Correspondencia secreta
de los principales intervencionistas mexicanos
Luis Hernández Montalvo
A pesar de lo que difunde la propaganda
oficial de la celebración de los 150 años de la Intervención Francesa en
Puebla, la realidad de aquellos días era otra muy distinta.
Hace 20 años aproximadamente
dejamos de escribir y leer cartas.
La tecnología en la comunicación de los
hombres desplazó esta práctica que se enseñaba desde la escuela primaria. A
principio de la década de los años noventa del siglo pasado di de baja mi cuenta
del apartado postal y dejé de recibir correspondencia de mis amigos, varios de
ellos, profesores del interior del país y del continente y otros, incluso,
sacerdotes misioneros combonianos, que me escribían desde Uganda.
En estos días me encontré en mi
pequeño librero un texto viejo que contiene la Correspondencia secreta de los
principales intervencionistas mexicanos. El libro contiene documentos inéditos
o muy raros para la historia de México, publicado en 1906 por Genaro García y
Carlos Pereyra, en la Librería de la Vda. De CH. BOURET, localizada en la calle 5
de Mayo No. 14 de la capital del país.
En este libro de cartas que
suscriben los autores “ó corifeos de la intervención francesa en México, que
fueron los altos jefes militares, los prelados y los políticos del antiguo
partido conservados”, nos transporta a las sombras del tiempo para revivir el
pensamiento y la justificación de los que pensaban el patriotismo de manera
distinta.
Aquí encontramos afectos, y una gran red de
relaciones que llegaban a la isla de Cuba y de ahí a Europa. Por ejemplo: en la
segunda parte del tomo IV de esta vasta colección de cartas, Ángel I. de Sta. Anna, en su misiva dirigida al
Sor. Coronel D. José H. González, el 17 de junio de 1861, se lee lo siguiente:
“Los pillos que han saqueado los templos y arruinado nuestras iglesias no se
quedarán con el justo castigo que el cielo impone á todo hombre que causa males
á su Patria; pagarán como Lerdo y Zamora”. Más adelante, en otro párrafo leo:
“Si Márquez y Mejía no dan un
plan, y en él manifiestan que persona debe rejir los destinos del País, y esta
persona es la que reúne la opinión y capaz de salvar á Méjico, no
conseguiran su proposito y sucumbiran”.
En otra carta, Adrian Woll d Obn, escribe a la Havana al Sor. Coronel
Dn. Jose Hipolito Gonzalez, desde Chantilly Sbre, el 26 de 1861. “Como desde
aquí he vuelto a escribir al Sor. Obispo de Puebla en Roma ayer he recibido una
carta p.r la cual me anuncia haberme dirigido una á la habana bajo cubierta del
Sor. Obispo de esa ciudad quien supongo me la mandará p.r el paquete que de
este mes & & ademmas me dice seria bueno q.e yo fuese a Roma p.a presentarme
á su Santidad, ..”
En la misiva, Don. Adrian comunica sus dudas sobre la presencia extranjera
en México: “Un tratado se ha celebrado entre Inglaterra, España y Francia y
buques de guerra de las tres naciones saldrán p.a el Golfo de México pero
francam.te todavía nada transpira sobre lo q.e harán esto da lugar á muchas
conjeturas, pronto sabremos mas sobre el particular”.
En días previos a la batalla en
Puebla, Alguien que firma con el nombre de Eduardo –Bruno Aguilar, le dirige
una carta al Sr. Dn. Francisco J. Miranda, escrita el 25 de marzo de 1862, en
la ciudad de México, en la cual se anuncia lo siguiente:
Este libro por primera vez es leído,
para poder hacerlo, tengo que separar
las hojas por los bordes. En estos días en que se hace tanto despilfarro en los
festejos de los 150 años de la defensa de Puebla –fundamentalmente por un
puñado de indios descalzos de Xochiapulco y la travesía heroica de más de dos mil
chiapanecos que hicieron su camino a pie hasta esta ciudad para defender un Estado
y una nación no consolidados, no está por demás compartir visiones y
sentimientos de mexicanos actores de nuestra historia, sobre todo porque él
lector podrá adquirirlos en ediciones recientes (6-05-2012).
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