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sábado, 12 de diciembre de 2015

¿Para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo? ¿Mejorar la educación? ¡Fácil! Irma Ramírez Orozco


Cuando te instalas en tu zona de confort, estás tomando una cerveza bien fría o un buen café, cuando el arco iris de la placidez te envuelve y de pronto llega un chavo, de ésos que viven en la calle, desnutrido, mugroso, con sarna, los ojos enrojecidos por la droga, se acerca a ti con su olor repulsivo y te pide para un taco ¿Cómo reaccionas? ¿Te alejas? ¿Le dices de mal modo que se vaya? ¿Te conmueve hasta la lágrima y le compras una torta?  ¿Te prometes, convencido, que organizarás a tus amigos para llevar comida caliente a los niños de la calle, los domingos? Hay una gama de reacciones que oscilan del exterminio a la caridad. Según mis experiencias, ninguna reacción positiva puede causar en ellos un cambio importante, si no va incluido en el paquete, el afecto.
     Participé en un programa que duró cuatro años llamado Niños en Riesgo de Callejerismo, dirigido por Gabriela Scherer. Fuera de las conclusiones formales registradas en el libro Los Hijos de la Calle, puedo decir: los muchachos que, de alguna manera, pudimos rescatar, tenían un antecedente común: alguien había dejado una huella de afecto en ellos. No fueron muchos, por cierto.                              Cuando los niños están en riesgo de huir de sus casas y no hay alguien, un amigo, la vecina, que les dé el cobijo del afecto, la escuela representa la última oportunidad para protegerlos. Después de la familia, una escuela que atienda el aspecto afectivo, el fortalecimiento  de la voluntad y la formación de los sentimientos morales en los niños, es primordial en el combate al delito y  la indigencia.
      Por eso es importante valorar las relaciones amistosas que se dan entre el profesor y sus alumnos, en la práctica docente. Esto quiere decir que unos padres amorosos o profesores atentos al mundo afectivo de sus alumnos, pueden convertirse en guía, aún en ausencia; pero el ingrediente explosivo que determina la expulsión de niños o adolescentes hacia la calle, es la pobreza, con todo lo que esto significa.
     Comunidades de pequeños o medianos productores del campo, campesinos, ejidatarios o comuneros, expuestos al despojo de sus tierras, la contaminación del  ambiente y el acaparamiento del agua, para megaproyectos empresariales, resulta ser el pan de cada día en gran cantidad de poblaciones del país. Esa situación los empuja hacia los cinturones de miseria que rodean las ciudades. Cuando la pobreza ya no sólo nos golpea con su aspecto deplorable, en un café o un centro recreativo, sino va más allá y arremete con un asalto, secuestro, cobro de piso, la trata de personas, la tortura, el asesinato y te grita que tiene billete, que ya no es pobreza sino delincuencia organizada, comprendemos que para esos muchachos que pudimos formar en la familia o en la escuela, ya no hay vuelta atrás; pero nosotros estamos obligados a hacer algo, si no es por convicción, porque aparentar no saber nada, que es asunto de otros, es permitir que los cinturones de miseria engrosen, se pudran de droga, de violencia y en cualquier momento aparezcan en tu casa. Es mejor prevenir, que lamentar.
    A medida que de verdad se avance en el combate a la pobreza, avanzaremos en educación, seguridad, salud. ¿Cómo hacerlo? No lo sé, pero conozco la fortaleza que puede tener una población productora de alimentos para su propio consumo, porque no está sujeta a los vaivenes del dinero y el mercado; sí, y sólo sí, la tierra, el agua, la siembra, la cosecha, están protegidas de la contaminación y el despojo. Es importante apoyarlos, no como una cuestión de caridad, no sólo por respeto a la tradición o a las culturas originarias, también es un asunto de mirarnos cordialmente en ellos, somos la misma imagen en el espejo de la sobrevivencia. 
     El gobierno ha abierto las puertas a los grandes capitales financieros y los apoya, así tenga que ser con la policía y el ejército al frente. Se aprobó la Reforma Energética y con eso, la técnica del fracking. Los contratos firmados permiten a las empresas petroleras y gaseras acceder a tierras privadas, ejidos y comunidades, para fracturar el suelo, inclusive, si los dueños de la tierra se oponen. 
