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sábado, 7 de enero de 2012

Actualidad del sermón de Antonio de Montesinos Miguel Concha La Jornada

El recuerdo en muchas partes del mundo de los 500 años del famoso sermón de la primera comunidad de religiosos dominicos en la isla de La Española (hoy Santo Domingo) el 21 de diciembre de 1511, en voz del enérgico fray Antonio de Montesinos, y su trascendencia para la barbarie que vivimos hoy en día, en el que se denunció la injusticia estructural de la encomienda y la inmoralidad de los conquistadores que cínicamente se autocalificaban como cristianos, tuvo en México, como no podía haber sido menos, un particular significado.
Como informó en estas páginas Rafael Landarrechi en su colaboración del 27 de diciembre, la organización social no violenta de Las Abejas lo actualizó atinadamente en el municipio de Ch’enalvo’, Chiapas, designando como Totik de los indios y sus pueblos al dominico fray Raúl Vera López, actual obispo de la diócesis de Saltillo, removido injustamente en 1999 por razones políticas como coadjutor con derecho a sucesión de don Samuel Ruiz García en la diócesis de San Cristóbal de las Casas.
En su nombramiento, la mesa directiva de Las Abejas explica que esta expresión en tzotzil no es una simple palabra, ni el adjetivo tradicional que se da a los sacerdotes, obispos o servidores y servidoras de la Iglesia (jme’tik), sino busca subrayar que la palabra Totik viene de papá. “Un papá verdadero –dicen–, junto con la mamá, le da de comer a su hijo, lo cuida de la enfermedad, lo protege de cualquier peligro, lo defiende cuando alguien lo quiere molestar”.
Remitiéndose expresamente a la narración del sermón de Montesinos que hace Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias, expresaron que le otorgaban ese nombramiento porque como el mismo fray Bartolomé y como don Samuel Ruiz García, quien fuera obispo de aquella diócesis durante 41 años, tú has abierto los ojos y te has puesto del lado de los pueblos indígenas y de todos los oprimidos y perseguidos, como los mineros, los migrantes, los homosexuales, los defensores de derechos humanos; predicas un Evangelio que de verdad anuncia la Buena Nueva a los pobres y la liberación a los oprimidos; eres un digno heredero del primer obispo de Chiapas y de tus hermanos dominicos que defendieron la justicia, y porque te han criticado y amenazado porque dices cosas escandalosas y denuncias a todos los violadores de los derechos humanos.
Recurriendo igualmente a la expresión que utiliza Bartolomé de las Casas para dar cuenta de la entereza con la que aquellos religiosos dominicos defendían sus convicciones, añaden :Maldito el miedo que te da a ti todo eso. Y si te da, te lo aguantas gracias a tu fe.
Al entregarle el bastón de mando le recordaron que Totik significa cargo-servicio, con humildad, respeto, dignidad y sabiduría, no un poder corrupto, impune, podrido. Es un poder al servicio del pueblo. “Este bastón –le dijeron– sólo deben de portarlo las personas que saben respetar a su pueblo, para que sean respetados por él. Y tú, Totik Raúl, desde que llegaste a la diócesis de San Cristóbal, escogiste el camino del servicio al pueblo oprimido y que lucha por su libertad, porque nuestro Dios Papá-Mamá así quiere, porque no le gusta la injusticia y la opresión”. Uno de los puntos claves del sermón de Montesinos, que explica su actualidad, es su defensa sin discriminación de la dignidad de los indios, dato antropológico e ideal moral de su condición ontológica como personas, que no expresa de modo inmediato un derecho humano específico en cuanto tal, sino que contiene la fundamentación de lo que puede ser considerado como derecho humano en general, y por ello constituye su contenido esencial.
Parafraseando a Hanna Arendt, puede decirse que la dignidad humana comporta el derecho a que cualquier persona pueda ser reconocida como perteneciente a la Humanidad, o, para decirlo mejor, el Derecho a tener derechos. Los derechos humanos serán entonces las exigencias éticas y normas jurídicas que institucionalizan la justa exigencia de los seres humanos de ser sujetos de ellos, para que se garanticen y desarrollen las condiciones políticas y sociales que posibiliten su actuación y perfeccionamiento como personas. Y no se olvide que esta fue la principal y central exigencia que blandieron desde hace 18 años los zapatistas en su levantamiento. Que es también una de las reivindicaciones fundamentales que los actuales movimientos antisistémicos hacen por todo el mundo para superar la grave crisis civilizatoria en la que nos encontramos.
Luego del rotundo fracaso del Estado formal de derecho burgués, es además la principal aportación teórica del nuevo constitucionalismo jurídico después de la Segunda Guerra Mundial, hoy tan asediado, tergiversado y burlado en la práctica por la dinámica concentracionista nacional e internacional del capital, pues la dignidad de la persona consiste en su condición de ser siempre sujeto, nunca jamás objeto, y fin, nunca medio ni instrumento, por su capacidad racional de autodeterminación.
Su papel llegó a ser tan fundacional en el paradigma del Estado constitucional democrático y social, que éste puede ser concebido como su objetivación jurídica, de la que se desprenden un cierto número de orientaciones normativo-morales fundamentales, como los derechos de la libertad, la igualdad, la equidad, la participación, la justicia y la solidaridad, y su carácter legítimo de medio por estar al servicio de la voluntad del pueblo.

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