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jueves, 2 de agosto de 2012

¿Habrá reforma educativa? Pedro Flores-Crespo Campus Milenio

Aún estamos en espera de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) resuelva las impugnaciones de la elección presidencial en donde el virtual ganador fue Enrique Peña Nieto de la coalición Compromiso por México, la cual estuvo formada por el Partido Revolucionario Institucional y el Partido Verde Ecologista de México. Pese a ello, distintos comentaristas ya están hablado de las “reformas” que el próximo gobierno, en caso de que se le reconozca legalmente el triunfo, tendrá que emprender. Entre estas reformas está la reforma fiscal, de seguridad social, laboral y política; sin embargo, no se ha escuchado - con el mismo énfasis y preocupación - algo sobre el cambio educativo que requiere el país.

¿Cambiará la educación con un gobierno priísta en la presidencia? ¿Qué lecciones aprendió el PRI mientras fue oposición? ¿En verdad las propuestas educativas de Peña Nieto pueden delinear algo que se le pueda llamar estrictamente una “reforma”? Sinceramente, en las propuestas de campaña del candidato priísta no advierto un gran número de elementos innovadores que modifiquen radicalmente lo que hasta el momento se ha hecho, que impulsen cambios estructurales dentro del sector, que modifiquen la cultura política en aras del desarrollo educativo y que siente las bases para adecuar la operación del Sistema Educativo Nacional a los nuevos requerimientos políticos, sociales y económicos del país.
Peña Nieto, en lugar de sugerir que los modelos de enseñanza-aprendizaje deben irse transformando por medio de una nueva cultura y práctica escolar, propuso que México alcance el primer lugar en América Latina en la prueba del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (Pisa, por sus siglas en inglés). En campaña, los políticos pueden permitirse lanzar este tipo de propuestas, pero un programa sectorial no puede reflejar tal superficialidad, a menos que se elabore ignorando la experiencia y el conocimiento acumulado. ¿Aprendió el PRI a escuchar a sus críticos, a vivir la pluralidad y, por lo tanto, a persuadir a sus oponentes por medio de argumentos fundados? La duda pronto se despejará - si es que el Tribunal valida la legalidad de la elección.
Asimismo, esperamos que con la misma intención que se quiere consolidar las jornadas escolares completas en la educación básica – iniciativa que surgió hace varios años -, también se impulse el funcionamiento efectivo de los consejos escolares de participación social (CEPS). ¿Qué sabe el PRI sobre la aplicación de los lineamientos de los CEPS que impulsó la administración de Felipe Calderón en 2010? Estos lineamientos establecían un calendario puntual de actividades para impulsar la participación de los padres de familia en las escuelas de educación básica y un punto que llamaba mucho la atención era que los padres de familia, directores y maestros debían discutir y deliberar qué acciones poner en práctica para tratar de elevar el nivel de aprendizaje de los niños y jóvenes.
Es muy valioso que se instalen cientos de miles de consejos escolares de participación social (170,004 en escuelas públicas, según la Secretaría de Educación Pública), pero ahora es necesario pasar a otra etapa y valorar el funcionamiento de los gobiernos democráticamente electos no sólo por sus avances en el crecimiento numérico de sus indicadores, sino de su capacidad para transformar la vida escolar de las miles de escuelas de México. ¿Sabrá el PRI que esto se logra delimitando el poder del grupo dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación? ¿O querrá congraciarse con el grupo que encabeza la maestra Elba Esther Gordillo?
Si el Tribunal valida la elección de julio, el PRI y su candidato no le deberán la victoria a este grupo político que solamente extrajo privilegios del gobierno de Felipe Calderón. El propio presidente panista, en entrevista con León Krauze, reconoció, en julio de 2011, que la educación era sólo una moneda de cambio para sacar adelante reformas “estructurales” como la del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Calderón dijo “respetar” acuerdos intersexenales para ubicar en puestos clave a los allegados de la maestra. ¿Volverá el PRI y Peña Nieto a actuar como el presidente panista cuando su legitimidad se encuentra fuertemente cuestionada? El horno no está para bollos.
Una plataforma educativa débil en términos de propuestas, metas de campaña lucidoras pero sin mayor significado, una legitimidad profundamente socavada y el grave antecedente de un gobierno panista que refrendó el pacto corporativo, son elementos de un diagnóstico que el próximo gobierno tendrá que identificar para poder elaborar un programa sectorial realista y efectivo. ¿Habrá una verdadera reforma educativa? ¿Habrán ya aprendido los priístas a ser democráticos y abiertos para poder encabezar un gobierno a la altura que la sociedad mexicana demanda? Lo dudo, pero estaremos atentos. Estoy dispuesto a rectificar si demuestran que me equivoco.

Pedro Flores Crespo
UIA
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