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viernes, 14 de agosto de 2015

Secretos de mi memoria Profr: Raciel Escamilla Pérez



Contar nuestra historia es releer una y otra vez nuestras experiencias vividas buenas o malas,  En 1962 salí de la Escuela Normal Rural del Mexe, Hidalgo y mis órdenes  fueron asignadas a Santa Catarina Guanajuato, llegamos a la supervisión de San José de Iturbide, varios compañeros,  nos fueron  asignando diferentes lugares.

El   supervisor Profesor  Eliseo Flores Castillo,  nos indicó el lugar a dónde nos iríamos y estaban muy cerca que caminaríamos 4 kilómetros para llegar a Santa Catarina, recuerdo a un compañero que preguntó al supervisor que documentos se necesitaban para jubilarse y cuántos años debería de trabajar. Nos  causó gracia que no iniciaba a trabajar y ya deseaba jubilarse.

Recibí mis órdenes  con cierto nerviosismo y al mismo tiempo emoción.

Llegué a San José de Iturbide y al preguntar que transporte había para Santa Catarina, me indicaron que no había transporte, había que caminar 42 kilómetros, para llegar, ¡No puede ser!

El supervisor indicó que eran cuatro kilómetros ¡No cuarenta y dos!

Pero tendría que llegar, camine durante 12 horas, me sentía rendido, el cansancio me sorprendía, llegué a Santa Catarina, me quede en la delegación de ese lugar al atraparme la noche,  muy temprano subí el cerro dos kilómetros más, para llegar al Chapin, el lugar que me asignaron para  desarrollar mi trabajo como maestro.

La gente me recibió con gusto hacía mucho tiempo que no tenían maestro, arreglaron un cucurucho  cuyo techo era de corazón de órgano, (casa), era un lugar muy árido y abundaban las serpientes, me prestaron una  escopeta para que si me acercaba alguna la matara, y no habían pasado muchos días, cuando escuché un ruido en el techo, era una víbora de cascabel, ¡Qué susto me lleve!,

Pero  aprendí a protegerme, inscribe a 75 niños de 1º  a 4º, y mi horario era de 8 a 2 y de 4 a 6, el horario establecido por la SEP, en 1960.   

Había llegado la hora de enfrentar esa parte que la Normal no nos enseñó bien, enseñar a los niños a leer y a escribir, inicie con un grupo de 75 alumnos, no sabían leer ni escribir  de acuerdo a su edad los ubique de 1º a 4º. De los que me responsabilice, comprendí que tenía que ser creativo para despertar el interés de los niños,  construir un mundo un poco mejor o ayudar a esas nuevas generaciones a alcanzar mayores cuotas de saber y de cultura, por ello afirmo que la profesión docente es una profesión de valores, una profesión humilde, porque siempre consiste en estar al servicio de los demás.

Recuerdo que el método del programa de 1960 era el onomatopéyico, concebido por Gregorio Torres Quintero, empleado en el aprendizaje de la lectura y escritura, se orientaba al hacer uso de los sonidos (de objetos o animales) se forman sílabas para después formar palabras con las mismas, que a mí me agradaba, era fonético, había que partir de sonidos, así que inicie a dibujar la imagen de donde derivaba el fonema, (serpiente ssssss, borrego bbbbbb…), elabore tiras de cuentos con cartoncillo, el papel que se utilizaba en esa época y colocaba dos tubos de cada lado y al enredar y girar, parecía una cámara de cine, así les agradaba leer, por cada lección elaboraba un cuento, jugábamos al memorama de palabras y dibujos, jugábamos a las tarjetas de palabras y los relacionaban con  dibujos en esa época era importante la caligrafía, así que primero hacíamos trazos en el aire de grafías o letras y luego las escribían en su cuaderno,  los niños deseosos de aprender lo lograron en tres meses, ya leían y escribían, o tal vez silabeaban y descifraban, pero eso tenía arreglo con la lectura rápida lograban superar el silabeado, y luego trabajaba la comprensión lectora, yo me sentía contento por el avance de mis pequeños alumnos,  sin duda es  importante esa entrega personal de quien ha elegido ser maestro, requería de entusiasmo y dedicación que  acompañarán mi vocación y  después de dos años y medio en esa comunidad en la que recibí aceptación y afecto, me aleje y compuse un pequeño verso.

