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domingo, 5 de octubre de 2014

Carta de Lázaro Cárdenas del Rio al Instituto Politécno Nacional

CARTA DE LÁZARO CÁRDENAS AL I.P.N.



  TEXTO DEL MENSAJE QUE EL GENERAL LÁZARO CÁRDENAS SE PROPONÍA PRONUNCIAR EN UNA CEREMONIA PROYECTADA PARA LA INAUGURACIÓN DE UN MONUMENTO A LA FUNDACIÓN DEL INSTITUTO POLITÉCNICO NACÍONAL, Y QUE SE DIO A CONOCER POR EL INGENIERO WILEBALDO LARA CAMPOS, EN UNA CONFERENCIA DICTADA EN LA UNIDAD PROFESIONAL DE ZACATENCO, SOBRE EL ARTICULO TERCERO CONSTITUCIONAL Y LA LEY DE EDUCACIÓN, EL 4 DE ABRIL DE 1974.


AUTORIDADES, PROFESORES, EGRESADOS Y
JÓVENES ALUMNOS DEL POLITÉCNICO,
SEÑORAS Y SEÑORES:

Ninguna ocasión mejor que la presente, al iniciarse la construcción de un monumento que vendrá a ser en lo sucesivo, mucho más que un homenaje a los fundadores, una referencia permanente a la creación del Instituto Politécnico ; ninguna ocasión mejor que ésta, para referirme a los propósitos que le dieron origen, a sus realizaciones sobresalientes en los casi 34 años de su existencia y los problemas que la misma institución confronta en este instante y que deben ser examinados y resueltos, por todos los sectoNacionalres que la integran: autoridades, maestros y estudiantes, cada uno de ellos desde las posiciones y con las formas y los instrumentos que les son propios; pero en todo caso con un alto espíritu crítico y dedicación patriótica.

El régimen de la Revolución entendió en el año de 1936, que las tareas que implicaba la realización de los programas de nuestro movimiento social, tales como la entrega de la tierra a los campesinos; el mejoramiento de las condiciones de vida de las clases obreras y el impulso y fortalecimiento de sus organizaciones; así como la aplicación de los programas y las leyes del país para la recuperación y el aprovechamiento de nuestros recursos naturales y humanos, no podrían considerarse completas ni llevarse a cabo con posibilidades de éxito, si no contábamos para ello con un instrumento encargado de la formación de nuestros propios técnicos, imbuidos de un profundo sentido de servicio social y nacional.

Agrupamos entonces, obedeciendo a esas necesidades del desarrollo económico y social del país y en cumplimiento de los mandatos de la Revolución, tal como éstos habían sido recogidos en el Plan Sexenal de 1934-1940 y que habían constituido un compromiso frente al pueblo al asumir nuestro mandato constitucional, a distintas escuelas de carácter técnico que venían funcionando hasta entonces en forma dispersa, algunas de ellas, como la Escuela de Ingenieros Mecánicos y Electricistas, con antecedentes que se remontaban a las escuelas de artes y oficios fundadas por el presidente Juárez al triunfo de la República en 1867 y que se habían venido transformando con el tiempo y aumentando en número, sobre todo por el impulso dado a la educación técnica en el país, ya en pleno régimen revolucionario, durante los gobiernos de los presidentes Carranza y Obregón.

Pero la unificación de los centros escolares técnicos en una sola institución de carácter nacional, no podía quedarse en la simple coordinación administrativa; sino que hubo de emprenderse también —y así se quiso desde un principio— la transformación correspondiente en el contenido de la enseñanza y su orientación social; lo primero para modernizarla de conformidad con los adelantos científicos y técnicos que para entonces se habían ya alcanzado; y lo segundo para que la preparación técnica de los jóvenes mexicanos se encaminara directamente a prestar su concurso y sus conocimientos en las tareas de consolidación y aumento de nuestra independencia económica, la elevación del nivel de vida de las grandes mayorías y el mejoramiento de la convivencia democrática de todos los mexicanos; tareas éstas en que estaba empeñada la Revolución desde que sus principios y metas se elevaron a normas y programas generales de la nación al expedirse la Constitución de 1917 y aún desde antes, al impulso de distintos hechos relevantes de sus caudillos y dirigentes más esclarecidos, llevados a cabo en plena lucha armada contra el antiguo régimen.

