Crónicas del gremio:
Los chavalos le llamaban El calcetín, era de esos que ningún profesor quiere en su clase, pero él casi tenía los privilegios de un prefecto, pues a nadie hacía caso y entraba a la dirección como si fuera su casa.
Todo inició un día que habiendo llegado al máximo de reportes por mala conducta, su mamá hubo de hacerse presente en la escuela para recibir el resultado del dictamen del Consejo técnico sobre su hijo de 14 años y alumno irregular de 2 º grado, grupo F, pues era una escuela secundaria muy grande.
Era una mujer joven de unos 28 años, chaparrita, pero muy, muy bien formada y de facciones muy, muy agradables, llevaba su cabello negro recogido en una trenza que resaltaba su vestido rojo muy, muy entallado, cual si fuera un calcetín de licra, sus zapatos rojos también, eran de tacones demasiado altos y la hacían verse espectacular (como algunas maestras jóvenes cuando asistían a las academias).
El director, un hombre entrado en los cuarenta , de baja estatura, de facciones poco joviales, de carácter irritable al menor atisbo de desobediencia de su personal y no muy asiduo asistente a su escuela, ese día para su fortuna, había llegado temprano y se paseaba por los jardines de la entrada.
Sus ojos brillaron como si fuera día de quincena con prima vacacional y compensación por doble turno. La vio y se apuró a preguntar a qué se debía su grata presencia en su escuela, después de presentarse. "Vengo a Trabajo social y orientación, para tratar un asunto de Jacinto mi hijo" No están las compañeras, pero yo personalmente la atenderé para ver el caso de ese agraciado jovencito, su hijo.Le dio preferencia como todo un caballero y se deleitó con tan escultural figura en el trayecto a las oficinas.
Pasaron a la dirección y enseguida por el interfón ordenó a su secretaria que le llevara el expediente del alumno.
Ya para ese momento una buena parte del personal sabía de la presencia de la mamá de Jacinto y de la oportuna intervención del director para evitar que llegase con las maestras indicadas para tratar el asunto. Ellas mismas lo vieron y escucharon y se encargaron de platicar a la prefecta, que llevó la información por la escuela.
La dama entallada como calcetín al decir de la subdirectora, fue informada y pasó más de una hora en la dirección escuchando al director, supusieron las secretarias. Salió acompañada del diligente maestro, que le ofreció llevarla a su trabajo o a su casa. Ya no regresó ese día a despachar los asuntos pendientes.
Desde entonces Jacinto fue bautizado con el nombre de El calcetín, que todo mundo sabía por qué y su comportamiento escolar fue tal, que los profesores decidieron darle libre la hora de cada clase para que deambulara por la escuela y de vez en cuando, estando el director en su oficina, pasar a platicar con él en confianza de entenado.
Nada más faltó que le diera nombramiento de Delegado sindical para que nos tuviera a todos bajo su dominio completo, decían todos, pues el director ponía a tales personajes de sus confianzas. Eran tiempos de Vanguardia revolucionaria, el origen de todo en educación.
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