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jueves, 11 de septiembre de 2014

X Audiencia de un presunto culpable Oscar Hernández Neri

Texcoco, Estado de México a 10 de septiembre del 2014.


DECIMA AUDIENCIA


Compañeros y compañeras del Plantón
Queridos acompañantes de esta audiencia
Hermanos y hermanas:



            Les saludo con el respeto y el cariño de  siempre. Gracias por su presencia y apoyo.
            Les comparto mi optimismo y mi pesimismo, no sin avisarles que estoy bien en general; estos días he estado leyendo, escribiendo, dibujando, meditando profundamente y dialogando con distintas personas interesantes. También estoy yendo a la escuela, al “taller educativo” donde habemos internos que han concluido bachillerato a que tienen algún grado de estudios superiores, ahí tengo bajo mi responsabilidad una sección del taller que corresponde a Metodología de la Investigación: para  mí es muy estimulante esta actividad, aquí estoy pulsando con toda claridad el valor del aprendizaje, de la información científico técnica y sobre todo de la didáctica; hay que enseñar sin libros, sin copias, sin gises de colores, sin computadoras, sin internet, y hay que hacerlo con procesados y sentenciados que llevan desde dos meses hasta diez años presos.
           
            Estoy optimista porque hemos tramitado al amparo contra el auto de formal prisión que me dictó el Juez  Sergio Berinstain y que confirmaron los magistrados de la penal. En ese amparo estamos exigiendo mi libertad porque tanto el juez como los magistrados violaron el debido proceso y mis derechos humanos, atentando  contra la Constitución y abusando de su pode arbitrario.

            Tanto el juez como los magistrados han adoptado una versión ridícula y absurda, con la que me imputan el asesinato de una mujer que murió el 16 de Abril del 2007. Ella murió entre las 11:00 y las 13:00 horas, según la necropsia de ley. Yo estuve en la Prepa 55 desde  las 10:30 hasta las 12:00 hrs. y luego fui a buscarla al colegio de Posgraduados, en donde me encontré a su mamá, quien también estaba buscándola. Estuve con la señora y otras personas hasta las 13:00 hrs. y luego me fui a seguir buscándola hasta que, guiado por  personas que me encontré en el camino, la localicé en un paraje del cerro de Coatlinchán, estaba muerta conectada con una aguja a un frasco de suero que colgaba de un árbol, se había inyectado una sustancia letal. Avisé a su padre, quien también la andaba buscando desde la madrugada pues fueron alertados de que su hija se suicidaría. Ella, avisó sus intenciones a varias personas, a mí me mando mensajes telefónicos que quedaron registrados en mi celular, se despedía.

            El juez y magistrados dicen que murió estrangulada entre las 11:00 y 13:00 hrs. en el interior de su auto y que el cuerpo se depositó después, simulando un suicidio. Dicen que la maté por una discusión fuerte en la que la sujete de los brazos y en el forcejeo la ahorque.
            Pero no hay huellas de defensa, no hay huellas del ahorcamiento y sí hay exámenes de sangre en los que se registran altas cantidades de alcohol y de barbitúricos.
            Ella tenía 36 años de edad, era madre de un hijo  de 13 y tenía un futuro promisorio como doctora en ciencias. No era ignorante, ni pasiva, ni tonta como para permitir un abuso o  atentado contra su vida, sin defenderse o sin pedir auxilio.
            A mis testigos los han ignorado diciendo que son mis cómplices; a la madre la han ignorado como prueba de mi inocencia; el peritaje de  tiempos y distancias que entregamos, no le otorgan valor probatorio, e incluso, a una inspección ocular que hizo el propio Juez en el lugar de los hechos, con tiempos y distancias, no lo consideran válido.
            Esto implica que los magistrados sólo consideran su versión subjetiva, constructiva con la imaginación y un testimonio falso del  profesor al que torturaron los judiciales de Chimalhuacan, para obligarlo a decir que yo le confesé en el año 2009 que la había matado.
            El amparo ante el Juez Federal debe tomar esto en consideración y dejarme libre.
            Además estamos siguiendo el proceso o juicio para mi defensa. En la audiencia pasada se demostró como desde el teléfono celular de la occisa salieron mensajes de despedida y que el último que escribió se registró a las 12:30 hrs. y lo mandó a mi número, pero también escribió a otra persona.
            Esto demuestra que a las 12:30 estaba viva y yo estaba con su mamá. Yo la encontré hasta las 13:30 aproximadamente. No pude haber recorrido más de 12 kilómetros, en terracería, en un minuto, mucho menos conduciendo dos autos a la vez.
           
            Mi pesimismo:

            A pesar de lo evidente y contundente de las pruebas siguen sosteniendo su infamia y no me liberan. Peor aún, ahora el ministerio público afirma que yo manipulé el teléfono celular de ella. ¡Que aberración!

            Aquí en la cárcel se me han hecho amenazas veladas  de que me pueden pasar a procesados (población violenta y con poco control) o que se me puede hacer la vida imposible si lo deciden las autoridades. Esto es porque he contribuido a la defensa de los derechos humanos míos y de otros. Me indican que no me meta  en lo que no me importa.
            Aunque estoy de paso, tengo la convicción de la lucha social, de la denuncia y de que todo sitio en el que esté puede ser cambiado en bien de quien lo necesite y si eso me cuesta la agresión, el castigo o la vida, lo seguiré haciendo, porque le ha aprendido y debo enseñarlo.

            Quiero que sean optimistas junto conmigo, pero sin olvidar que hay razones claras para el pesimismo, sin embargo, que no impere la conformidad pasiva ni la individualidad doloroso. Que impere la lucha y la alegría por la justicia.


            Abrazos, abrazos y cariño.

                        Oscar Hernández Neri


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