Translate

sábado, 17 de octubre de 2015

Acá todo es noticia... Adán Morgan

Un taxista queriendo golpear a un particular, personas amontonadas en una esquina evitando que un policía se lleve a una señora que salió desde temprano a vender los escasos tomates del huerto;  policías cuidando estacionamientos de las grandes empresas; también personas molestas que maldicen entre dientes mientras se atraviesan entre los campamentos.

Ayer llegaron payasos al parque de frente, mucha gente se divertía con las travesuras, por un momento noté que les éramos indiferentes. Hace unos minutos llegó una paloma, recoge migajas que se cayeron del almuerzo, la contemplo y mis ojos cristalinos recuerdan tus palabras: – ¡Hijo aunque sea maestro que seas! Ya ves acá la vida es difícil, la vida es muy difícil en el campo y cada día hay menos que comer. Tu papá quiere que estudies pues, que seas alguien en la vida.

De vez en vez asomabas la cabeza al horno de barro que se encontraba en medio de tu cocina, te mojabas la mano y con una velocidad sorprendente jalabas las tortillas y las acomodabas junto a mi plato sin dejar de hablar. –Es bonito que en el pueblo te quieran, mira al profe Raúl, al profe Soriano, al profe Fernando, la gente los respeta, son hombres letrados, buenos, respetables. No te faltará un plato de comida en tu mesa, acá tenemos poquito, pero siempre alcanza pa’ regalar un bocado a los maestros.


Si hay una necesidad escriben en papel para dar a entender qué queremos, solicitaron que se construyera una escuela pa’ que ya no se mojaran. ¿A poco no te acuerdas de tu escuela de palma? Siempre se mojaban cuando llovía, ahí salíamos a taparlos cuando ya comenzaba el chubasco. ¿No viste el otro día como lo abrazaban, le daban palmadas, le aplaudían porque gracias a ellos logramos que nos llegara la ayuda después de las inundaciones? ¡Hay respeto del pueblo para ellos hijo!  Un maestro siempre deja huella por donde pasa, acá un maestro es respetado. A ustedes los están ayudando para que no se queden como nosotros, mira que ya sabes leer. ¡Qué bonito siento en mi corazón hijo! No que yo, que ni la O por redonda conozco.

Me gustaba escucharte, había momentos en que me transportabas a lugares desconocidos, soñaba con ser ese “alguien” que tu decías. La verdad nunca supe de otra profesión, lo único que conocía a mis escasos siete años era a mis maestros, y aunque nunca dije nada, mis ojos se iluminaban imaginándome todo un MAESTRO.

¡Come hijo! Apúrate pa’ que no llegues tarde que ya mero tocan la campana… Yo sonreía mientras te observaba. Nunca hice ninguna lectura de esa alegría que se dibujaba en tu rostro, sólo sentía que ese sueño tuyo se colaba hasta mis tuétanos, era como si tu mano de fuego recién salido del horno la pusieras sobre mi pecho y encendiera mi cuerpo completo. Ahora que me encuentro rodeado de soldados, que la gente nos señala, que hay comunicados obscenos, que nos miran con indiferencia, con coraje, con rabia, incluso con desprecio, busco en lo profundo de mi pecho esa chispa que encienda mis ojos ante tanta injusticia para seguir de frente el ideal del maestro que me enseñaste desde niño.

Pero pierdo mis fuerzas, mis esperanzas se desploman con esta lluvia de junio, mi fe sólo se sostiene por la fuerza de mis hermanos, los mismos que bajo la lluvia, el sol y la ceguera del gobierno siguen de pie frente a un monumento histórico de la revolución que sangra los ideales que siguen en deuda. Y me pregunto Madre mía, Madre Patria: –¿Dónde está ese pueblo que prometiste, ese pueblo que siempre abrazaría a sus maestros? –¿Qué malvado ángel o demonio puso a un pueblo completo en contra de sus ideales, de sus maestros? –¿En qué momento permitiste Madre mía, Patria mía, que la educación de tu pueblo se midiera con estándares de calidad, con programas de evaluación, con ocurrencias de organismos internacionales?

–¿En qué momento permitiste Patria mía que tu educación se prostituyera con iniciativas de la empresa privada? –¿En qué momento Madre mía, Patria mía permitiste que el extraño sembrara su nueva ideología educativa: calidad total, medición del tiempo, consumo, productividad? No tengo respuestas, sólo el silencio que invade mi cuerpo, el frío que se cuela mientras observo el rostro de mis hermanos.

Estamos cansados, los víveres escasean, en este instante me gustaría tenerte a mi lado para que nos regalaras de tus memelas, que nos expresaras tu pensamiento. Estoy seguro Madre mía, que tus palabras serían de gran fortaleza para seguir de frente ante una lucha que se nos escapa de las manos.

* Narrativa de la serie Los rostros de la experiencia docente. Coordinación Adán Morgan. Colectivo 43 x 43.


No hay comentarios: