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sábado, 26 de septiembre de 2015

En defensa de la historiografía crítica y la política transmoderna Pedro Medina Calderón


            Pedro Medina Calderón
            La historia es mucho más que homenaje a héroes muertos: los dejamos en el pasado. La historia debe responder a preguntas del presente para traerlos a luchar con nosotros en las tareas de hoy. Esa es el sentido de una historiografía crítica donde nuestros héroes sean de carne y hueso, con todo y sus posibles errores, que no son irreverencias.
En la lectura de autores de la Teoría Crítica uno puede comprender lo delicado que es hacer teoría, la relevancia de la historia y de la necesidad de avanzar en unas nuevas ciencias sociales: es decir del pensamiento crítico. En los tiempos dela segunda guerra mundial alguien llamado Karl Popper escribió contra el historicismo y de varias maneras se desplegó un pensamiento antiutópico como ahora, pero en defensa de su propia utopía que llamó “sociedad abierta”, la del núcleo racional de la mano invisible de Dios en un mercado de competencia libre. Su texto tuvo el éxito que los poderes sistémicos le facilitaron  para que prosperara un cientificismo de neutralidad valórica que deformas a nuestra juventud en un academicismo para ser sujetos calculadores y egoístas: la ciencia sin sujeto.
Tengo la convicción de que hoy la fuerza más peligrosa que nos destruye paulatinamente es la del antiutopismo y el excepticismo. La política más eficaz hoy es la de combatir a los políticos, es decir, a la propia condición humana que derrochan los políticos que nos gobiernan.
Contra esa tendencia es esta colaboración con nuestro Partido por mantener viva la memoria de las luchas del pueblo de Chihuahua, en las que se inscriben los hechos de Madera en aquel 23 de septiembre de 1965.
Por esos tiempos también Marc Bloch, que murió en un campo de concentración, escribió su célebre manuscrito  “en defensa de la historia” que sus compañeros de la Escuela de los Annales han difundido por el mundo. Hoy es un clásico. Yo soy un Profesor, ni siquiera de los buenos, pero sí un poco terco en estudiar. Escribí un texto llamado “Criterios éticos para una práctica educativa” (2002). La dediqué precisamente a los compañeros de Madera. Creo que ellos, la mayoría Profesores, nos dieron con su ejemplo una última lección para la seriedad y el compromiso que un político debe asumir: la posibilidad de que en la lucha contra los opresores es seria, tan sería que hasta tal vez vaya nuestra vida en prenda para que los excluidos del sistema vivan.
Lo más útil de la historia es captar el sentido. Aquello más importante para continuar adelante. Por eso nuestro tema busca la comprensión histórica desde aquel contexto social y político.
            Los tiempos que vivimos son violentos. A nadie le asombraría que hablemos de asalto o más violencia. Pero en Madera no fue un Asalto, sino un combate social que duró hora y media de trece contra ciento veinticinco. No sólo ellos sabían por qué, todos en el Chihuahua de aquel entonces la sabíamos también.
Aquí no se trata de eso, que creo muchos otros nos lo recuerdan con abundancia, sino de resaltar la importancia de la historia en la reflexión social y política,  tan urgente hoy como siempre. Esa es mi mejor intención.
Por esas razones de la manera más sencilla posible, con algunas  diapositivas que preparamos para ustedes expondremos el contexto de nuestros compañeros combatientes de Madera 65.
Espero ayude a comprender a nuestra generación donde los jóvenes enfrentan cotidianamente un enemigo tan poderoso que los ha convencido de antemano que la única posibilidad es que se adapten, que estudien sólo contabilidad y administración, que sean buenos emprendedores.
Pero falta les digan, como el letrero de Dante a la entrada del infierno: “quien entre  aquí  perded toda esperanza”.
Por el contrario y de aquella misma generación de la teoría crítica Walter Benjamín  sentenció:
 “con los desesperanzados habrá de construirse la esperanza”.
Nuestra política hoy, para ser revolucionaria y no meramente demagógica, tiene que ser transmoderna, dejar atrás la cultura nefasta de la modernidad capitalista y la cultura eurocéntrica siguiendo el paso del giro neocolonial en el pensamiento latinoamericano.
Desde este compromiso podemos gritar cincuenta años después de Madera: ¿Estamos en pie de lucha!
Chihuahua, Chihuahua, a 23 de septiembre de 2015


            

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