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miércoles, 16 de octubre de 2013

La ética docente frente a la crisis laboral Luis Hernández Montalvo


La ética docente frente a la crisis laboral

Luis Hernández Montalvo
“No hay soledad inexpugnable. Todos los caminos llevan al mismo punto: a la comunicación de lo que somos. Y es preciso atravesar la soledad y la esperanza, la incomunicación y el silencio para llegar al recinto mágico en que podemos danzar torpemente o cantar con melancolía; mas en esa danza o en esa canción están consumados los más antiguos ritos de la conciencia de ser hombres y creer en un destino común”. PABLO NERUDA.


La naturaleza humana asume formas diversas y complejas. Es en los periodos de crisis cuando los seres humanos acentuamos nuestros rasgos que nos definen mejor en la convivencia con nuestros semejantes.
Los medios de comunicación han presentado sus reportajes a propósito de los desastres naturales de los últimos días. Empresas y particulares han querido sacar provecho de la desgracia de aquellos que perdieron sus viviendas y lo poco que tenían. No les ha importado ni el dolor, ni los muertos. Las televisoras se disputaban la audiencia presentando las imágenes más desgarradoras con careta de caridad y ayuda solidaria.
En medio de la confusión aparecieron los que aprovechándose de las circunstancias, quisieron subir los precios de los alimentos y no faltaron las denuncias de aquellos que lucraban con las despensas en circunstancias de extrema gravedad; pero también, miles de mexicanos expresaron su solidaridad y colocándose en los zapatos del otro, salieron a la calle con las manos llenas de víveres y objetos en gestos de fraternidad, con lo mejor en su condición de seres humanos.
Justo algo similar parece estar ocurriendo entre los trabajadores de la educación o tal vez, debo decir, solo en algunos sectores de los trabajadores de la educación en el estado de Puebla.
En algunas escuelas los trabajadores administrativos y de intendencia quedaron convencidos de que las amenazas a la estabilidad laboral no los afecta, que es un asunto de los maestros y no de todos los trabajadores de la educación y por lo tanto, lo que conviene es no comprar pleitos ajenos, con lo que se rompe el elemental principio de solidaridad gremial y se fractura la unidad de los trabajadores.
Existen franjas de profesores -algunos prefieren que se les nombre por el grado académico: licenciados, maestros o doctores en educación- que consideran que las amenazas no existen; que durante todo el siglo XX, las diversas reformas educativas también estuvieron plagadas de amenazas que nunca fueron reales y de promesas que nunca se cumplieron ¿Por qué ahora tiene que ser diferente? Esto explica la apatía y el desinterés del magisterio poblano.
Todos los maestros fuimos encuadrados en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación –SNTE- sin que nunca se nos consultara si deseábamos o no pertenecer al sindicato; desde el primer salario de los trabajadores que ingresábamos a la Secretaría de Educación Pública, ya venía el descuento correspondiente al uno por ciento. Millón y medio de trabajadores de la educación, nunca hemos sabido cuanto se recauda por concepto solo de aportaciones de los trabajadores. Los líderes manejan los recursos millonarios con discrecionalidad y para los fines políticos personales y de facción a niveles de escándalo público sin precedentes.
Frente a las amenazas que se desprenden de las reformas a los Artículos 3º. Y 73º, y las leyes secundarias, principalmente en la Ley General de Servicio Profesional Docente, los trabajadores o solo algunos sectores de los trabajadores se mueven en una lógica de desclasamiento que impide el trabajo gremial para la construcción de un sindicalismo de clase.
En varios centros educativos se ha roto el principio de lealtad. En los cambios arbitrarios de varios directores de escuela en los días pasados, los trabajadores no fueron capaces de brindar un mínimo de solidaridad a quienes eran perseguidos por suponer que habían participado en paros y protestas contra la reforma educativa y en algunos casos aprovecharon la oportunidad para cobrar las cuentas pendientes con sus jefes inmediatos a los que no les dieron ni siquiera una firma de apoyo solidario o algunas palabras de aliento sinceros.
