En un contexto difícil, con una campaña de funcionarios nacionales y provinciales y casi todo el periodismo en contra, y tras 18 días de huelga, los maestros bonaerenses, con una lucha ejemplar, lograron torcerle el brazo al gobierno. Como en cualquier lucha sindical, la medida para evaluar es la mejora conseguida, no el pliego de reclamos en su totalidad. Lo que finalmente obtuvieron los docentes bonaerenses está en línea con lo que ya se había aceptado en Santa Fe, Córdoba y otras provincias, en el orden del 30 % en dos pagos. Y, sobre todo, la aceptación de la última propuesta fue decidida por la amplia mayoría de los docentes. Por todo esto lo considero un gran triunfo.
En ese contexto, los agoreros de la derrota, las sectas cuasi religiosas que se creen portadores exclusivos de la verdad sagrada, los dirigentes sindicales locales que no fueron capaces de convocar a más de cien maestros en asamblea durante las medidas de lucha, y que no llegaron a veinte en el acto que organizaron el 24 de marzo contra el acto de las Madres y los organismos en el monumento, critican a los dirigentes de este gran triunfo, a los que llevaron adelante la lucha docente durante casi tres semanas en la provincia más grande del país y consiguieron un triunfo.
El tren de la historia no les pasó por al lado. Los aplastó. Casi no existen, salvo por su abundante presencia en el facebook, y por alguna aparición eventual en los diarios cuando las banderas de los partidos a los que pertenecen aparecen en las marchas de los caceroleros gorilas, sus dirigentes abrazados a la mesa de enlace de la oligarquía sojera, cuando su nuevo líder Moyano les hace el favor de dejarlos aparecer en una foto con él, o cuando el periodista insignia de los genocidas los invita a su programa de TV a brindar con Don Perignom.
¡Viva los docentes bonaerenses! ¡Viva el SUTEBA!
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