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lunes, 6 de febrero de 2012

Maestros: demandas insatisfechas; políticas equívocas Luis Hernández Montalvo


Los trabajadores de la educación, pero particularmente los profesores de educación básica no han dejado de luchar contra lo que han considerado y consideran las injusticias en su entorno laboral; esto ocurre  por lo menos, desde la segunda mitad del siglo pasado.



Para los profesores de mi generación, forjados en las luchas estudiantiles de las Escuelas Normales Rurales; agrupados en la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, conocimos de la lucha de los profesores del Movimiento Revolucionario del Magisterio en contra de la imposición de la Reforma Educativa al principio de la década de los años setenta. Entonces, se cuestionaba la enseñanza por objetivos, sustentada en la escuela conductista.



Simultáneamente, este movimiento fue ampliando su cuestionamiento a la política educativa burocrática, a los contenidos de los libros de texto gratuito, al cuestionamiento de las políticas que se imponían sin consultar a los maestros que eran los responsables de su aplicación, a la improvisación de las reformas y a la ausencia de actualización y capacitación del magisterio; de manera simultánea surgieron las demandas de carácter laboral y profesional; la profesionalización del magisterio cobró fuerza como demanda en reuniones y congresos sindicales y una nueva forma de hacer sindicalismo condujo a los maestros a demandar la democratización del SNTE.



Este movimiento sindical; sin embargo, unía a la generación de maestros que en 1956-60 encabezaron el Movimiento Revolucionario del Magisterio liderado por el profesor Othón Salazar Ramírez, que por primera vez le disputaron el control de la sección sindical más importante del país al cacicazgo de Jesús Robles Martínez. Viejas demandas insatisfechas y el surgimiento de un nuevo cacicazgo en el SNTE, encabezado por Carlos Jonguitud Barrios  con el apoyo del presidente de la República Luis Echeverría Álvarez, pone en movimiento a los trabajadores de la educación por democratizar a su sindicato; por mejores condiciones de trabajo y de vida, por incremento salarial y por la defensa de los derechos políticos de los trabajadores.



Varios de estos maestros son sobrevivientes de la Escuela Socialista o han sido formados en sus aulas y por lo tanto; tienen muy claro su sentido de justicia y de responsabilidad en su trabajo tanto en las aulas como en la sociedad, con los que sufren pobreza e injusticia social, son los maestros que enfrentaron por primera vez a un gobernante en su intento por imponer su política educativa al margen de los directamente responsables de su aplicación, son los educadores que le tomaron el pulso al devenir de los tiempos; ellos enfrentaron a la política Alemán y a esa casta burocrática incrustada en la Secretaría de Educación Pública, que vino a suplantar, lo que había sido en el siglo XIX y primeras décadas del siglo XX; un asunto de los profesores de banquillo.



 La educación dejó de ser la materia de trabajo de los maestros, para convertirse en un espacio de decisión burocrática, de una estructura ajena a los problemas del aula y a los sueños de los educadores.



No transcurrieron muchos años y en junio de 1979 un nuevo movimiento es protagonizado por los profesores de educación básica de los estados de Chiapas y Tabasco. Los maestros reclaman su participación los cuantiosos recursos provenientes de la explotación petrolera. Sus salarios ya no son suficientes para sobrevivir en las zonas de trabajo, donde alimentos y servicios se encarecen. Esta lucha muy pronto incorpora  los estados de Oaxaca, Puebla, Morelos, Guerrero, principalmente.    



 Una década después, durante febrero-julio de 1989; un nuevo movimiento masivo del magisterio cobra fuerza; en esta ocasión, se incorporan los trabajadores del Distrito Federal y en el país, se calcula un movimiento que abarca a más de medio millón de trabajadores. El cacicazgo de Carlos Jonguitud Barrios llega a su fin después de 17 años, y con ello, Carlos Salinas de Gortari, tiene el pretexto para quitarse del camino el estorbo para implementar su política de modernización del sistema educativo del país, designando en sustitución del viejo liderazgo de Vanguardia Revolucionaria del SNTE a la señora Elba Esther Gordillo, que ya cumple 23 años al frente del Sindicato.



Las protestas del magisterio de los últimos días en el Distrito Federal, han vuelto a levantar la demanda de la democratización del SNTE, una vieja demanda insatisfecha, que ha permitido la vigencia de una forma de sindicalismo con bases corporativas, que reproduce la antidemocracia y el autoritarismo, que excluye a los trabajadores en la toma de decisiones, que corrompe la moralidad de los educadores y la institución escolar en una gestión autoritaria; por eso reclaman al gobierno la cancelación de los acuerdos y alianzas pactadas al margen de los trabajadores. No quieren ser los eternos excluidos en la toma de decisiones del sindicato y de su materia de trabajo.  



Los trabajadores quieren recuperar su derecho a decidir en el nombramiento de sus líderes; quieren ser consultados en aquello que los afecta laboralmente y en la vigencia de su materia de trabajo; quieren ser Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación; por eso, reclaman la cancelación de la Alianza por la Calidad de la Educación –ACE- pactado en el presente sexenio, entre la profesora Elba Esther Gordillo, presidente del CEN del SNTE  y Josefina Vázquez Mota, Secretaria de Educación Pública.



Los trabajadores reclaman respeto a sus derechos, estabilidad laboral y contra los exámenes Universal y Enlace, por considerar que violentan los derechos laborales, y argumentan que los exámenes estandarizados, solo etiquetan a maestros y alumnos y denuncian la ineficacia de la política educativa de los últimos treinta años.



Con este movimiento se reencuentran varias generaciones de profesores, aquí están los viejos y sobrevivientes profesores de los años setenta, los que protagonizaron el movimiento de la primavera de 1989 y los indiferentes, hasta hace unos días, nuevos profesores de educación básica. Viejas demandas insatisfechas se suman al cuestionamiento del fracaso de las políticas educativas, todo, justifican la voluntad de salir a la calle para llamar a la sociedad a defender la Escuela Pública.










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