Los objetivos y lineamientos para el desarrollo del Instituto Politécnico Nacional  quedaron establecidos con  claridad desde el momento de su fundación: se trataba de la formación de técnicos de tipo superior, técnicos medios y obreros calificados, capaces de planear, dirigir y prestar su concurso en las diversas ramas de la producción económica y los servicios; lo mismo que de impulsar la investigación científica en todos sus niveles. Pero estas tareas se encomendaban a la institución naciente, no de una manera abstracta y al margen de los problemas nacionales, sino precisamente orientadas a la resolución de esos mismos problemas.  Preconizados para el Politécnico, desde su fundación, una investigación científica dedicada al conocimiento y la aplicación de los recursos naturales; una formación profesional de sus egresados encaminada a la planeación y el aprovechamiento de esos mismos recursos y a impulsar el desarrollo de la producción económica y de los servicios públicos en todas sus ramas; la formación de profesionales medios para las funciones de dirección y organización de los centros de producción y de los servicios públicos y, también, en el mismo sentido, la preparación de obreros calificados.

En el lapso de un poco más de tres décadas transcurridas desde su fundación, puede afirmarse que el Instituto Politécnico Nacional ha cumplido, en ocasiones de un modo brillante, con muchos de los propósitos para que fue creado: numerosos profesionales, técnicos medios y obreros calificados, han colaborado y trabajan hoy mismo con ahínco en las tareas de nuestro desarrollo económico; aunque es necesario hacer notar que el desempeño técnico de sus egresados, no ha corrido siempre al parejo con el desarrollo en ellos de una conciencia de servicio social y nacional que son, indispensables en el cumplimiento y la persecución de los objetivos históricos que el pueblo y la Revolución han encomendado a esta institución educativa. Y por otra parte, no es posible dejar de advertir que las enseñanzas que viene impartiendo el Instituto Politécnico Nacional, no se han realizado de una manera creciente, cuando menos en el grado que esto es necesario que ocurra, en beneficio de los jóvenes provenientes de las mayorías de obreros, campesinos y clases medias. En ambos aspectos, el de la orientación de servicio social y nacional de sus egresados y el de la orientación de su actividad hacia las mayorías humildes del país, es necesario que el Instituto Politécnico Nacional redoble sus esfuerzos y lleve a cabo, para alcanzar estos objetivos, una verdadera transformación de su política educativa, conduciéndola a un mayor acercamiento a las masas populares y una identificación también mayor con sus necesidades y esperanzas en materia de educación técnica.

Y precisamente en el apartamiento de sus propósitos primigenios y la disminución que no deja de apreciarse del carácter popular que le es inherente, hay que buscar las causas de muchos de los conflictos y las luchas, a veces de formas violentas, que han tenido lugar en esta institución revolucionaria durante el periodo de su existencia hasta el presente. Por ello es importante, en esta oportunidad, hacer una breve recapacitación de sus principales problemas actuales, tal como éstos han sido expuestos repetidas veces por distintos sectores y personas entre los más representativos de la institución.

Los problemas a que se enfrenta el Instituto Politécnico Nacional en este instante, al igual que ocurrió en el momento de su fundación a finales de 1936, se derivan directamente de las tareas que la institución debe cumplir para cooperar mediante la aplicación de la ciencia y la técnica, al desarrollo económico independiente del país y a la elevación del nivel de vida de los obreros, campesinos y clases medias.
Un examen, así sea a grandes rasgos, de nuestras necesidades en materia de educación técnica, será suficiente para apreciar la magnitud y el alcance de estas mismas tareas en la actualidad. En efecto, nuestra población económicamente activa sobrepasa ya en este momento la cifra de 15 millones de personas. Tan sólo si nos propusiéramos lograr la capacitación técnica a distintos niveles, desde el obrero calificado hasta el profesional de alta graduación, de un 10 por ciento de esta fuerza de trabajo, lo que representaría una proporción apenas suficiente para el aprovechamiento racional de nuestros recursos naturales en el campo y en la ciudad, tendríamos entonces que abordar el problema de capacitar técnicamente a un millón 500 mil personas, cantidad esta que resulta exorbitante si se compara con nuestra capacidad actual para la producción de técnicos en todas las escuelas del país, misma que no sobrepasa la cifra de 50 mil personas, suponiendo el concurso de todos los niveles educativos del secundario en adelante, suponiendo que en todos ellos se adquiera un cierto grado de capacitación tecnológica. Pero, por otra parte, si atendemos a la distribución geográfica de la población escolar en la República y hablando únicamente de la educación superior, una estimación hecha en el año de 1964 arrojó un total de 316 mil alumnos inscritos en ese nivel de enseñanza un 64 por ciento en el Distrito Federal y un 15 por ciento en las ciudades de Guadalajara y Monterrey. Y el problema se agrava todavía más si agregamos que el 70 por ciento de esa población escolar se concentra únicamente en cuatro disciplinas profesionales: ingeniería 23 por ciento, contabilidad y administración 20 por ciento, medicina 14 por ciento y derecho el 13 por ciento.
Y, por lo demás, el tipo de carreras establecido no corresponde ni con mucho a las demandas del país de acuerdo con las necesidades actuales de su crecimiento. Así por ejemplo, carecemos casi por completo de la capacitación de técnicos medios. No producimos, para citar sólo un caso notorio, el tipo de profesional medio especializado en administración agropecuaria y forestal, en tanto que la Revolución ha logrado integrar, hasta el presente, alrededor de 20 mil ejidos y hemos alcanzado la cifra de 75 millones de hectáreas repartidas y contamos, además, con una extensión de aproximadamente 50 millones de hectáreas de bosques en cuya explotación prácticamente no ha intervenido la aplicación de las técnicas modernas en ninguna de las especialidades ligadas al aprovechamiento racional de estos recursos nacionales. En 1964, apenas había inscritos en las carreras de agricultura y zootecnia mil 495 alumnos en total y mil 790 en veterinaria. Y en un país como el nuestro, de muy extensos litorales, no existe de hecho, ya no digamos la producción necesaria de elementos humanos capacitados, sino ni siquiera la planeación en su fase inicial en la enseñanza de las técnicas marítimas y la pesca. Este panorama indica que tenemos por delante todavía el gran problema de la construcción, a partir de las instituciones con que ahora contamos, de un sistema nacional de educación técnica que atienda las necesidades reales del país.
Si el Instituto Politécnico Nacional debe colaborar al establecimiento y la ampliación de una industria moderna, es necesario modificar, mediante un examen sistemático y lo más completo posible, sus planos y programas de estudio, actualizándolos y adaptándolos a las necesidades del país.
Una gran tarea que tiene encomendada esta institución es  la investigación y el conocimiento de nuestros recursos naturales, para poder planear, sobre esa base, su mejor aprovechamiento. Y en esta tarea, por supuesto, debe haber una coordinación de esfuerzos de todas las instituciones —particularmente las dependencias gubernamentales— interesadas en el progreso del país.
La desigual distribución del ingreso nacional y la falta de una planeación adecuada, han dado lugar a la concentración industrial que hoy se observa como uno de los principales problemas a resolver en el país. Y esta concentración de la industria y los servicios, ha traído como una consecuencia también la concentración de las instituciones de enseñanza técnica. Los planes de desarrollo futuro del Instituto Politécnico Nacional, deben contemplar como un objetivo primordial, además de su contribución por muchos conceptos importantes a la descentralización y democratización de la industria nacional, la extensión del mismo Instituto, de acuerdo con esta nueva estrategia de nuestro desarrollo industrial hasta convertir al Politécnico en el instrumento coordinador en el aspecto académico, de un verdadero sistema nacional de educación técnica que abarque el país en su conjunto y que establezca en lugares estratégicos del país, los centros educativos necesarios, en cada  caso  con  las carreras y planes de estudio orientados al aprovechamiento de los recursos naturales y humanos de las distintas regiones de que se trate.
No hace mucho tiempo hice ante un grupo de egresados del Politécnico, un llamamiento a los jóvenes alumnos, pasantes y egresados de las escuelas técnicas, para que acudieran a prestar sus servicios en el campo. Hoy reitero ese llamamiento en relación con el Instituto Politécnico Nacional en su conjunto, en la coyuntura que presenta la política de descentralización y de extensión de la industria y sus beneficios a las zonas campesinas del país. El establecimiento de un Sistema Nacional de Educación Técnica, es una parte importante de todo propósito de descentralización de la industria y los servicios. Y en lo que se refiere a la dedicación de los alumnos y los jóvenes profesionales al estudio y la resolución de los problemas de las zonas rurales, cabría pensar en la expedición de un ordenamiento legal, lo que mediante la discusión y la opinión de los distintos sectores interesados, podría llegar a ser una ley nacional del servicio social de los alumnos, pasantes y egresados de las escuelas técnicas, para orientar y coordinar suficientemente los esfuerzos que se realizarán en este sentido.
Por último, no es posible dejar de observar la falta de unidad y coordinación con que hoy crecen y funcionan multitud de centros educativos técnicos, lo mismo oficiales que particulares. A la vista de los planes del desarrollo económico nacional que los gobiernos de la Revolución han aplicado y los planes que para la misma finalidad se formulan en el presente, creemos que ha llegado el momento de estudiar y poner en práctica un plan nacional para el funcionamiento y desarrollo de la educación técnica en el país. Esta planeación y coordinación podría, también, en caso necesario, avanzar hasta plantearse en firme la posibilidad de promulgación de una Ley Nacional de la Educación Técnica, ya que es indudable que la función de planear, dirigir y controlar esta actividad, corresponde al Estado mexicano. Y en este mismo orden de ideas, recogemos aquí, por considerarla necesaria y justa, una demanda que sabemos que ha sido sostenida y levantada una y otra vez y desde hace muchos años, por todos los sectores que constituyen esta institución educativa, principalmente la juventud revolucionaria que en ella se educa. Se trata del estudio y la formulación de una nueva Ley Orgánica del Instituto Politécnico Nacional, como un instrumento que realmente lo defina, lo oriente y lo guíe en el cumplimiento de sus altas funciones educativas de beneficio nacional.
En el marco de estos problemas y de las soluciones que para los mismos apuntamos aquí a muy grandes rasgos, están implícitos todo un conjunto de problemas particulares que serían sin duda resueltos al atacar las cuestiones de fondo que hemos señalado. Entre otros que podríamos mencionar, están los problemas del financiamiento de las instituciones educativas técnicas del Estado, en forma tal que, por una parte, quede a salvo el principio general de la gratuidad de la enseñanza que imparta el Estado y, por la otra, se incluya la indispensable cooperación que en estas tareas deben aportar los sectores más directamente beneficiados con el aprovechamiento de la tecnología. Mencionaremos asimismo, como un problema importante a resolver, la creación de los instrumentos de distinto tipo que aseguren la participación adecuada de estudiantes y egresados en la marcha y el progreso de la enseñanza técnica nacional, y la creación y puesta en marcha de sistemas asistenciales modernos y eficaces para ayudar en el mantenimiento de sus estudios a los jóvenes de escasos recursos económicos. Pero hemos querido referirnos, sobre todo, a las cuestiones de principio y de programa de mayor importancia y alcance y que afectan de una manera fundamental la vida del Instituto Politécnico Nacional.
Jóvenes estudiantes, maestros, autoridades y agrupaciones de egresados: la referencia que hoy queremos dejar sentada de un modo inequívoco, es la de un panorama y una perspectiva de grandes avances para el Instituto Politécnico Nacional, al servicio del país y de la Revolución. Dedíquense ustedes con redoblado esfuerzo a su preparación científica y técnica y a la resolución de los problemas del Politécnico y de la educación técnica nacional lo que habrá de hacerlos capaces para concurrir con éxito a la resolución de los grandes problemas que afectan a las mayorías de mexicanos. Háganlo así, conscientes de la importancia y la trascendencia de nuestro movimiento social y el papel que en la realización de este movimiento emancipador y reivindicador le corresponde al Instituto Politécnico Nacional. Por nuestra parte, no podríamos preconizar para la juventud estudiosa de nuestro país y en particular la juventud estudiantil técnica, que la muy alta y honrosa misión de construir con su pensamiento y su acción permanentes, la teoría y la práctica de la Revolución Mexicana, sosteniendo incansablemente la vigencia de sus principios y el logro de sus metas más trascendentales.




















* El texto original del mensaje está fechado el 21 de julio de 1970.

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