene conciencia de que
varias especies de aves se encuentran en extinción; que en estas tierras fueron
poblabas por ese pájaro multicolor llamado Quetzal, de cuyo nombre se designa el
nombre a la población de Cuetzalan.
No solo las aves y pájaros de
vistoso plumaje están en peligro; los pobladores destruyen helechos centenarios
para aprovechar sus troncos en la elaboración de artesanías de muy escaso valor
en el mercado. Hay quienes dicen que estos helechos que se destruyen causan un
daño a los únicos testimonios vivientes de plantas de antiguas eras geológicas.
No solo se destruyen los bosques
entendidos estos como árboles cuya explotación radica en el aprovechamiento de
las maderas y sus derivados. Durante los trabajos de tala, se matan y se
destruyen verdaderas cadenas alimenticias y se dejan las tierras boscosas a
merced de la erosión del aire y del agua.
Pero no solo se venden aves
exóticas sino una gran variedad de animales que van desde las serpientes, las
pieles de gatos del monte para ceremonias de los santeros, las docenas de colibrís
que la superstición y la ignorancia, provocan una industria de destrucción de
aves hermosas y que luego van a ofrecerse a los mercados de las ciudades. Saliendo
de la estación del metro Barranca del Muerto, indígenas de Zacapoaxtla y
Cuetzalan venden toda clase de orquídeas silvestres con precios que no rebasan
los treinta pesos.
En el mercado de Cuetzalan
también es un espacio para ofrecer y comprar toda clase de plantas y animales
sin control, sin vigilancia de la autoridad y mientras seguimos nuestro camino,
por la carretera toda clase de restaurantes y fondas que encubren la venta de
cerveza y alcohol, principalmente aguardiente. Proliferan los hoteles, las
casas de huéspedes, los puestos de comida, por la calle deambulan los niños
pidiendo limosna a los turistas.
Luego llegamos al centro de la
población, la soberbia de los blancos y mestizos en casonas porfirianas, apenas
delimitadas por calles empedradas, los hoteles de cierto confort para el
turismo extranjero y nacional, las cantinas y los nuevos “antros”.
Francisco se encuentra en su
casa, le rodea un enorme sol multicolor similar al que portan los danzantes indígenas,
en el atrio del templo, tiene lugar, desde las primeras horas del día, la
coronación de la reina del Huipil cada vez adquiere un matiz de estilo televisa
en la coronación de “las mises” y pierde su carácter ritual, íntimo.
En el centro de la población, en
el parque municipal, los organizadores dan rienda suelta a toda clase de venta
cervezas. Es una carpa de venta de cervezas,
con sus cantantes y bailarines, le llaman el “foro del pueblo”. El turismo es
abundante, los principales hoteles están al tope.
En la entrada de la población, un
ejército de promotores turísticos, le recomiendan los servicios de hotelería y
de restaurantes, los mejores costos, le venden la entrada a las grutas que
muchos años, fueron espacios libres, ahora, todo está bajo la batuta del
mercado.
Todo está siendo controlado por
el mercado que no mira sustentabilidad, que no existe el mínimo aprecio por la
naturaleza, que no promueve una cultura de respeto por la vida silvestre y que
incluye a los indígenas que son desplazados a los montes como en un principio.
Otros, principalmente los hombres
jóvenes, se encuentran en la servidumbre de las casas de la ciudad de México,
otros más, han migrado a los Estados Unidos, han sido expulsados de sus tierras
por falta de empleo, por haber perdido sus tierras que son utilizadas por los
nuevos colonizadores, donde construyen lujosas casas de descanso, así cambia
este mundo mágico donde los indios hablaban con sus dioses en una comunión con
el resto de los seres vivos.
En el templo de “Los Jarritos”,
se van concentrando pequeños grupos de mujeres indígenas, llevan en sus manos
pequeños bastones de mando con sus listones de colores y un sahumerio con el
humo de copal y ramos de flores que nacen a orillas de los arroyos. Las mujeres
visten sus faldas blancas, un señidor multicolor de lana y sus sencillos
huipilis que las protegen del calor y del frio.
Llegan indígenas ancianos y se
postran ante las imágenes de los santos de la Iglesia, aquí guardan sus
ofrendas al otro pobre por elección. Las voces en Nahuatl y Totonaco van
formando un murmullo de súplicas desfallecientes, recogen sus flores y sus
sahumerios e inician su recorrido a la
casa del Padre Francisco de Asís, tan resplandeciente como el Padre Sol. Caminan
cantando y rezando, caminan en medio del humo de copal.
Atraviesan la plaza pública,
pasan por el foro del pueblo, ingresan al atrio en medio de la indiferencia de
los extraños que están atentos a los pocos danzantes que quedan en la región,
hasta en el aspecto cultural, que resistieron por más de cinco siglo, ahora,
las danzas en la sierra norte de Puebla, también se extinguen.
En el atrio, dos o tres
sacerdotes los esperan con sus albas tan blancas como las naguas de las indias,
con estolas cocidas por manos artesanales con motivos indígenas. Los sacerdotes
bendicen las ofrendas y en doble columna, caminan al altar mayor los danzantes
que se desprendieron del público turista. Los huaraches cimbran los muros del
templo y en danza ritual llegan al altar mayor a los pies de Francisco y le
danzan, le lloran y piden por los hijos ausentes, por los maridos de los que no
tienen noticias.
Los viejos esperan volver a ver a sus hijos y nietos,
por eso danzan, por eso cantan, por eso le ofrecen al Sol las ofrendas del
campo. Del trabajo y de los afanes de estos seres que guardan el recuerdo, tal
vez solo el culto que heredaron de los primeros franciscanos que evangelizaron
esta tierra hace más de 500 años.
Afuera la música y sus estridencias, las
voces destempladas de los conductores con buenas dosis de alcohol y en el atrio,
toda clase de ventas contra la naturaleza. (04-10-2014) Paz y Bien.
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