Translate

domingo, 18 de diciembre de 2011

Destrucción de las escuelas normales, ¿Medida autoritaria? Luis Hernández Montalvo

El martes diecinueve de agosto de 2008, en el marco de la apertura del nuevo ciclo escolar, en uno más de los desplantes de la maestra Elba Esther Gordillo, aprovechó la presencia del Presidente de la República para demandar la transformación de las escuelas normales del país.

Tenía como pretexto los resultados recientes del examen para la asignación de plazas magisteriales. Relatan las crónicas que la maestra “…Con voz exaltada y ya fuera de guión escrito, desde el podio, Gordillo volteo a ver al Presidente, con un lenguaje corporal en el que se advertía que en sus palabras finales estaría el verdadero mensaje:

“¡Cuántos pliegos petitorios en los que el SNTE había solicitado a la Secretaría que revisáramos la formación de docentes! ¡No es posible seguir formando docentes cuando no hay mercado de trabajo! Queremos que las instituciones que hasta hoy eran normales sean instituciones para técnicos en turismo, técnicos en actividades productivas; que ningún mexicano se encuentre sin empleo” (La Jornada).

Las estadísticas de los asuntos públicos, es un espacio poco transparente, sin embargo, la medida abarca a un número de aproximadamente un centenar de escuelas normales públicas, entre las que podemos enumerar a más de diez Escuelas Normales Rurales que sobreviven al autoritarismo de los gobiernos estatales.

En 1968, en el marco del Movimiento Estudiantil, fueron cerradas catorce Escuelas Normales Rurales, dos de las cuales, se localizaban en Puebla, se incrementa un año a la carrera docente y simultáneamente se crean, en forma improvisada un número importante de Centros Regionales de Enseñanza Normal.

En un tiempo relativamente corto, en 1975, se registra la Reforma al plan de estudios en 1975 y casi de manera simultanea, hay una nueva reforma con el nombre de “plan 75 reestructurado”. Las reformas fueron encomendadas para su aplicación a los miembros del sindicato, esto permitía un control de los futuros profesores desde su formación.

Al inicio de la década de los ochenta, se crean en varias partes del país un nuevo modelo de escuela normal, ahora con el nombre de Escuelas Normales Experimentales.

En 1979, ante el fracaso de las escuelas normales como instituciones formadoras de docentes, se crea por decreto presidencial a la Universidad Pedagógica Nacional. En su momento se le concibió como una institución de “excelencia académica”, como la “espina dorsal del sistema formador de docentes”. De ese proyecto solo quedan las anécdotas.

La Unidad Ajusco sigue un modelo escolarizado de formación inicial y posgrado, totalmente alejado de las necesidades educativas del país y las Unidades en los estados que se debaten entre la precariedad presupuestal, la indiferencia de las administraciones locales y la indigencia académica, como resultados de las inercias de lo que en un momento se consideró la posibilidad de un Proyecto Académico Nacional, en ruinas después de las reformas del Acuerdo Nacional de 1992.

En medio de tantos desaciertos de la burocracia educativa y el SNTE, en 1984, se transforman a las escuelas normales del país en instituciones de educación superior y por primera vez, se crea el grado de licenciatura. (Decreto Presidencial de marzo de 1984)

El viejo normalismo se transforma, los miembros del SNTE y la burocracia educativa se reparten las plazas con las categorías mejor pagadas, en tanto que a las normales llegan los recomendados del sindicato con plazas de hora-clase, los que tienen la responsabilidad de formar a los nuevos licenciados en educación con la doble función de docentes e investigadores.

Los maestros de las escuelas normales, formados en las “técnicas de la enseñanza”, y en el método onomatopéyico para la enseñanza de la lectura y escritura en la educación primaria, el método de don Gregorio Torres Quintero, sin el grado de licenciatura, son desplazados por toda clase de profesionistas: médicos, licenciados en derecho y ciencias políticas, ingenieros, con maestrías y doctorados en educación creadas al calor de los procesos privatizadores de la educación. Los nuevos formadores de docentes, nunca han ejercido la docencia y nunca fueron formados para ejercerla. Los resultados están a la vista.

Paradojas de la vida burocrática en la educación nacional, por primera vez en la historia de las escuelas normales, los estudiantes egresan con el grado de licenciados, grado académico que aún no tienen sus maestros.

