Desde los escritorios de la
SEP, donde un tal Aurelio Nuño, se enseñorea contra los educadores de nuestro país,
mismos que siguen representando un obstáculo serio para las pretensiones
economicistas de los organismos financieros internacionales y nacionales coludidos
con el Gobierno de Peña, empeñados en atentar contra la educación publica de la
nación a través de esa permanente
campaña de desprestigio contra los educadores mexicanos.
Y la punta de lanza de ese
fracaso que tiene estancada la reforma” más importante” de Peña lo sigue siendo
la evaluación, punitiva que ya demostró su falta de objetividad, su perversidad
e inoperancia y por lo mismo es una tendencia hacia el absurdo, simplemente
injusta.
Y como ya hemos venido dando
cuenta en este espacio, los que si le entienden al aspecto educativo, los
investigadores serios y objetivos y los propios educadores han venido
reclamando la reorientación de la brújula educativa para no nos alcance un
futuro de fatales consecuencias, de seguir el Ejecutivo Federal empeñado en
llevar adelante medidas que ya han demostrado su fracaso.
Sin duda el horno no esta
para bollos y la situación de este año se torna mas complicada aun, por lo que
el Gobierno de la República y sus corifeos en los estados debieran mostrar
sensatez en las medidas que impulsen y una manera de liberar presión social
para que no estalle la olla express del descontento, es por lo menos la
revisión seria, objetiva y sin medias tintas del escenario educativo, dado que
son muchos los retos que enfrente se tienen y sin duda si son tomados en cuenta
la mayoría del los actores que inciden en la tarea educativa mas ligera será la
carga y se podrán tomar mejores decisiones, al menos eso es lo que creemos.
Por ello plantea Lucía
Rivera Ferreiro, académica de La Universidad Pedagógica Nacional, Unidad
Ajusco, que la evaluación educativa,
como actividad práctica que afecta a grupos y personas involucradas en los procesos
de este tipo, trasciende la dimensión meramente técnica y adquiere su verdadero
valor cuando se conduce bajo principios éticos claros, por lo que los términos
objetividad y justicia no son sinónimos
y confundirlos conlleva el riesgo de simplificar las decisiones y eximir
de responsabilidades a quienes evalúan, quienes, pueden plantear una prueba técnicamente impecable pero muy
injusta.
La implementación de la
evaluación educativa ha incurrido en este error, por el propio INEE, dado que en el Programa
de mediano plazo para la evaluación del Servicio Profesional Docente 2015-2020
dice que son cinco los principios que orientan su actuación: la mejora escolar,
la equidad, el reconocimiento y atención a la diversidad, la participación y la
evaluación justa.
Sobre esta última señala que
busca respetar “en todo momento, los derechos de las personas, lo que se
logrará en la medida en que las evaluaciones sean técnicamente sólidas,
imparciales, objetivas, transparentes y pertinentes, situaciones que a la fecha
no han ocurrido
Los responsables de la
evaluación docente han faltado a todos los principios que dicen defender pues
la lista de yerros cada día es más larga con lo cual se borra cualquier
vestigio de justicia que se quiera respetar .y lo único que han generado es gastos excesivos en publicidad
para denostar,, promesas que no se cumplen, fechas de aplicación que se han prorrogado
hasta en cinco ocasiones, militarización de las acciones, atentados contra la
integridad física de los educadores, con el uso irracional de la fuerza
publica, borrando de un plumazo cualquier vestigio de justicia, dejando en
claro esa frase lapidaria de la prestigiada académica de la UPN: “La evaluación
docente, irremediablemente injusta”
Pero aun campean el territorio nacional, voces
sensatas de la investigación educativa que invitan al gobierno de Peña y a su
ñoño secretario de educación a reorientar el camino, para no caer en lo que expone
Carlos Brown Solà, maestro en Economía por El Colegio de México, sobre que
México lleva 30 años transformando su marco de políticas económicas para poner
en el centro del modelo al comercio exterior y a la recepción de inversión
extranjera directa, el desempeño económico del país ha sido por demás
“mediocre”.
Y con ello se reafirma el sentido de que la
economía es importante, pero, por si
sola no resuelve los problemas de la sociedad y la búsqueda de la justicia
social no tiene que ver solo con el plato de lentejas, sino con la manera de
distribuirlo justamente.
Ciertamente necesitamos
incrementar la producción y de ahí pasar a darle sentido social a la nación eliminando
la ley del garrote que ha venido profundizando el gobierno peñista contra los
educadores pues seguimos defendiendo la tesis de que la educación debe seguir
siendo un medio que sirva de palanca a la movilidad social ¿Usted que
opina! ¡Hasta la próxima!
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