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sábado, 15 de agosto de 2015

“Recordar la noble tarea de ser maestra” Marina Escamilla Velázquez




Hoy ratifico que educar es una tarea ardua, llena de interrogantes y de dificultades; una labor profundamente esperanzada, que no cesa jamás de reinventarse y transformarse, sostener cotidianamente la pregunta sobre el sentido y el efecto de esta noble tarea. Educar, es un trabajo apasionante que se sostiene desde la construcción colectiva entre maestros(as). Convivir con maestros que me permitió más de una vez revisar “¿Cómo desarrolle mi acción educativa?, los problemas que confronte en mi quehacer diario y mi historización  desde una visión particular en un  contexto social, en el que promoví mi  crecimiento y desarrollo profesional”[1]  y poder decir  ¡Que suerte he tenido de ser docente!

Ahora que recuerdo me asaltaba una duda ¿Podré narrar alguna historia vivida en mi vida profesional?, ahora que decidí jubilarme, y perder la oportunidad de convivir con esos niños que me llenaban de vida, no lo se  requería de la sensibilidad o crudeza  necesaria, para ir  más allá de mis sueños,  sueños de los  que no quería  despertar  jamás,  por eso intente,  que cada minuto  vivido, prevaleciera en mi memoria, en éste contexto histórico en el que me ha tocado vivir.

Muchos son los recuerdos y no pude evitar que me  abrumara la tristeza y dejar caer algunas lágrimas que se acumularon para salir presurosas. No sabía qué hacer, si cerrar los ojos y dejar de mirar los mensajes de algunos de los niños con quienes compartí aprendizajes,  mensajes que guardo con celo en mi archivo de los recuerdos y aunque muchos de ellos con algunos desaciertos de escritura, pero con sellos sinceros de amor, me hacen vibrar y  recordar la noble tarea de ser maestra.

Sigo en la búsqueda de tener elementos para hacer la redacción de alguna de mis memorias, y  tomo el expediente de Toñita. Recordar no cabe duda que recordar, me lleva a repensar lo que pretendía haber olvidado, sin duda la muerte es un evento inherente a la vida, también lo es que sea lo único certero en ella.

Toñita alumna insertada en Grupo Integrado actualmente (USAER) Unidad de Servicio de Apoyo a la Educación Regular, en la Escuela Primaria “Miguel Hidalgo” El Rosario, ser maestra de G.I. en 1989, me dio la oportunidad de vivir una nueva experiencia y descubrir que los problemas de aprendizaje no había que buscarlos en los alumnos, si no en el contexto en el que se desenvuelven y las condiciones en que se da el aprendizaje escolar.

 Toñita alumna repetidora de primer grado y quien después de tres años de estar en G.I. empezaba apropiarse de la lengua escrita, era delgada, morenita de ojos tristes y un lunar grande en la frente,  acostumbraba a esperarme todos los días, al salir de clases, porque para regresar a casa, pasaba cerca de donde ella vivía, durante el trayecto Toñita leía sorprendida los letreros que encontrábamos en el paso, aunque su lectura más de una vez era en sentido divergente, para ella era descubrir el mundo. Si.. lo recuerdo, el último día que  nos acompañábamos fue un viernes en el mes de abril de 1992, me dijo que le dolía el estómago y le recomendé le pidiera a su mamá que la llevará al médico, olvide que eran tan pobres que no tendrían dinero para hacerlo.

Toñita tenía 9 años de edad, presentaba evidentes síntomas de desnutrición, y después del dolor de estómago, le dio vómito, como su mamá creía que le había dado “aire”, la “limpio”, por supuesto que no mejoró y más tarde tuvo diarrea; por la noche la llevaron a la farmacia y le dieron un polvo (no se supo que era). Así transcurrieron varias horas, finalmente la tía comento que ella se quedó dormida y cree que murió a las 4 de la mañana, sin que sus padres se dieran cuenta, pues hasta que amaneció y la quisieron levantar se percataron de su muerte; como en muchos otros casos de ignorancia, la pobreza y el descuido originaron  que Toñita falleciera de cólera sin recibir atención médica.

La familia de Toñita vivía en pobreza extrema y en un ambiente de enorme descuido, condiciones insalubres, pero hoy reconozco que ese era contexto en que vivían  o tal vez viven un buen porcentaje de los  alumnos. Y vienen a mi mente algunas interrogantes: ¿Que tendría que hacer el educador, ante la pobreza, el desamparo, la falta de atención de algunos padres de familia para con los niños ¿Qué debería hacer ante las grandes diferencias sociales?  ¿qué tendría que hacer ante las dificultades económicas y sociales que viven las familias? Sigo sin respuesta, pero en lo que si tengo claridad es que el colectivo de maestros de la escuela de Rosario, “con su intelecto, pero también con sus sensaciones, sensibilidad y emociones” [2], daban su mejor esfuerzo, y vienen a mi recuerdo las palabra de la maestra Amelia, “solo amando a los niños tendrá sentido nuestra labor en el magisterio y dejarla de sentir como una carga fastidiosa… solo amando a los niños viviremos y moriremos con grandeza y dignidad” [3]


Si creo que nuestro trayectoria se debe a la grandeza y dignidad, durante mis años de servicio labore en  seis escuelas y es en Rosario, en donde reconocí que los docentes no sólo daban su tiempo en actividades de aprendizajes, sino al realizar visitas a los hogares de algunos niños, junto con el Comité de la Asociación de Padres de Familia, se aseaban las casas, se les llevaba ropa limpia recolectada, se les hacia una serie de recomendaciones para mejorar sus condiciones de vida. Uno de los hogares fue el de Toñita, en su casa que constaba sólo de dos cuartos, y uno de ellos cocina,  vivían; el abuelo, los cuatro hermanos más Toñita, su papá y mamá, su tía y su hija. Estas condiciones insalubres provocaron que Toñita pereciera por cólera[4] Más de una vez los docentes, sentimos frustración, por no lograr cumplir nuestros sueños llenos de claridades y bonanzas, las mejoras en las familias… se esfumaba como un espejismo.
Sin duda la experiencia vivida en mi trayecto de ser maestra, me permitió ser más humana, más consciente y humilde  al compartir  el dolor de otros, siempre aspire a transformar mi práctica, educar con un nuevo modo de percibir, concebir y pensar de modo organizacional lo que nos rodea[5], nunca me deje  anestesiar por la indiferencia y la apatía, sin que suene a presunción me esforcé porque la metodología utilizada fuera creativa e innovadora, porque siempre he pensado que la educación es el arte del proceso de transformar la sociedad en la que vivimos .








[3] González Ornelas Virginia, “El sentido de la autobiografía razonada en la Formación Docente, Revista tecnológica educativa,  volumen Xlll. No. 2 pag: 20
[3] Ducros “La enseñanza una dinámica  de sistemas” Abraham Ada (comp.)  1986 pág. 95
[3] Santos Valdes José Amelia Maestra de primer año, narración de un experiencia” Consejo Nacional Técnico de la Educación” 1994.
[4]El cólera es una enfermedad infecciosa aguda, provocada por la bacteria 'Vibrio Cholerae'. Se caracteriza por desarrollar de forma muy brusca una diarrea muy importante y vómitos ocasionales, deshidratación  extrema, lo que puede provocar la muerte” Leonardo J.  El cólera: historia, prevención y control (1 edición). San José de Costa Rica: EUNED-EUCR 1992:8
[5]Axel Didriksson la urgente Reforma Educativa -2008: 3

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