Los nuevos profesores, ya no son profesores, sino licenciados en educación, el título que los acredita los faculta para trabajar en la docencia en los niveles de educación básica y como investigadores educativos.

Entre marzo de 1984 y 1997, en que se aprueba el Programa para la Transformación y el Fortalecimiento Académicos de las Escuelas Normales y hasta la fecha, no se registra un solo trabajo de investigación de estudiantes o profesores.

El gobierno paga una nómina excesivamente costosa e improductiva, las escuelas normales son un espacio de simulación, dominadas por intereses burocráticos y personales de miembros del sindicato, en tales circunstancias, estas instituciones son irreformables, así lo demuestra la experiencia de los últimos cincuenta años que corren paralelamente con la historia del SNTE.

El panorama para las futuras generaciones de profesores es por decir algo, muy desolador. Más de doscientas escuelas normales, entre públicas y privadas producen al año a miles de profesores que no serán contratados. Números conservadores estiman en más de treinta mil profesores egresados en el ciclo escolar anterior, solo de escuelas normales públicas.

Como en el pasado reciente, el cierre de cien escuelas normales públicas, llevan la promesa de transformarlas en escuelas técnicas en actividades productivas y en su lugar abrir cinco “centros de excelencia académica”, que se abrirán bajo el esquema de responder al mercado de trabajo.
En el mundo de las formalidades, a la antigüita, en las convocatorias públicas, primero aparecían los logotipos de la SEP y posteriormente los del SNTE. Hoy las cosas se han invertido, hasta en estos simples detalles nos indican como son las relaciones entre la SEP y el SNTE.

El examen para el ingreso al servicio docente, convocó en primer lugar a los egresados de las escuelas normales, a los egresados de la licenciatura de educación indígena de la UPN y a los egresados de la facultad de psicología de la BUAP. ¿Y los egresados de las licenciaturas en psicología educativa, administración educativa, pedagogía y licenciatura en educación, plan 94 de la Universidad Pedagógica Nacional?

Otros requisitos establecidos en la convocatoria para el estado de Puebla, era el de ser profesionales de la educación, nacidos en el estado de Puebla, tener un promedio de 8.5 y tener una edad menor a los treinta y cinco años. Los resultados son del conocimiento de la opinión pública: sesenta y ocho por ciento lo reprobó y solo el treinta y dos por ciento lo aprobó.

El promedio aprobatorio fue de seis y en el otro extremo, se registraron casos que reprobaron con cero aciertos como el caso del maestro poblano con folio número 212045306, profesor de biología, docente en servicio con siete años y tres meses de estar en las aulas. Contra paradojas, las escuelas normales, tanto las dirigidas por los corrompidos dirigentes sindicales como las que dirigen las virginales religiosas, todas, certifican a los egresados con promedios superiores a nueve. SNTE e iglesia comparten la misma responsabilidad y la misma moral que debieran revisar a fondo en su trabajo pastoral y responsabilidad ética.

Cuando se anuncia que el examen de oposición, “Se convierte en el único mecanismo de incorporación a la docencia”, en la escuela pública, supongo que primero se debe legislar para corregir en primer lugar a la Ley General de Educación y las leyes y reglamentos relacionadas.

La presidenta del CEN del SNTE tiene un diagnóstico que aceptarlo, solo podemos advertir algunos rasgos de cinismo extremo, pero que vale la pena escuchar con cuidado: “Si lo que aspiramos a construir es la educación del siglo XXI, ha quedado atrás, lo que nos fue útil en el pasado y que crea una red de intereses y de prácticas que cancelan la viabilidad histórica y de pertinencia académica”. Si alguien conoce de esto es la profesora Elba Esther Gordillo.

Ante la reacción de la opinión pública, el SNTE, reaccionó de manera tímida con una declaración de nueve puntos, pero en ningún momento desmiente a la profesora Elba Esther Gordillo, virtual Secretaria de Educación Pública y principal operadora de la Alianza por la Calidad de la Educación.

El autor es profesor del Bachillerato General Matutino del Benemérito Instituto Normal del Estado de Puebla.

Correo electrónico: hernandez_luis21@yahoo.com.mx

1 comentario:

luis hernández montalvo dijo...

Este artículo fue escrito el 11 de noviembre de 2008. Hoy, tan sólo a tres años, otro gobierno del PRD agrede a la Escuela Normal Rural Profesor Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero.