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jueves, 20 de junio de 2013

La reforma laboral no ha creado empleos ni contrarrestado la informalidad, como se prometió: Alonso Raya


Palacio Legislativo, 19 de junio de 2013

Boletín No. 95


 
Al hacer un balance del impacto de la nueva Ley Federal del Trabajo, el diputado Miguel Alonso Raya afirmó que a siete meses de su vigencia no ha servido para crear más empleos formales ni para contrarrestar  el crecimiento sostenido de la informalidad, como argumentaron sus defensores.
De acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social, en mayo se crearon 72.7 por ciento menos plazas de trabajo que el mismo mes del año pasado; en tanto que la Secretaría Federal del Trabajo reconoció que la alta tasa de empleos informales sigue siendo el principal problema laboral que enfrenta el país.
Al respecto, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), dio a conocer ayer que seis de cada diez empleos son informales, lo que implica que los trabajadores son “extraordinariamente vulnerables”, de acuerdo con el director de esta institución, Eduardo Sojo.
 Alonso Raya recordó que “la idea que predominó en la nueva la Ley Federal del Trabajo era que la flexibilización en la contratación y en el despido y en el uso de la fuerza laboral incrementaría la productividad en el país, generaría más empleos formales y le daría opciones a los trabajadores que para que obtuvieran mejoras en sus salarios, por ejemplo a través dela elevación de la productividad”.
 En entrevista, el Vicecoordinador de los diputados del PRD precisó que “si bien no se puede afirmar contundentemente que gracias a la reforma laboral estamos peor en el mercado de trabajo, sí se puede señalar que no ha servido para contrarrestar estas tendencias que ya vienen presentándose en el mercado laboral desde décadas atrás del crecimiento del desempleo y la informalidad”.
 
Alonso Raya citó el estudio “Reforma Laboral, desarrollo incluyente e igualdad en México”, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), escrito por Graciela Bensusán, en el que se apunta que “lo más probable es que esta reforma no genere cambios significativos en la cantidad o calidad de los empleos que se generen ni tampoco en el incremento de la productividad o de las inversiones”.
 
Al argumentar sus razones, Bensusán precisa que “en primer lugar, porque los incentivos que se ofrecen para la formalización de los contratos de trabajo no serán suficientes en
 
tanto ya existe una enorme flexibilidad numérica en los hechos y prácticamente gran parte de las relaciones que se llegan a formalizar ya incluyen cláusulas con los períodos de prueba o son de naturaleza temporal, más allá de lo que permite la ley. En segundo lugar, el supuesto mejoramiento en cuanto a la ubicación de México en los índices de competitividad no podría compensar las fallas de la estrategia mexicana de desarrollo o los efectos de la inseguridad que afectan al país en la capacidad para atraer inversiones productivas. En tercer lugar, la experiencia de otros países, cuando se adoptaron nuevas formas de contratación más flexibles, fue negativa y no augura tampoco un buen pronóstico”.
 
En coincidencia con estas afirmaciones, Alonso Raya consideró que hasta el momento “no existe ninguna muestra que indique que se está avanzado en el camino prometido por la reforma, que haya más y mejores empleos, se fortalezcan la productividad y la competitividad, y la economía del país mejore”.
 
En resumen, concluyó Alonso Raya “no hay evidencia que al abaratar la ley la contratación y el despido y establecer nuevas modalidades de contratación (por hora, de capacitación inicial y a prueba), haya resultado un incentivo para que los patrones se decidan a crear más empleos”.

 

 

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