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lunes, 24 de octubre de 2011

Ricardo Flores Magón ¿En la memoria de los trabajadores? Luis Hernández Montalvo

La caída del Muro de Berlín y la incorporación de la República Democrática Alemana a la República Federal, marca el fin del dominio burocrático ejercido desde la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas sobre los trabajadores del mundo. Este hecho histórico puso al descubierto la falacia de la dictadura del proletariado.

No solamente fue la destrucción de un muro que separó a los alemanes durante varias décadas, también afectó la subjetividad de millones de seres humanos que soñaban con un mundo libre de explotación y que prometía casa, vestido y una mesa con alimentos suficientes para saciar el hambre de los desposeídos.

El socialismo que pretendía estar sustentado en una teoría científica, de pronto dejó ver su rostro doctrinario. De la misma manera que la religión católica tiene su sustento en varios símbolos que la justifican, los socialistas y comunistas de las repúblicas agrupadas en la ex-Unión Soviética, adoptaron los mismos símbolos en sus escudos en donde se observan los soles resplandecientes alumbrando el porvenir de la humanidad y el destino del proletariado. En dichos escudos aparecen los haces de espigas de trigo maduro, de color amarillo, que significa primordialmente logros y éxito, ganancias financieras, alegría y felicidad. Decoraban también los racimos de uvas, como signo de riqueza y fortuna permanente adquirida con esfuerzo, entre otros significados. Tampoco faltaban las guirnaldas de laurel con su valor sagrado, como atributo de las principales divinidades de la antigüedad.

Esta nueva religión del siglo veinte también tenía su catecismo, con el que fueron convertidos los jóvenes estudiantes de las preparatorias, que recitaban las citas, iba yo a decir los versículos, del materialismo histórico. El capital fue el libro sagrado con el que se formaron ideológicamente los líderes de los partidos comunistas y socialistas, ese es el origen de las distintas izquierdas, hoy en día huérfanas de contenido ideológico y para muestra están los partidos y líderes de la izquierda mexicana, ávidos de poder y dinero, en donde los pobres solo son una referencia para justificar sus apetitos de ganancia.

¿En dónde están los jóvenes que enarbolaban la bandera roja con los símbolos de la hoz y el martillo formando una cruz? ¿Y los niños y niñas universitarios de morral y huaraches, de pelo largo sin peinar, de pantalones de mezclilla sin lavar y que entonaban las notas de, ”La Internacional”? ¿En que terminó el hijo del ex Canciller? ¿Quién dijo que el hábito no hace al monje? ¿Y los mártires que le apostaron al sacrificio en el movimiento guerrillero? Unos están en el panteón, otros, los sobrevivientes trabajan como comparsas en el gobierno ¿Por qué será tan flaca Y cínica la memoria? ¿Y los intelectuales universitarios forjados en la moral comunista? ¿Y las promesas de un mundo nuevo?

La izquierda mexicana, abandonó sus símbolos y el catecismo, sus lugares sagrados ya no existen, sus dioses fueron derribados, los pastores y pontífices perdieron credibilidad y desde la tribuna del Senado lanzan consignas de rechazo y condena al comandante dictador, su nueva ética la fundan en la democracia y no en el autoritarismo burocrático de los gobiernos de los países del pretendido socialismo real. Cuba ya no es ejemplo a seguir.

Pero un hombre ya nos alertaba a principios del siglo veinte sobre estos bribones. Ricardo Flores Magón escribió en “Regeneración”, las siguientes ideas: “Obreros, amigos míos, escuchad; es preciso, es urgente que encarnéis en la pugna magna el espíritu del siglo. De lo contrario, la revolución que con cariño vemos incubarse en nada diferirá de las ya casi olvidadas revueltas fomentadas por la burguesía y dirigidas por el caudillaje militaresco, en las cuales no jugasteis el papel heroico de propulsores conscientes, sino el nada airoso de carne de cañón”.

Y en tiempos de paz, ¿Qué papel jugamos los ciudadanos electores frente a las promesas de los políticos de derecha e izquierda? Los otrora comunistas de hueso colorado, ahora le apuestan al parlamento, a la buena meza y a los mejores vinos, visten trajes de marca y se han despojado del viejo hábito de mezclilla.

Ahora viven bien en lujosas y exclusivas zonas residenciales y van de compras con la familia al odiado país imperialista al norte de la frontera. La Revolución fue calentura de chamacos, la buena vida está en el presupuesto y en el alquiler de sus buenos servicios a los dueños del dinero y del gran capital, viven de los negocios, del incremento de sus cuentas bancarias, en tanto que los pobres aguanten, se conformen con las promesas y esperen pacientes.

Entre tanto, crece la inseguridad, se desangra la nación, se acrecienta la impunidad de clérigos y obispos que abusan de niños, los amigos pueden estar tranquilos a pesar de ser señalados como autores de ilícitos, de violar los derechos humanos y de humillar a los despojados de sus elementales derechos de ciudadanos. ¿Qué le dicen a la madre que le asesinan a sus hijos en sus brazos? ¿Y a los padres que perdieron a sus hijos en un incendio por corrupción de funcionarios del IMSS? ¿Y a los inocentes que purgan condenas como si fueran criminales? ¿Y los jueces que trafican con la justicia?

Decía Ricardo Flores Magón: No queremos ricos, no queremos sacerdotes ni gobernantes; no queremos bribones que exploten las fuerzas de los trabajadores; no queremos bandidos que sostengan con ley a esos bribones; ni malvados que en nombre de cualquier religión hagan del pobre un cordero que se deje devorar de los lobos sin resistencia y sin protesta. Porque cualquiera que esté una pulgada arriba de nosotros es enemigo”.

No fue el terrible imperialismo norteamericano el que derrotó a la patria socialista sino los obreros. Registran en estas luchas, el levantamiento de la clase obrera polaca en 1980, la voluntad del pueblo alemán por derribar el muro que los separaba, en 1989, el surgimiento de sindicatos libres en Polonia, en 1980, la fuerza histórica del proletariado agrupado en Solidaridad.

El derrumbe de la URSS y su régimen burocrático, la secesión de las repúblicas y las fracturas y la total descomposición del Partido Comunista de la URSS, tuvo su anuncio en la Primavera de Praga, Checoslovaquia, en 1968, movimiento que levantaba los anhelos de la clase obrera por construir un sindicalismo autónomo de los partidos y del gobierno. Cuánta Razón tenía el único intelectual sincero de la Clase Obrera Mexicana, el anarquista Ricardo Flores Magón cuando sentenciaba diciendo:

“La dictadura de la burguesía o del proletariado, es siempre tiranía y la libertad no puede alcanzarse por medio de la tiranía”. Doscientos años de luchas independentistas y cien de Revolución Mexicana, ¿Estaremos ante la incubación de una nueva tiranía aún más sangrienta de la que padecieron nuestros abuelos? Al tiempo, al tiempo.


hernaandez_luis21@yahoo.co​m.mx

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