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miércoles, 17 de junio de 2015

¡Las Escuelas Normales! Luis Hernández Montalvo

¡Las Escuelas Normales!

Luis Hernández Montalvo


“Por lo mismo, si los sueldos han de conservarse invariables tales cuales existentes ahora- y se conservaran si no se hacen desde luego poderosísimos y constantes esfuerzos para mejorarlos- no se atraiga á los jóvenes á la carrera del magisterio ni se les imparta una sólida educación profesional para el ejercicio de dicha carrera, porque es condenarlos á la  miseria ó arrojarlos á la política y la intriga.-“Carlos A. Carrillo (junio 26 de 1888.)

A 127 años de que el maestro Carlos A. Carrillo escribiera su polémico y profético artículo sobre las Escuelas Normales; el panorama no puede ser más desolador. Las Escuelas Normales están viviendo el peor momento de su historia; sus maestros y estudiantes se recrean en la ceguera del conocimiento, en el error de su conducción y viven de la ilusión de un pasado del cual no tienen memoria y confunden el prestigio de su pasado inmediato y lejano en canchas de tartán o en instalaciones administradas por grupos de poder.
Desde 1984, cuando las Escuelas Normales iniciaron un proceso de “modernización”; se ha venido construyendo un discurso artificial que enfrenta “lo moderno contra lo tradicional”.

La reforma que estableció el grado de licenciatura como perfil de egreso a los estudiantes normalistas en su formación inicial; no resolvió el problema de reestructurar a las Instituciones de formación docente inicial y se conservan, aún en nuestros días, la clasificación de Escuelas Normales y Escuelas Normales Superiores.

En las primeras horas de este siglo se volvió a insistir y a revisar los problemas y la solución de la formación de maestros. Recuerdo que en febrero de 2000, se puso en la mesa de discusión “la carencia de un sistema de formación de maestros para todos los niveles y modalidades de educación”. Esta necesidad se desprende del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica de 1992; y nuevamente se insiste en presentar una iniciativa a las instancias legislativas –por lo menos en el estado de Puebla- por parte de las autoridades educativas, los partidos políticos, las organizaciones sociales y/o sindicatos del sector para construir este sistema como “…prioridad para el desarrollo nacional”.

Los profesores y funcionarios de aquellos días; reconocían el “incumplimiento del ANMEB-1992; el cual concebía el establecimiento de “un sistema de formación de maestros en cada entidad”.

Los principales obstáculos para que esta parte de la Reforma Educativa de 1992 se pudiera concretar fue obstaculizada por los intereses patrimonialistas de orden político y sindical. Lo que tenemos hasta nuestros días, son una burocracia que se disputa los puestos de las administraciones locales en los estados y lo que debió haber sido “un sistema de formación docente”, no deja de ser un espacio para la simulación del cumplimiento de las funciones sustantivas de investigación, docencia y difusión de una nueva cultura pedagógica.

Ahora; también hay que decirlo, la Reforma de 1992, tampoco definió lo que sería “un sistema de formación de maestros”, y estas instancias burocráticas en las entidades son el principal obstáculo para que las Escuelas Normales puedan asumir sus compromisos y su misión de Instituciones de Educación Superior. Ellas son los que controlan como una extensión de los sindicatos, la contratación de los profesores y el ingreso de los estudiantes a las Escuelas Normales, violentando los mecanismos oficiales del examen, ellos, imponen a los directores; no por sus méritos académicos, sino por su capacidad de control político.

La falta de un auténtico Sistema Nacional de Formación Docente articulado entre la federación y las entidades federativas, no solo en lo que tiene que ver con la planeación y administración de los recursos humanos y los ya no tan exiguos recursos económicos en función de las prioridades del desarrollo sectorial; sino incluso, para superar la anarquía en la configuración e implementación de los planes y programas de formación de maestros; con lo cual, tenemos una preparación deficiente de los nuevos licenciados en educación, que al no aprobar los concursos de oposición, las Escuelas Normales, sus académicos de extracción universitaria y sus estudiantes, debieran preocuparse y ocuparse de las fallas en el actual Sistema de Formación de Maestros.

Es un hecho que las Escuelas Normales no están formando a los profesores –licenciados en educación dicen otros- para competir por una plaza que les permita incorporarse al Servicio Profesional Docente y portar con dignidad el “galardón de idóneos”.

A más de tres décadas de la reforma a las Escuelas Normales; se impone revisar esta parte de los nuevos retos para los egresados y cuestionar en una autocrítica profunda, su revinculación con respecto a las instituciones de sus egresados. La DGESPE, debe asumir un nuevo protagonismo y consolidar los esfuerzos iniciados en la segunda mitad del siglo pasado.

La Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación –DGESPE, debe retomar su carácter de guía en la conformación de los nuevos programas de las licenciaturas y programas de posgrado que han surgido sin control institucional que garanticen un nivel académico aceptable. A continuación les comparto el texto completo de Carlos A. Carrillo: “De cómo las Escuelas Normales pueden ser un mal” (Junio 17 de 2015)



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