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sábado, 28 de abril de 2012

No maten la gallina de huevos de oro Angel López García- Molins El País

Apenas han pasado cien días desde el estreno del nuevo Gobierno y ya tenemos motivos más que suficientes para echarnos a temblar, pues por donde pasa no vuelve a crecer la hierba: el trabajo, en caída libre; los negocios, en la ruina; la educación y la sanidad, en el tercer mundo; lo demás, por el estilo. A este paso acabaremos añorando a Zapatero, que ya es decir. Soy consciente de que este planteamiento no es compartido por la mayoría de la sociedad: se supone que votó al partido popular para que hiciese justamente eso, aunque tengo la impresión de que ya se está arrepintiendo. Sea como sea, es evidente que el país se encuentra en una situación delicada y que el Gobierno actual, como el anterior, no está en condiciones de plantar cara a Frau Merkel. Ahora bien, los sacrificios solo tienen sentido si sirven para mejorar. Se puede argüir que mientras los mercados desconfíen de nosotros, no habrá inversiones. Que mientras las condiciones laborales no se asemejen al esclavismo puro y duro, nadie querrá contratar gente. Hasta, si me apuran, se puede dejar entrever que los profesores son unos viva la Virgen, los funcionarios, unos vagos y el personal sanitario, unos jetas. Los enemigos del bienestar van creciendo como los enanos: últimamente también hemos descubierto que los jubilados son unos chupópteros y que los farmacéuticos y otros proveedores son unos aprovechados porque ¡pretenden cobrar! OK, jefe, as you like.
Lo que no se puede justificar de ninguna manera es el derrumbe del sistema universitario que se está propiciando. Si desciende el número de universitarios y, sobre todo, su preparación, no hay corto ni medio ni largo plazo que nos valga. Esto no es como los sueldos o las dotaciones, que se bajan, pero luego se pueden subir. Lo que no le demos a una generación entera de estudiantes, ya no se lo podremos dar nunca. No se engañen. La edad formativa coincide con la juventud y no puede alargarse como un chicle. Supongamos que hacia 2020 hemos salido del agujero, que vuelven a crearse empresas y que el índice bursátil por fin remonta. Ya dará igual: los mejores vivirán en el extranjero, los más flojos se habrán convertido en una carga para sus familias. ¿Por qué creen que hay países con enormes recursos naturales que son tercermundistas?: porque les falta quien pueda gestionar sus riquezas y hacerlas fructificar.
Los rectores de las universidades públicas exageran, siempre habrá ingenieros, médicos, economistas…, formados en la privada. En efecto. El problema es que el talento no anida solo entre los ricos, se reparte de manera equitativa por toda la sociedad. Si matan la gallina de los huevos de oro y dejan perder el 80% de las mejores cabezas del país, España se hundirá irremediablemente. No les pido que piensen en esos chicos y chicas, que no tienen culpa de nada: háganlo por patriotismo.

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