Hay noticias de algunas escuelas, en donde la lucha por apoderarse de los espacios de poder burocrático de los centros educativos están a la orden del día, sin guardar la compostura y los buenos modales y para lograrlo, tratan de deshacerse de los incómodos, de los que pueden disputarles el liderazgo  académico y frente a su incapacidad cultural, investigan en los expedientes el historial laboral de los compañeros a los que consideran contrarios a sus planes y ambiciones, para encontrar justificantes de sus actos de deslealtad y de su falta de solidaridad mínima.
El ambiente de varios centros educativos se ha vuelto irrespirable, se utilizan a los alumnos para grabar las intervenciones de los maestros, los comentarios que pudieran ser incómodos o que pudieran ser utilizados en contra de los maestros que piensan diferente, las intrigas se suceden en los comentarios de pasillo y en no pocos casos, la lucha de todos contra todos, toma formas grotescas, de delación frente a los superiores inmediatos.
Frente a las amenazas a la estabilidad laboral de los trabajadores de la educación, pero fundamentalmente del magisterio, muchos prefieren evadirse frente a la realidad que dejó de ser monótona. El compañerismo no existe, lo que empieza a prevalecer, es la lealtad a los cuates, a los compadrazgos, a la relajación de los asuntos sustantivos del trabajo docente y al olvido de inquietudes.
Un sentimiento de frustración se advierte en los rostros y en las miradas de los trabajadores, de desencanto y de no encontrar respuesta a sus dudas y cuestionamientos. Los maestros poblanos, salvo honrosas excepciones, han renunciado a la información; de nada sirven las monsergas de la educación en valores, de los títulos de los grados académicos y de los 45 cursos de capacitación de los que alardea el señor Secretario de Educación Pública. Los maestros son presa fácil de la manipulación de las verdades oficiales y del sindicalismo oficialista, un sindicalismo tan inútil para los trabajadores como para el propio gobierno que lo ha prohijado por décadas.
Las reacciones de algunos maestros poblanos no son motivadas por la lucha de otros trabajadores en el país, por la incorporación de los estudiantes y padres de familia a la defensa de la Escuela Pública, a los derechos humanos mínimos al trabajo, la alimentación y a la salud pública.
Hasta los funcionarios de educación en el estado no han escapado a esta realidad, en los días recientes, en alguna filtración de los encuestadores del INEGI, fue motivo de nota periodística, en una sola escuela, señalaba el funcionario, se detectaron, solo en una escuela, “cuarenta aviadores”.
Una nota para el escándalo, para ganar notoriedad en la opinión pública frente a la vaciedad de propuestas y frente a la ausencia de una opinión inteligente para reducir nuestros índices de analfabetismo o de rezago educativo en la entidad.                         
El conformismo parece ser lo que mejor describiría a los maestros poblanos, la lucha individual por conservar el empleo, los desplantes autoritarios ante los que consideran que no encajan en su grupo social, a los que no comparten el sometimiento a las pautas que se imponen de manera arbitraria y autoritaria.
Pero también creo que esta lucha es de largo aliento y por lo tanto, los trabajadores debemos buscar una nueva excitación colectiva, con un programa mínimo de acción sindical que busque la incorporación de la mayoría de los maestros y del conjunto de los trabajadores de la educación, que puedan convencer a los que hoy están paralizados por el miedo y por la cobardía. Una lucha en la que también los jóvenes abracen con simpatía la lucha de sus maestros; ya ocurre en estados del sureste mexicano y en varias estados del norte de México. Una lucha que no recurra al paro como única arma de lucha gremial y en esta lucha, frente a la crisis gremial y laboral, se impone discutir y debatir la nueva moralidad del sindicalismo del Siglo XXI y la nueva ética docente en resistencia. (16-10-2013).


 

 

 

 

 

 

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