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sábado, 8 de agosto de 2015

Magisterio: cien años de sueños mutualistas. Luis Hernández Montalvo

Magisterio: cien años de sueños mutualistas

DON GREGORIO TORRES QUINTERO
1866-1934MÉXICO
Iniciador de la Reforma Escolar en México 

Escrito el viernes, 13 de marzo de 2009

Uno de los primeros intentos por organizar al magisterio nacional se produjo exitosamente entre los meses de diciembre de 1908 y enero de 1909.

La iniciativa para una Asociación Nacional de Maestros, fue publicada en “La Enseñanza Primaria”, en su edición del primero de febrero de 1909.

La iniciativa fue firmada por el profesor Alberto Correa el 10 de diciembre de 1908 y publicada posteriormente en la revista que dirigía el profesor Gregorio Torres Quintero. Todo parece indicar que el señor Correa murió antes de la asamblea constitutiva y fue don Gregorio Torres Quintero, quien pronunciara el discurso en el acto de la instalación de la Junta Central Provisional de la Asociación Nacional de Maestros.

Revisando la iniciativa; se establecen las finalidades de la Asociación. Y aparece por orden de ideas, el establecimiento del mutualismo para favorecer en lo posible a cada maestro y alcanzar el bienestar del magisterio en general.

La otra preocupación de la Asociación, era el estudio y resolución de cuestiones concretas o generales referentes a la educación pública.

Y siguiendo la tradición de los maestros de la segunda mitad del siglo XIX, se propusieron emplear a la prensa, los congresos los periódicos, los cuestionarios para la investigación pedagógica y de otros medios que estén al alcance de la sociedad, para obtener el buen éxito de los dos fines anteriores.

El primer intento gremial del magisterio, tiene como preocupación inicial el establecimiento de una especie de seguro cuando se afirma lo siguiente: “…se cree haber encontrado ya el medio de que la familia de todo profesor, miembro de la Asociación, que fallezca, reciba por lo menos una suma de 500.00, según se prescribirá en los Estatutos”. Para lograr su objetivo, la Asociación establecería una cuota mensual que no excedería de 25 centavos. Otra parte del dinero se destinaría a la edición de un periódico informativo.

Mejorar las condiciones de vida y de trabajo del magisterio, fueron los dos grandes objetivos del sindicalismo germinal de principios del siglo veinte mexicano. Para entonces, se reconocía el esfuerzo de las asociaciones en varias entidades y regiones de la República, pero en el discurso del maestro Gregorio Torres Quintero se advierte la necesidad de construir un organismo de carácter nacional y así daba sus argumentos:

“La unión del profesorado ha sido siempre una cosa buscada con afán en casi todos los Estados de la República, y buena prueba de ello son las numerosas sociedades que se constituyen a menudo en diversas poblaciones. Esos grupos sociales giran en un espacio reducido apremiados casi siempre por móviles inmediatos que obran con más o menos energía en el medio ambiente, pero cuyas fuerzas se diluyen, se suavizan, se debilitan con la distancia, y no alcanzan a conmover ni a otros grupos ni otros individuos siquiera”.

Un año después surgió la Revolución Mexicana y seguramente que los esfuerzos de estos maestros fueron destruidos, pero aquí están sus reflexiones para que el magisterio del siglo XXI, no cometa el error de destruir al Sindicato Nacional, al que si le debemos despojar de dominios caciquiles, de hegemonías vitalicias e intereses contrarios al magisterio nacional y a la educación pública.

Es urgente que los maestros recuperen la ética de los educadores, su autoridad moral y la fuerza profesional para enfrentar la ética de los burócratas que hacen de la educación un espacio para el tráfico de toda clase de negocios e influencias, que lucran con las grandes compañías de seguros, que se asocian con la usura para estafar con grandes intereses las necesidades y el hambre de los maestros, esa respuesta debe venir desde abajo, cuestionando la política que cada seis años inventa nuestro sistema educativo, imponiendo visiones pedagógicas de dudosa eficacia para las necesidades del desarrollo nacional.

Un siglo después los profesores hemos convocado a la opinión pública a debatir la inconsulta Alianza para la Calidad de la Educación, a cambio hemos recibido una negativa de parte de la administración y toda clase de amenazas que dibuja de cuerpo entero el carácter autoritario y patrimonialista de quienes controlan la educación pública en provecho personal y de grupo.

Los cuestionamientos del magisterio democrático han cimbrado profundamente las estructuras del sindicato y la vieja burocracia de la Secretaría de Educación Pública, al grado de paralizarse en su intento por introducir cambios laborales al margen de las leyes constitucionales.

La administración educativa guarda un silencio cómplice frente a los desaciertos del sindicato. Los líderes sindicales son permanentemente cuestionados en su papel de académicos improvisados, desde su condición de analfabetas y delincuentes electorales, los líderes no comprenden, recitan los folletos sobre las verdades de la Alianza, no convencen, amenazan, insultan, intimidan.

Lideres y funcionarios, con cada declaración, construyen su aislamiento del magisterio y la sociedad, las páginas web en las distintas secciones del país y en el propio Comité Ejecutivo Nacional están muertas, ni siquiera por emergencia o por necesidad están abiertas al debate o a la información.

Voces y nuevas fuerzas vienen de muy lejos. La bandera contra la Alianza por la Calidad de la Educación y la promoción de los distintos foros para su discusión, tienen “…que ser forzosamente útiles y provechosas para los maestros, no solo en cuanto a la parte pedagógica, sino en lo que respecta a sus relaciones personales y comercio intelectual”.

A los maestros de México, los invito a unir nuestros sueños a los de don Gregorio Torres Quintero, cuando decía: “¡Ojalá, señores, que pudiéramos saludar ese glorioso centenario, bicentenario con una gigantesca reunión de maestros reunidos de toda la república, para estrechar nuestras manos y contraer, ante el altar de los héroes, el solemne compromiso de consagrar todos nuestros afanes a la educación del pueblo emancipado”.

Agregaría ahora en el siglo XXI: Con un sindicalismo democrático, que responda a los intereses comunes de los trabajadores, que sea respetuoso de los derechos de los trabajadores, un sindicalismo, que sin importar lo dilatado de la organización, mantenga el equilibrio y la promoción del progreso, condición indispensable de toda organización gremial. Sueño con un sindicato en el que confluyan todas las aspiraciones y todas las visiones gremiales en un nuevo sindicalismo del siglo XXI.


hernandez_luis21@yahoo.com.mx

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