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domingo, 14 de abril de 2013

¿Quiénes son? Luis Hernández Montalvo


¿Quiénes son?

Luis Hernández Montalvo

“En cambio nadie recordaba a los miles de campesinos muertos, los agraristas, los profesores rurales, los soldados de leva”. José Emilio Pacheco.

¿Quiénes son estos fieros hombres de ropas sencillas, decoloradas por el uso y sin marca? Las televisoras los recorren con movimientos de cámara para descubrir unos rostros morenos y unos pies agrietados  casi descalzos o con guaraches. Portan en las manos unos garrotes que levantan de manera agresiva contra las fuerzas del orden en su intento por desalojarlos de la autopista del Sol en la ciudad de Chilpancingo, Guerrero.

El calor de los primeros días de la primavera hace irrespirable el ambiente contaminado por el estallido de bombas molotov y el humo de gas lacrimógeno.

Esos garrotes que ahora les sirven de armas, son las herramientas que les ayudan a subir las pendientes de las montañas para llegar a trabajar a sus escuelas en la región de Tlapa, Guerrero; son también armas para defenderse de las alimañas y animales de montaña y son herramientas de trabajo (coa) en el cultivo de maíz en los tlacololes.

Las instituciones del Estado no encuentran una explicación razonable a un fenómeno que ya rebaza en mucho el ámbito laboral y escolar para convertirse en un movimiento social sin precedentes en la historia reciente del México del siglo XXI; están verdaderamente preocupados y contrariados sus líderes en el Congreso de la Unión.

En la refriega han descubierto a jefes policiacos armados y vestidos de civiles, los han desarmado y los han entregado a los medios de comunicación. La torpeza de los gobiernos de la federación y local se expresa en el intento por infiltrarlos para presentarlos como delincuentes que destruyen la biblioteca del Congreso Local y en la boca de algunos diputados que los han calificado de terroristas.

Estos hombres y mujeres viven pacíficamente en sus chozas. Son indígenas bilingües y los distingue su condición de maestros de escuela  –son tlacololeros- viven y comparten la pobreza con sus paisanos pero su condición de maestros les permite cobrar un salario miserable pero seguro.

Ahora estos maestros; los más pobres entre los pobres están indignados porque el actual Secretario de Educación Pública llegó al puesto amenazando el espacio de su trabajo por el cual, han conocido un poco de dignidad. Estos hombres y mujeres tienen orgullo por su trabajo el cual les liga a sentimientos de humillación, en donde cada sexenio, los políticos en campaña los visitan parta prometerles programas asistenciales que pretenden acabar con el hambre y la muerte por falta de higiene, servicios médicos y de seguridad social.

Ahí aparecen de manera solidaria los grupos armados como las policías comunitarias para caminar con sus hermanos de raza los maestros de escuela y falta la incorporación en masa de los pueblos de la montaña y los negros de la costa que trabajan en escuelas insalubres y sin higiene, al aire libre bajo las inclemencias de la naturaleza.

  Los hombres y mujeres de la clase política no soportan que unos desarrapados que apenas hablan algunas palabras en español los cuestionen en sus decisiones y en el trabajo impecable de los intelectuales y académicos con grados y títulos en universidades extranjeras.

Los maestros se sienten ofendidos porque en los discursos de los funcionarios de la administración educativa se amenaza con sancionar a los maestros. Hay coraje y rabia pues ven peligrar su estabilidad laboral.

Dicen los funcionarios y gobernantes que el problema del estado de Guerrero, Oaxaca y Michoacán son problemas aislados, pero en las escuelas de todo el país aún están las lonas con las leyendas que comprometen a los maestros a defender a la escuela pública y tras las rejas, Elba Esther Gordillo se encuentra purgando cárcel por la misma razón.

Este movimiento magisterial ya provocó que los Congresos locales y sus gobernadores estén trabajando en la elaboración de las primeras iniciativas de Ley General de Educación, que los maestros no demanden un salario o incremento de salario, estos maestros van construyendo un objetivo sobre el camino de la lucha y antes de condenarlos desde cualquier ángulo de la realidad, debiéramos preguntarles por sus sueños y sus temores y las instituciones del Estado, debieran mantener canales de diálogo y comunicación con los directamente responsables de bajar las políticas públicas a las aulas, para hacerlas realidad, para incorporarlos como aliados críticos y comprometerlos a mejorar el espacio escolar en sus escuelas.

Sea cual sea el desenlace, el movimiento magisterial de Guerrero y Oaxaca ya se adelantó a los tiempos burocráticos del Estado para proponer y discutir la nueva ley reglamentaria de las reformas a los artículos 3º. Y 73º de la Constitución Política.

En contraste los escenarios integrados por los rostros serios de los líderes de los partidos políticos opositores. Los inquietos y preocupados gobernadores que en público ofrecen su apoyo al Presidente de la República pero en corto le comunican sus preocupaciones. Ahí están los retratos del Secretario de Educación Pública con su regordete rostro amenazante intentando entender su nueva responsabilidad de educador de la nación.

La patria en toda su amplitud se debate en una guerra que la desangra, que crea nuevos odios y rencores. La muerte asecha nuestra seguridad, la degradación se impone con la complicidad de los políticos. La  impunidad hace de la corrupción el principal peligro para México.

Una nación como la nuestra que amenaza a sus maestros y que no le muestra su respeto, es una nación que está condenada a la decadencia. Los maestros de Guerrero, sienten la misma angustia que el resto de sus compañeros en el país, pero a diferencia de los otros, estos luchan por la seguridad de su trabajo.

Celebro el orgullo de los maestros por su trabajo que les ha dado todo: dignidad, pues los ha levantado del polvo del suelo para luchar por una nación donde querer hacer escuchar su voz, no sea un delito y no sean etiquetados de terroristas en un país democrático que garantiza todas las libertades, incluyendo, el derecho a vivir mejor y a opinar sobre su materia de trabajo.

Estos maestros se organizaron primero para defenderse de las bandas criminales y ahora se deben defender de las instituciones del Estado. En el imaginario de los maestros de la “Montaña Roja” se guardan los recuerdos de Lucio y Genaro; pero también en el ejemplo del líder magisterial Othón Salazar Ramírez. ¿En qué país vivimos? (15-05-2013)

 



 

 

 

 

 

 

  

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