 “Esos cerros del Chapin de tu pueblo yo me alejo, si vine fue por cumplir  y con gusto poder servir”

Solicité mi cambio, necesitaba estar más cerca para trasladarme a mi lugar de origen al estado de Hidalgo, en donde ya tenía conformada una familia, así que llegué a la comunidad de El Rancho a dos kilómetros de Dr. Mora Guanajuato..

Iniciaba una nueva aventura, en una escuelita rural, no fue difícil acordar con los padres la forma de organizarnos,  por los años 60 la figura del maestro era de identidad social, mi compañero y yo  nos sentíamos parte del pueblo, con quienes compartíamos una historia común, sin duda la historia  nos ofrece a cada individuo la posibilidad de trascender de  nuestra vida personal a nuestra vida en colectivo.

El maestro tenía un papel relevante entre la gente, era al que acudían si había algún problema en la comunidad, o familiar, o si requerían un consejo.

¿Cómo  olvidar el día del maestro si llegaban a la casa y consigo llevaban  una gallina, huevos, flores, conejos, y marranos?

Más de una vez quise regresar sus obsequios si yo sabía que en su casa había pobreza como quitarles algo que podía servirles, pero para ellos era una ofensa así que debía aceptar todos su regalos, recuerdo que una vez llevaron banda para cantar las mañanitas  por el día del maestro, llevaban itacate para compartir y convivir, como olvidar esas formas de reconocer al maestro en servicio, sus actitudes me hacían comprometerme  a cada nuevo día, al paso del tiempo, corrigiendo errores en mi práctica docente, me gané la libertad de ser maestro, la autonomía de estar en clase con seguridad en mí mismo, con un buen conocimiento de lo que deberían de aprender los pequeños alumnos en una clase; la libertad de decir lo que pensaba sin ser censurado, de ensayar nuevas formas para enseñar a leer y a escribir  con la  alegría de sentirme útil de  no caer en la rutina, al hacer en cada clase una  nueva aventura y en  ella un reto intelectual.

Después de dos años a su servidor y a otros compañeros nos hizo  un llamado el supervisor, deseaba conformar la Escuela Primaria Federal en la cabecera municipal de Dr. Mora Guanajuato, ya que la que prevalecía era estatal, iniciamos la inauguración de una nueva institución de primero a sexto grado, todos los docentes éramos jóvenes, con muchos deseos de salir adelante.

A los dos años de estar en Dr. Mora consideramos los docentes de primaria la necesidad de crear una secundaria, porque los alumnos que egresaban de la primaria no tenían en donde estudiar, iniciaron los trámites compañeros maestros que laboraban en una escuela por cooperación, y nos invitaron a colaborar, la Secretaria de Educación Pública autorizo una secundaria oficial del estado se llamaba “Lázaro Cárdenas”, cada uno de los maestros eligieron una asignatura, nos pagaban 100 pesos por quincena y sólo quedaba inglés, yo no sabía nada pero acepte el reto y aprendí junto con mis alumnos el inglés elemental que deberían de saber, conforme avanzaban los grupos yo aprendía más, me compre libros y me volví autodidacta y ahora que soy maestro jubilado sigo con mi gran entretenimiento leer libros de aventuras informativos novelas, en inglés deseo seguir aprendiendo, no quiero deteriorarme, la escritura y la lectura es mi sentido de vida.



Today, I want to share that our teaching performance makes us reflect on the society we want. Let us aim all our actions with a critical look because the knowledge and the experience in the professional life is such a real thing, and it takes part of the destiny of each one of the subjects who have chosen to become teachers.

Thank you very much.


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