      Las manifestaciones para detener la fractura hidráulica en las comunidades de la sierra de Puebla y Veracruz que se extendió a varios estados y la formación de la Alianza Mexicana contra el Fracking, integrada por quince organismos civiles y la actividad visible de Senadores como Encinas y Corral, más la postura firme de Morena, forzaron la situación para que la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales alertara sobre esta técnica nociva; por el uso intensivo del agua, que requiere de 9 a 29 millones de litros de agua para cada pozo, lo necesario para cubrir el consumo doméstico de entre 4.9 y 15.9 millones de personas en un año, porque el líquido resulta contaminado por el uso de compuestos químicos que dañan el entorno, el agua, la salud y los derechos humanos. Se ha expuesto y debatido sobre el caso, aún así, según el Periódico Digital, en el estado de Puebla han abierto 233 pozos, en Veracruz 348, en Nuevo León 182, Tamaulipas 100 y siguen otros estados como Tabasco. Las organizaciones mexicanas contra el fracking han unido su protesta a los ambientalistas de más de treinta países y pueden aumentar su fuerza con más y más voces, que están deteniendo esa barbaridad que ya apuntaba hacia estados norteños como Chihuahua.
      Y nos hablaron de la energía eólica ¡una maravilla! Energía limpia. Basta de contaminar el ambiente nos dijeron y estuvimos de acuerdo. ¡Se ven tan inocentes los aerogeneradores, blancos, sin brillo, seres esbeltos, silbantes, mueven tímidamente sus delgados brazos para hacerle cosquillas al viento. ¡Que bonitos se ven desde la carretera! También nos dijeron que  beneficiaría a los propietarios de las tierras del Istmo, que obtendrían sus títulos de propiedad, contratos de arrendamiento, que se respetaría la agricultura y la ganadería. Según Alfredo Bravo, Académico de la UNAM, ese programa no ha significado una fuente de empleo para la población, los que existen son temporales y sólo de peón. Tampoco hay capacitación para dar mantenimiento a las torres ni se fabrican en México. Según Bettina Cruz, vocera de la Asamblea de los Pueblos Indígenas del Istmo de Tehuantepec en Defensa de la tierra y el Territorio, para las comunidades ese proceso ha representado el despojo de sus tierras, la pérdida de la comunidad, de sus formas de subsistencia, de sus costumbres y sus creencias, por lo que han optado por una organización independiente de partidos políticos que acusan, han recibido dinero por parte de las empresas para garantizar la entrega de las tierras. Las comunidades de San Dionisio del Mar se han declarado autónomas, desconocen a toda figura política hasta que no se entable un diálogo y una consulta. La presencia de policía ha aumentado, tanto de elementos que resguardan los parques eólicos, como de grupos paramilitares. 
      Y el último botón: Las empresas que desarrollan proyectos para el impulso al turismo en las Barrancas del Cobre, han sido denunciadas de despojo, por las comunidades indígenas del municipio de Urique, en Chihuahua.
     Si le rascamos un poquito encontraremos más ejemplos de despojo y contaminación del medio ambiente.  Estos casos seguramente son apenas un atisbo de lo que sucede en el campo.
     Apoyar a los pequeños y medianos productores y defender el medio ambiente, es cuestión de justicia, de combatir el delito, de conservar la salud, sobre todo es un asunto de prevención; el agua, el sol, el aire, la tierra, son recursos de energía para el futuro y lo sabemos, son vitales.
     Entre las megaempresas y las comunidades rurales el gobierno debería cumplir el papel de árbitro, ja, suena a broma, sabemos que el gobierno habla mucho de equidad pero no lo demuestra en los hechos, está seguro que en las elecciones, esas personas votarán para que, dizque haciéndoles un favor, los enlisten en la cruzada nacional contra el hambre, que cansados de la corrupción, la injusticia, el fraude, no quieran saber nada de elecciones, eso también es bueno para ellos. O cuando hartos de la miseria se vayan a las filas del narco y puedan negociar con ellos si se convierten, o no, en los jefes de los jefes.
Por eso digo:
¡Para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo! ¿Mejorar la educación?  ¡Fácil!

Empecemos por combatir la miseria, pero en serio.

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