Pedro
Medina Calderón
La historia es mucho más que homenaje
a héroes muertos: los dejamos en el pasado. La historia debe responder a
preguntas del presente para traerlos a luchar con nosotros en las tareas de
hoy. Esa es el sentido de una historiografía crítica donde nuestros héroes sean
de carne y hueso, con todo y sus posibles errores, que no son irreverencias.
En la
lectura de autores de la Teoría Crítica uno puede comprender lo delicado que es
hacer teoría, la relevancia de la historia y de la necesidad de avanzar en unas
nuevas ciencias sociales: es decir del pensamiento crítico. En los tiempos dela
segunda guerra mundial alguien llamado Karl Popper escribió contra el historicismo
y de varias maneras se desplegó un pensamiento antiutópico como ahora, pero en
defensa de su propia utopía que llamó “sociedad abierta”, la del núcleo
racional de la mano invisible de Dios en un mercado de competencia libre. Su
texto tuvo el éxito que los poderes sistémicos le facilitaron para que prosperara un cientificismo de
neutralidad valórica que deformas a nuestra juventud en un academicismo para
ser sujetos calculadores y egoístas: la ciencia sin sujeto.
Tengo la
convicción de que hoy la fuerza más peligrosa que nos destruye paulatinamente
es la del antiutopismo y el excepticismo. La política más eficaz hoy es la de
combatir a los políticos, es decir, a la propia condición humana que derrochan
los políticos que nos gobiernan.
Contra esa tendencia
es esta colaboración con nuestro Partido por mantener viva la memoria de las
luchas del pueblo de Chihuahua, en las que se inscriben los hechos de Madera en
aquel 23 de septiembre de 1965.
Por esos
tiempos también Marc Bloch, que murió en un campo de concentración, escribió su
célebre manuscrito “en defensa de la
historia” que sus compañeros de la Escuela de los Annales han difundido por el
mundo. Hoy es un clásico. Yo soy un Profesor, ni siquiera de los buenos, pero
sí un poco terco en estudiar. Escribí un texto llamado “Criterios éticos para una práctica educativa” (2002). La dediqué
precisamente a los compañeros de Madera. Creo que ellos, la mayoría Profesores,
nos dieron con su ejemplo una última lección para la seriedad y el compromiso
que un político debe asumir: la posibilidad de que en la lucha contra los
opresores es seria, tan sería que hasta tal vez vaya nuestra vida en prenda para
que los excluidos del sistema vivan.
Lo más útil
de la historia es captar el sentido. Aquello más importante para continuar
adelante. Por eso nuestro tema busca la comprensión histórica desde aquel
contexto social y político.
Los
tiempos que vivimos son violentos. A nadie le asombraría que hablemos de asalto
o más violencia. Pero en Madera no fue un Asalto, sino un combate social que
duró hora y media de trece contra ciento veinticinco. No sólo ellos sabían por
qué, todos en el Chihuahua de aquel entonces la sabíamos también.
Aquí no se
trata de eso, que creo muchos otros nos lo recuerdan con abundancia, sino de
resaltar la importancia de la historia en la reflexión social y política, tan urgente hoy como siempre. Esa es mi mejor
intención.
Por esas
razones de la manera más sencilla posible, con algunas diapositivas que preparamos para ustedes
expondremos el contexto de nuestros compañeros combatientes de Madera 65.
Espero
ayude a comprender a nuestra generación donde los jóvenes enfrentan cotidianamente
un enemigo tan poderoso que los ha convencido de antemano que la única
posibilidad es que se adapten, que estudien sólo contabilidad y administración,
que sean buenos emprendedores.
Pero falta
les digan, como el letrero de Dante a la entrada del infierno: “quien
entre aquí perded toda esperanza”.
Por el
contrario y de aquella misma generación de la teoría crítica Walter Benjamín sentenció:
“con los desesperanzados habrá de construirse
la esperanza”.
Nuestra
política hoy, para ser revolucionaria y no meramente demagógica, tiene que ser
transmoderna, dejar atrás la cultura nefasta de la modernidad capitalista y la
cultura eurocéntrica siguiendo el paso del giro neocolonial en el pensamiento
latinoamericano.
Desde este
compromiso podemos gritar cincuenta años después de Madera: ¿Estamos en pie de
lucha!
Chihuahua,
Chihuahua, a 23 de septiembre de 2015
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