¡Las
Escuelas Normales!
Luis
Hernández Montalvo
“Por lo mismo,
si los sueldos han de conservarse invariables tales cuales existentes ahora- y
se conservaran si no se hacen desde luego poderosísimos y constantes esfuerzos
para mejorarlos- no se atraiga á los jóvenes á la carrera del magisterio ni se
les imparta una sólida educación profesional para el ejercicio de dicha
carrera, porque es condenarlos á la miseria ó arrojarlos á la política y
la intriga.-“Carlos A. Carrillo (junio 26 de 1888.)
A 127 años de que el maestro
Carlos A. Carrillo escribiera su polémico y profético artículo sobre las
Escuelas Normales; el panorama no puede ser más desolador. Las Escuelas
Normales están viviendo el peor momento de su historia; sus maestros y
estudiantes se recrean en la ceguera del conocimiento, en el error de su
conducción y viven de la ilusión de un pasado del cual no tienen memoria y
confunden el prestigio de su pasado inmediato y lejano en canchas de tartán o
en instalaciones administradas por grupos de poder.
Desde 1984, cuando las
Escuelas Normales iniciaron un proceso de “modernización”; se ha venido
construyendo un discurso artificial que enfrenta “lo moderno contra lo
tradicional”.
La reforma que estableció el
grado de licenciatura como perfil de egreso a los estudiantes normalistas en su
formación inicial; no resolvió el problema de reestructurar a las Instituciones
de formación docente inicial y se conservan, aún en nuestros días, la
clasificación de Escuelas Normales y Escuelas Normales Superiores.
En las primeras horas de
este siglo se volvió a insistir y a revisar los problemas y la solución de la
formación de maestros. Recuerdo que en febrero de 2000, se puso en la mesa de
discusión “la carencia de un sistema de formación de maestros para todos los
niveles y modalidades de educación”. Esta necesidad se desprende del Acuerdo
Nacional para la Modernización de la Educación Básica de 1992; y nuevamente se
insiste en presentar una iniciativa a las instancias legislativas –por lo menos
en el estado de Puebla- por parte de las autoridades educativas, los partidos
políticos, las organizaciones sociales y/o sindicatos del sector para construir
este sistema como “…prioridad para el desarrollo nacional”.
Los profesores y
funcionarios de aquellos días; reconocían el “incumplimiento del ANMEB-1992; el
cual concebía el establecimiento de “un sistema de formación de maestros en
cada entidad”.
Los principales obstáculos
para que esta parte de la Reforma Educativa de 1992 se pudiera concretar fue obstaculizada
por los intereses patrimonialistas de orden político y sindical. Lo que tenemos
hasta nuestros días, son una burocracia que se disputa los puestos de las
administraciones locales en los estados y lo que debió haber sido “un sistema
de formación docente”, no deja de ser un espacio para la simulación del
cumplimiento de las funciones sustantivas de investigación, docencia y difusión
de una nueva cultura pedagógica.
Ahora; también hay que decirlo,
la Reforma de 1992, tampoco definió lo que sería “un sistema de formación de
maestros”, y estas instancias burocráticas en las entidades son el principal obstáculo
para que las Escuelas Normales puedan asumir sus compromisos y su misión de
Instituciones de Educación Superior. Ellas son los que controlan como una
extensión de los sindicatos, la contratación de los profesores y el ingreso de
los estudiantes a las Escuelas Normales, violentando los mecanismos oficiales
del examen, ellos, imponen a los directores; no por sus méritos académicos,
sino por su capacidad de control político.
La falta de un auténtico Sistema
Nacional de Formación Docente articulado entre la federación y las entidades
federativas, no solo en lo que tiene que ver con la planeación y administración
de los recursos humanos y los ya no tan exiguos recursos económicos en función
de las prioridades del desarrollo sectorial; sino incluso, para superar la
anarquía en la configuración e implementación de los planes y programas de
formación de maestros; con lo cual, tenemos una preparación deficiente de los
nuevos licenciados en educación, que al no aprobar los concursos de oposición,
las Escuelas Normales, sus académicos de extracción universitaria y sus
estudiantes, debieran preocuparse y ocuparse de las fallas en el actual Sistema
de Formación de Maestros.
Es un hecho que las Escuelas
Normales no están formando a los profesores –licenciados en educación dicen
otros- para competir por una plaza que les permita incorporarse al Servicio
Profesional Docente y portar con dignidad el “galardón de idóneos”.
A más de tres décadas de la
reforma a las Escuelas Normales; se impone revisar esta parte de los nuevos
retos para los egresados y cuestionar en una autocrítica profunda, su
revinculación con respecto a las instituciones de sus egresados. La DGESPE,
debe asumir un nuevo protagonismo y consolidar los esfuerzos iniciados en la
segunda mitad del siglo pasado.
La Dirección General de
Educación Superior para Profesionales de la Educación –DGESPE, debe retomar su
carácter de guía en la conformación de los nuevos programas de las
licenciaturas y programas de posgrado que han surgido sin control institucional
que garanticen un nivel académico aceptable. A continuación les comparto el
texto completo de Carlos A. Carrillo: “De cómo las Escuelas Normales pueden ser
un mal” (Junio 17 de 2015)
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